"Berlineamos?". La invitación, que desde hace ya algunos años acompaña agenda y publicidad del BerlÃn Café, funciona para comprender los alcances del proyecto iniciado 18 años atrás por Luis MarÃa CorradÃn. Inspirado e incorporado por los habitués del recinto de Pasaje Zabala 1128 (e impulsado por la agencia Bill&Ted, a cargo de la comunicación e imagen del espacio), el neologismo resume un sentido de pertenencia que se fue forjando de la mano de una agenda cultural que supo reinventarse y marcar tendencias. Esta noche, la del aniversario que marca su mayorÃa de edad, el BerlÃn comenzará a desandar el camino hacia sus 3500 funciones, apostando a generar propuestas que continúen alimentando su identidad.
"En la impronta de los comienzos hasta el nombre tiene una significación. Post caÃda del muro se hablaba mucho de todo esto y justamente lo que buscábamos era el encuentro de las culturas. QuerÃamos un lugar que fuera representativo de lo que tenÃa que ver con el arte y la cultura, con la diversidad más grande que uno pudiera buscar. Desde ese punto de vista cumplimos con el objetivo y lo superamos. En el dÃa a dÃa, en las distintas épocas del bar, fue muy difÃcil sostenerlo, pero es siempre el espÃritu que tiene la marca", recuerda Lulo CorradÃn, el "irresponsable fundador" del café bar que tantas veces supo cobijar a aquel cuyo nombre reemplazará al del Pasaje Zabala: el poeta Fabricio Simeoni.
Desde su apertura el 15 de febrero de 1996, BerlÃn jamás abrió sus puertas sin una propuesta artÃstica sobre el escenario. Diversa, nutrida, imposible de listar, la grilla de shows que por allà pasaron estuvo siempre marcada por el objetivo de profundizar la identidad del espacio. "Creo que siempre vale la pena marcar parámetros --explica CorradÃn--. Hoy, después de 18 años, el mayor esfuerzo está por reinventar la cuestión artÃstica, darle una vuelta de tuerca. Para no caer en los lugares comunes de que el público venga a ver cosas que puede ver cualquier dÃa en otro lugar. Es la idea que tenemos para toda la temporada".
La fórmula, según CorradÃn, pasa por mantener una mirada amplia del entorno: "Lo que buscamos tiene que ver con no perder el espÃritu crÃtico. La cultura lo viene perdiendo. Se está de un lado o de otro a nivel polÃtico en lo nacional, y en lo local también ocurre un poco. Lo que siempre le pido a los chicos del departamento de producción, que programan y comunican todo, es que tengan una visión crÃtica de las cosas. Pero no por la crÃtica misma, sino por buscar construir cultura desde otros lugares. Tenemos que tener el concepto que somos una usina cultural. Si llamo a un artista que tiene un producto, hay un por qué lo invitamos y para qué lo invitamos. No condicionamos lo que hace el artista, sino que lo convocamos por lo que es y lo transformamos en un hecho cultural que tiene argumentos. La idea es siempre buscarle la vuelta, porque la oferta es muy grande. Hace 18 años era más fácil, cuando la gente nos golpeaba la puerta durante el dÃa para llevarse los programas".
Desde lo comercial, el BerlÃn Café convive hoy con la aparición de una buena cantidad de espacios que hacen de lo cultural un eje. Aunque, según distingue CorradÃn, la principal competencia no está en el sector privado: "Es complicado porque hoy una de las mayores competencias que tiene un privado dentro del circuito es el Estado mismo. Es tremendo cuando la cosa es cuesta arriba, y reconforta cuando todo va bien, incluso lo de ellos, porque uno se da cuenta que fue parte de una nueva tendencia, comercialmente hablando. Pero cuando leo que hoy en Lavardén el teatro es un bar, siento que es muy difÃcil competir contra ese aparato, porque mis recursos son muy limitados y compito con el Estado mismo. Cuando veo que lo de ellos va bien y lo mÃo también es fantástico, pero cuando los lunes me pongo a planificar la semana, veo todo lo que va a haber y te encontrás con que el Estado tiene una oferta cultural bastante amplia, que muchas veces roza con lo que venÃs haciendo, se hace cuesta arriba. No soy quién para juzgar ese tipo de polÃtica, al contrario, lo que me queda es disfrutarlo, porque después salgo de mi negocio y soy un ciudadano más. Y ahà te das cuenta que sos parte de una tendencia, porque inventamos una marca de ciudad donde la gente consume éso".
En ese contexto, el empresario y programador entiende que la búsqueda no debe focalizarse sólo sobre aquellos productos que garantizan rédito económico. "Hay bandas y productos artÃsticos interesantes pero con los que si no convivÃs desde el punto de vista personal, o de lo que te brinda el público, por más que sea buen negocio, es preferible bajarlo. Y a veces sostenés propuestas que no son tan rentables. Lo que nosotros acompañamos tiene que ver con acompañar al tipo que busca calidad artÃstica y no números puestos. Muchas veces con números a los que habÃa que armarles un piso, que venÃan con muy buena calidad, muy buena movida en sus lugares, pero que en Rosario no conocÃa nadie", analiza el propietario de un espacio que permitió el debut en la ciudad de propuestas como las de Onda Vaga o la uruguaya Eli-U Pena.
Esta noche, otra banda que supo hacerse fuerte en el BerlÃn, la paranaense Factor Fun, será la encargada de musicalizar los festejos por el 18 aniversario con su combinación de funk, disco, soul y acid jazz. Ya mayor de edad, el BerlÃn se prepará entonces para nuevos festejos, según se desprende del análisis de su irresponsable fundador: "Acá venÃa todo el mundo en bicicleta. Hoy un flaco que saca la bicicleta a la noche está loco, porque vuelve a pata. La ciudad cambió. Pero en el medio de todo éso lo que te queda es hacer la lectura de cada momento y tratar de no perder el rumbo. Recordar que sos una marca que lo que persigue es el encuentro de las culturas. Cuando veo que acá se arman mesas donde se discute de polÃtica, donde se discute de música, estoy contento. O al ver que alguien llega solo y al rato está charlando en una mesa con tres o cuatro personas que lo invitaron a sentarse. Mientras eso no se caiga como propuesta, creo que esto no tiene lÃmite de tiempo".
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