Olga Moyano es enfermera, integrante de la murga La Memoriosa, una mujer entrañable de sonrisa generosa. El viernes se sentó en el pupitre de los testigos y contó con detalles su detención ilegal, el 11 de mayo de 1978. "Vengo por los que no están. Por la madre de Ariel Morandi. Para mà eso es lo importante, decir que los vi", dijo la sobreviviente del centro clandestino de detención Fábrica Militar de Armas, que al prometer decir verdad, lo hizo por los 30 mil desaparecidos. Morandi era enfermero del sanatorio Plaza, al igual que Moyano y Susana Miranda. Los tres estuvieron cautivos juntos en la caballeriza del actual edificio de la Jefatura de PolicÃa, en Ovidio Lagos al 5250. Ramón Verón también permaneció secuestrado allÃ, donde vio con vida por última vez a su compañera, Hilda Cardozo. "Nunca venimos con un espÃritu de revancha. Esto no es una cuestión personal, esto debe ser escuela para el derecho y la convivencia democrática. No hay bronca. Queremos justicia", dijo Verón, con el mismo tono tranquilo que contiene a los testigos de los juicios por delitos de lesa humanidad. Morandi, Cardozo y Miranda son los tres desaparecidos de ese ccd aunque a Cardozo la vieron también en La Perla, en Córdoba, y en la Esma, en Buenos Aires.
Los dos testigos mencionaron los alias con los que participaban del grupo de tareas del Area de Inteligencia 121, que pertenecÃa al Comando del Segundo Cuerpo de Ejército. Los represores se mencionaban con apodos. "Pepe, Sebastián y Daniel eran las personas que decidÃan allÃ", dijo ayer Verón. Sobre las torturas, recordó que "El Barba y el Puma eran los que interrogaban". Mario, o Capitán Mario, "vivÃa ahÃ, como un bohemio". Armando "tenÃa una conducta parecida, de definir cosas". Capitán Mario era JoaquÃn Gurrera, Armando era Alberto Pelliza, Pepe era Marino González; Sebastián, Jorge Fariña; Daniel, Juan Amelong; Barba, Juan Cabrera y Puma, Ariel Porra. En la causa también están imputados Eduardo Costanzo (Tucu), Ariel López (Aldo), Walter Pagano (Sergio 2), Carlos Sfulcini y Omar Guerrieri. En la primera parte de ese juicio, fueron condenados a prisión perpetua Guerrieri, Fariña, Amelong, Pagano y Costanzo. Ahora afrontan el cargo de asociación ilÃcita. Los otros siete están acusados de privación ilegÃtima de la libertad, torturas y homicidios agravados.
Moyano recordó antes los magistrados Roberto López Arango, Lilia Carnero y Noemà Berros que "el Puma tenÃa un vozarrón impresionante, siempre amenazante. Sergio 1 parecÃa una persona mayor. Sergio 2 estaba junto con Armando, nos trajo el libro "Mi lucha", de Hitler. Sergio 1 nos traÃa la comida. Aldo nos trajo un colchón, un cepillo de dientes".
La jornada de ayer de la causa Porra, también conocida como Guerrieri II, volvió a tener presentes a los imputados que no fueron condenados en la primera parte de Guerrieri, a pedido del fiscal Gonzalo Stara. El único acusado que fue a todas las audiencias fue Amelong.
Verón contó como ya lo habÃa hecho en el juicio anterior que la patota de Guerrieri secuestró a su hermano, creyendo que era él, y también a su padre, porque era la única persona que conocÃa su domicilio. En la madrugada del 13 de mayo de 1978 fueron secuestrados por personas de civil, junto a su compañera. Verón rememoró el dolor en los ojos de su padre cuando fue obligado por la patota a llevarlos a la casa de Verón. "La circunstancia de detención fue en la Fábrica de Armas y nos encontramos con otras personas a quienes conocÃa, como Adriana Arce y Juan Rivero, y personas que aún están desaparecidas, que con el tiempo fuimos asociando los nombres y apellidos. Nunca pudimos asociar los rostros porque siempre estuvimos vendados. Ya relaté en el juicio anterior que con Ariel Morandi nos levantamos la venda para mirarnos. Quiero rescatar esto porque es más importante de lo que parece. En la carrera de AntropologÃa Visual muestran la imagen de Morandi, que yo mantengo desde hace mucho tiempo dentro mÃo. Hoy en la Universidad se estudia la imagen de Ariel", dijo el testigo a modo de homenaje. Los represores se ensañaron especialmente en la tortura con el enfermero. "Se escuchaban los gritos de dolor de la tortura que nos aplicaron, más que todo con Ariel, que tenÃa origen religioso", subrayó. "Los interrogatorios fueron una situación extraña. Giraban sobre otras personas. Estamos hablando de mayo del 78, estábamos fuera de juego, habÃan pasado ya dos años del golpe. Pero este dato sobre Jaime Dri (también testigo de esta causa), que era una persona pública, ése era un dato que querÃan que yo les diera", dijo y recordó la inspección realizada en 1985, en el marco del informe de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas: "Estaba igual".
Uno de los relatos que se repite es la situación de una madre secuestrada junto a su hijo. "Durante el Mundial de Fútbol, en un partido que se jugó en la cancha de Rosario Central, detuvieron a una persona en la cancha con un chiquito. Era espantoso porque el chico gritaba por su mamá desde un furgón de afuera, mientras a su madre la entrevistaban en la cocina", recordó Verón. A ellos les decÃan que eran rehenes y que si pasaba "algo" durante el Mundial, los iban a matar. La custodia externa pertenecÃa a GendarmerÃa.
Apenas la secuestraron, a Olga Moyano la llevaron al Servicio de Informaciones, donde la torturaron, pese a que su compañero de trabajo, Ariel Morandi, gritaba que ella no tenÃa militancia polÃtica. A Olga, Ariel y Susana Miranda los trasladaron a la Fábrica Militar. En el camino, un represor le levantó la camisa a Olga y dijo "cómo torturan al pedo". En ese lugar vio por última vez a su compañera de trabajo y amiga, Susana Miranda, a quien le decÃan Nadia porque era el nombre que le habÃan querido ponerle sus padres, pero el Registro Civil no se los permitió. Nadia era novia de Ariel. "Un dÃa viene un señor y nos preguntan las edades. Al otro dÃa le dicen a Susana que se vaya a bañar, y luego entra ella y me dicen que nos van a trasladar delante de un juez. Alrededor del medio dÃa, se despide de mÃ. Yo me querÃa ir con ella. Ese medio dÃa, Armando y el Puma la sacan. Me piden la manta para taparla. Me dicen que me quede tranquila que ya me iban a llevar a mÃ. A la noche viene el Tucu y me devuelve la frazada y le pregunto por Susana, y me dicen que la llevaron a Santa Fe frente a un juez. Todo era mentira, la llevaron para matarla", recordó su compañera.
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