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El allanamiento de la comisaría 10, jurisdicción en la que está la vivienda baleada del gobernador Antonio Bonfatti, dejó al desnudo una feroz interna policial, que no divide a la fuerza entre puros e impuros, sino que los diferencia por la forma en que consiguen "dinero extra". "La forma de recaudar es clara: le sacan una cifra fija, por decir 5 lucas (5.000 pesos) por cada bunker, y los jefes saben cuántos hay en tu zona, y en base a eso te fijan un importe. Ahora este pibe (por Cuñé) llegó y dijo que no arreglaba con la droga, así que no quiso pagar lo de siempre, y terminó haciendo correr al inspector de zona, al Pelado (Guillermo) Sardá (su jefe inmediato). Pero este Cuñé es un pícaro, porque empezó a detenerle los soldaditos en las esquinas de los bunkers y pedirle 15 o 20 lucas por cada uno. Se cebó y le sacó el auto al Emma Pimpi (narco de zona norte) y parece que le pidió 50 lucas. Ahí se pudrió todo, y terminaron baleando la casa del gobernador para que se vaya este Cuñé, no por otra cosa. Por eso le tiraron la pistola en la comisaría, y llamaron para avisar. Esta es la interna que se discute. No son buenos contra malos, son clásicos contra pícaros". El relato corresponde a un ex policía con fluídos lazos con sus pares en actividad, y devela el nivel de discusión puertas adentro de la fuerza, que termina nuevamente en el centro de la polémica: viejos vicios nunca desterrados que terminan poniendo en jaque al propio mandatario provincial.
La misma fuente relató: "A Cuñé le fijaron el piso que tenían que pagar por la décima: le dijeron por decir, 60 lucas, así que fue a ver al jefe de policía y le dijo que él no iba a arreglar con la falopa. Y como (Luis) Bruschi no se casa con nadie, lo corrió al Pelado Sardá y Cuñé empezó a hacer la suya: fue una avivada. Es toda para él".
Sin embargo, éste no es el primer escándalo judicial en la vida profesional del comisario Ronald Iván Cuñé: llegó a la titularidad de seccional 10º arrastrando un duro antecedente en su legajo, ya que junto a su hermano Juan Cuñé jefe de la Guardia Rural Los Pumas, debieron enfrentar un controvertido caso de abigeato, en el que terminó "suicidado" un jefe policial.
No es cualquier caso, ni es menor: a finales de noviembre de 2007 de haber el jefe de la Guardia Rural "Los Pumas" de Huanqueros (departamento San Cristóbal), Rodolfo Chamarez, de 42 años, se mató de un disparo en la cabeza dentro de la Unidad Regional IX. Chamarez, ex jefe de Los Pumas en Villa Ocampo, se quitó la vida luego de verse envuelto en un caso de amenazas dentro del escándalo que envuelve al Frigorífico Vicentín. El policía venía siendo investigado por una supuesta relación comercial irregular entre un jefe policial y el frigorífico. Esta situación había sido denunciada por una de las propietarias de la empresa, Mónica Bernardis, esposa de Jorge Vicentín.
Las actuaciones llevaron al relevo del jefe de la Guardia Rural, Juan Horacio Cuñé, a quien la Justicia tenía bajo la lupa. Después de esto, la misma mujer denunció haber recibido amenazas telefónicas, que derivaron en una investigación policial, la que habría arrojado como resultado que esas intimidaciones provenían de un teléfono a nombre del oficial principal Chamarez. Según contó el jefe de la UR IX con asiento en Reconquista, Miguel Angel Piacenza, cuando se lo notificaba de los cargos abiertos en el sumario, Chamarez sacó el arma reglamentaria adelante de los tres oficiales que le tomaban declaración sumarial y se disparó en la cabeza.
La Justicia de Instrucción de Reconquista investigaba al ex jefe de la Guardia Rural Los Pumas de Villa Ocampo, subcomisario Juan Horacio Cuñé, por los presuntos delitos de cohecho y enriquecimiento ilícito. El trámite buscaba establecer la procedencia de las vacas de propiedad del oficial y las razones por las que ese lote de hacienda se encontraba dentro de los corrales de engorde del Frigorífico Vicentín Faenas SRL. El Frigorífico habría faenado animales de origen dudoso, y le pagan para que no advirtiera la irregularidad a Juan Cuñé. En la misma causa estaba siendo investigado su hermano Ronald Iván, que también debió dejar Los Pumas, y terminó recalando en el sur santafesino.
Lo grave es que a dos semanas de la balacera con las diferentes hipótesis seguidas, no hay pistas firmes sobre lo que pasó en la casa del gobernador: interna policial, barrabravas, narcos o un cóctel mortal de todos ellos.
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