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Domingo, 27 de octubre de 2013
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Ludueña exige "ni un pibe, ni una doña, ni una hermana, ni un hijo menos".

Freno a la violencia que destroza vidas

Mañana, a las 17, se hará una marcha por el barrio donde el domingo pasado, en el marco del clásico, mataron a Gabriel Aguirrez, de 13 años. Los referentes del barrio hablan de zona liberada y narcos que buscan chicos cada vez más pequeños.

Por Lorena Panzerini
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Rodrigo "Bichito" Gauna señala el lugar donde cayó Gabriel, a quien dispararon desde una moto.

Gabriel Aguirrez era todavía un niño cuando lo asesinaron hace una semana, en Casilda y Camilo Aldao de barrio Ludueña. Sus últimos pasos, por las calles que lo vieron crecer, fueron apurados. Intentaba escapar de las balas. En el camino desde esa esquina hasta el pasillo donde se desplomó sobre un manchón de sangre se oyeron los últimos suspiros de "un soñador". La Justicia ya investiga el hecho y busca a los autores. En el barrio se habla de víctimas transformadas en victimarios. El padre Edgardo Montaldo conoce bien el territorio: "La plaga de la droga es impresionante", lamentó, y recordó que "antes la villa era un paraíso donde se le cantaba a la pobreza para combatirla". Lucas, 27 años, no se cansa de repetir que "las bandas narco buscan a chicos, cada vez más chicos, con vidas precarias, de miseria y cagados de hambre. Cada vez es más feroz porque avanzan sobre pibes más chicos; y la competencia es desleal para la militancia". Rodrigo Gauna --le dicen "Bichito"﷓﷓, planteó que una vez que los pibes entran en las organizaciones "no los dejan renunciar". Mañana, a las 17, los vecinos realizarán la primera marcha en Ludueña para pedir justicia por Gabriel, y por todos los pibes de la barriada con el lema "ni un pibe, ni una doña, ni una hermana, ni un hijo menos".

Es jueves en el corazón de Ludueña. Todavía no pasó una semana desde que Gaby no está. El barrio está apagado en plena primavera. Son las cuatro de la tarde y no hay niños jugando en la calle. "De noche es peor, no se puede andar. Esto está liberado", relatan los vecinos. Hace pocos minutos terminó una reunión que convocó a más de ochenta personas para organizar la marcha que saldrá de la escuela 1027, donde Gabriel cursaba el séptimo año y preparaba emocionado su viaje de estudios. Allí estuvieron su mamá, sus maestras y sus amigos, tratando de contener las lágrimas. Y fue inevitable recordar el día del sepelio. "Fue muy fuerte ver niños, niños, niños, un mundo de niños abrazados y acariciándose alrededor del cuerpo de su amigo", recordó Bichito.

El perfil del Gaby en Facebook habla de que, como a otros pibes, le tocó crecer demasiado rápido. "Feliz Día del Niño para todos los chicos y para los pibes y pibas que no tuvieron infancia. Pásenla re piola", les deseó a sus pares en uno de sus últimos mensajes, en agosto. Bichito, de 28 años, tuvo en brazos a cuando Gaby era un bebé. "Todos acá crecemos rápido. Yo no me acuerdo a qué jugaba cuando era chico. Fuimos grandes antes de tiempo", lamentó.

Cuando falleció Gabriel, Bichito habló por sus vecinos. "Lágrimas de desconsuelo, abrazos inentendibles, miradas de angustia, sueños parados hasta no sé cuándo. Hoy la tristeza está más fresca que ayer. Te vamos a extrañar". Es que la gente de Ludueña está quebrada: el año comenzó con el homicidio de la voluntaria Mercedes Delgado, el 9 de enero; en septiembre Brian Saucedo, de 18 años, fue asesinado, según denunciaron los vecinos, por una bala policial, y el domingo pasado dos proyectiles atravesaron el cuerpo del chico de 13 años, poco después de que se disputara el clásico de la ciudad. Enseguida los vecinos se alzaron contra la ley de baja en la edad de imputabilidad. "¿A quién buscamos, a los inocentes que en teoría por ser pobres son los culpables?", preguntó Rodrigo.

Montaldo espera a Rosario/12 sentado en la cocina, con la puerta abierta para que entre el sol y con las fotocopias de ley de Protección Integral de la Niñez en la mano. "La estudiamos en varias reuniones con la municipalidad, corregimos los errores. Uno ha vivido todas estas leyes con las autoridades. Cuánto hace que estamos hablando de la plaga de la droga", recuerda. "Antes tenía la iglesia llena de chicos que venían a bautizarse, incluso de otros barrios; pero ahora no se puede cruzar ni de día ni de noche, porque las víctimas se convierten en victimarios", lamentó.

En el barrio se habla por lo bajo sobre la autoría del homicidio de Gabriel. Algunas voces aseguran que un hombre grande, aparentemente dueño del arma desde la que salieron los proyectiles mortales, huyó del barrio.

Con la voz cerrada, Montaldo recuerda que el domingo pasado se estaba por ir a acostar "pensando que el clásico de fútbol había terminado en paz". Enseguida, recibió un llamado. "Salí con la bicicleta y cuando doblé para el lado del jardín, ahí estaba el pibe tendido a pocos metros, en un pasillo. No pude pasar porque ya estaba la policía. Este era un pibe muy querido, que en una obra de su grado hizo de Padre Edgardo, y estaba muy contento. El ya decía que quería ser camionero como el papá y después seguir estudiando".

Lucas, maestro de herrería y electricidad, reflotó entre mates el tema de las disputas de poder en el territorio. "Buscan pibes muy chicos y les ofrecen trabajo como si fuera una empresa. Es una competencia desleal para la militancia. Si no hay valores, solo se piensa en la cuestión material. Cómo hacés para combatir esta desventaja. Tenemos el no derecho de los pibes. La posibilidad de trabajar para los narcotraficantes les da poder, dinero y merca, que es lo que los mantiene anestesiados. Todo esto hace que se metan en un anillo del que no pueden salir y que tienen que defender cuando ya son parte. Cuando hacen allanamientos en los búnker siempre los que se encuentran son pibitos", lamentó. Bichito agregó que la policía "viene con la excusa de que están buscando un adulto y encuentran a un niño. Qué casualidad".

Y advierten que es difícil salir. "Conozco un pibe que no quiere salir del Irar, porque sabe lo que le va a pasar afuera. Prefiere estar ahí, porque una vez que entras en estas cosas, adquirís determinada información como para levantarte un día y decir 'ya no voy a atender más'". Rodrigo lamentó: "Una vez que entrás no podes renunciar".

En 1995 -recordaron-, un hombre chileno "fue asesinado con toda su familia en el mismo lugar que mataron a Gaby. Al principio se decía que el tipo se había suicidado tras matar a su mujer e hijos, pero después se supo que se había mandado una macana, o se había quedado con un vuelto".

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