Ofelia se pasea lento entre los chicos sentados en ronda en el patio de la escuela intercultural bilingüe nº 1344 Cacique Taigoyé. Vestida con una túnica amarilla, canta una canción en lengua Qom y el viento le mueve sus larguÃsimos cabellos sueltos, negros, brillosos, envidia de cualquier peluquero. Hoy Ofelia es el Sol, porque para la comunidad Qom el Sol es mujer y entonces ella, amarilla, camina con una varita en la mano creando el cielo, la lluvia, los océanos, el fuego y la tierra, representados en este acto escolar por alumnos vestidos con capas de colores. Es viernes 24 de abril y la comunidad celebra en este patio de escuela el cierre de la semana de los pueblos originarios.
Como es sabido por todos los que atravesaron el sistema educativo, todo acto escolar comienza con el ingreso de las banderas, sus correspondientes abanderados, los himnos respectivos, aplausos y etcéteras.
También asà comenzó este evento en el que se cantaron el Himno Nacional Argentino y el Himno homenaje al Cacique Taigoyé. Y aquà hubo, claro, dos banderas: la argentina, en un mástil de madera lustrada con punta de metal y la bandera multicolor, atada a un mástil de caña sin pretensión de disimulo. Detalles que no son detalles.
¿O será que este emblema decidió llevar la impronta de la calle porque es, más que ninguna, una bandera de lucha? Las comunidades originarias están acostumbradas a resistir, lo han hecho toda su historia. Tal vez por eso, los pueblos asentados en Rosario aprovecharon esta semana no sólo para festejar sino también para movilizarse frente a la seccional del Ministerio de Educación a reclamar por la creación de cargos docentes indÃgenas para las escuelas bilingües en las que, concretamente, muy pocos maestros hablan la lengua Qom.
"Tenemos mucha necesidad. Los niños tienen que tener un acompañante de la propia lengua porque no entienden el castellano. Las escuelas actúan con las lógicas del conquistador que silencia los idiomas de las culturas nativas y esa lógica sigue vigente", denunciará después del acto Ofelia Morales, integrante de la comunidad Qom y una de las tres maestras indÃgenas que tiene la escuela Cacique Taigoyé para los dos turnos escolares.
Antes de eso, chicos, padres y maestros disfrutaron de los disfraces y las actuaciones en la escuela de Empalme Graneros. Cada curso mostró su trabajo y aportó al relato general sobre la creación de la naturaleza: el Sol y la Luna dieron a luz a las cuatro estaciones, encargadas de gobernar el mundo. La representación de la primavera llegó acompañada del concierto de Vivaldi y tal vez más de uno se preguntó por qué, justo, Vivaldi. Pero, ¿por qué no?
En 2006, con la nueva Ley de Educación Nacional, se institucionalizó la Modalidad de Educación Intercultural Bilingüe con la cual se busca garantizar el derecho de los pueblos originarios a recibir una educación que contribuya a preservar y fortalecer sus pautas culturales, su lengua, su cosmovisión e identidad étnica y a mejorar su calidad de vida en un mundo multicultural. Se trata de un concepto que pone el acento en el diálogo entre culturas y entiende que la identidad se construye en la interacción entre los grupos, en esa relación y no antes; a la vez, las culturas dejan de ser pensadas como entidades independientes, homogéneas y estancas. Entonces lengua Qom y Vivaldi.
Sin embargo, qué proporciones de cada ingrediente se mezclan continuará siendo materia de disputa. En las escuelas creen que no se está cumpliendo con la aplicación de los principios generales, justamente por que no hay igualdad en la distribución. Desde 1994, fecha en que fue creada por decreto la escuela n 1344 destinada a la comunidad Qom, a esta parte, los maestros no encuentran demasiadas modificaciones: "No hay cambios porque no se respeta la Ley. El gobierno no nombró los cargos. Hace 25 años que soy la única maestra de idioma del turno mañana y reparto mis horas en 9 secciones. Nos avejentamos, nos desgastamos fÃsica y psÃquicamente", explica Ofelia.
Actualmente, los niños cursan Lengua Qom como una materia más. El reclamo que expusieron el martes pasado con el apoyo de las comunidades de TravesÃa, Sorrento, Pumitas y Rouillón, exige que cada maestro pueda tener una pareja pedagógica que domine la lengua del pueblo para mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje que hoy choca con varias dificultades. "Los maestros no indÃgenas sufren por no estar preparados frente a la comunidad, ellos no entienden el idioma y los niños no entienden el castellano. Es muy grave", dice la maestra. Hace muchos años que un pedagogo teorizó sobre esa relación: no hay educación sin comunicación, explicaba Paulo Freire, quien también decÃa otras cosas interesantes como que todo acto educativo es un acto polÃtico y emancipador en tanto, partiendo de la experiencia existencial y cultural de cada sujeto, le ayuda a comprender crÃticamente su entorno.
Mientras, el acto sigue su curso alternando castellano y lengua Qom. Las banderas izadas en un breve mástil flamean juntas. De fondo se recorta un cielo muy azul y unas paredes de ladrillo sin revoque que asoman por encima del tapial y de los alambres con púas. Es la estética del orden en el desorden: lo solemne se funde con lo cotidiano, los discursos preparados con las indicaciones apuradas de alguna maestra, las familias tempraneras con las que llegan tarde, los bebés que lloran y los perros que ladran enfurecidos detrás del muro donde los alumnos escribieron algunas palabras: taguiñi, she'u, rapiguem, lañaxa.
Terminado el evento, un grupo de mujeres aprovechará para reunirse en el patio. Son las aspirantes a ocupar los cargos de parejas pedagógicas, un puesto para el cual se están formando aunque aún no hayan sido creados. Desde 2013 la comunidad tomó la iniciativa de convocar a los miembros que hayan completado la primaria y estén interesados en trabajar con niños. Desde entonces, comenzaron una especie de capacitación autogestiva, teórica y práctica, con la que abordan las dificultades especÃficas, esas que no tiene un maestro no indÃgena: "Están practicando esta vida encerrada entre cuatro paredes porque la vida nuestra es práctica, no teórica. La escritura es dificultosa porque nuestra mente está con el cuerpo, con la actividad manual. Si nuestra educación fuera puramente indÃgena, estarÃamos libres conociendo las costumbres de la ciudad, sembrando o criando animales", explica Ofelia que hace 25 años se vio en un espejo usando su guardapolvos por primera vez y se encontró con una imagen demasiado difÃcil. "A una no le gusta, pero yo les explico que hay que usarlo. Ya no estás en tu casa, sino frente a un grado de niños", dice.
A su lado, Irene López, integrante del pueblo Kolla, cuenta sobre los otros proyectos que están impulsando como pueblos originarios. Uno de ellos propone que los médicos y enfermeras de los centros de salud también sean acompañados por una persona indÃgena. "La enfermedad no se cura si el hombre no se abre, no cuenta lo que le pasa. Hay mucha timidez. Los hermanos no hablan muchas veces frente a otras personas. Es que un chico indÃgena entra a una escuela o a una universidad o a cualquier lado y se siente mirado, desnudado, manoseado. Ser indÃgena no es fácil", dice, rotunda, Irene, que trabaja como portera en otra escuela.
Ofelia asiente con la cabeza y levanta sus cejas, recordando todo el camino recorrido y los kilómetros que aún resta por caminar. Nació y creció en Pampa del Indio, a 200 km de Resistencia, Chaco, donde comenzó a luchar por sus derechos aquel dÃa en que terminó el tercer año de la secundaria y se encontró con que no podrÃa continuar sus estudios: para completar el ciclo, los alumnos tenÃan que trasladarse a otra localidad: "Al no contar con los medios económicos se abandonaba la secundaria. Nosotros fuimos a defender nuestro lugar, nuestra vida de estudiantes, pedimos el bachillerato completo y nos lo dieron". Ofelia no sólo formó parte de aquella primera promoción en Pampa del Indio, sino que fue la primera indÃgena en todo el Chacho que tuvo su tÃtulo secundario completo.
Como muchos de sus hermanos, emigró a Rosario con la esperanza de un futuro. Llegó con marido, hijos y bolsos con ropa. Nada más. La realidad fue muy diferente a la que imaginaban: "Fue un tremendo encontronazo con esta visión de la vida. Nosotros somos de los montes, venimos del campo y aprender de la ciudad es un proceso muy difÃcil. Por eso repito a los hermanos que tienen que venir a la escuela, saber leer y escribir, completar su secundaria para poder entender cómo funciona el sistema y quién oprime a los pueblos indÃgenas".
Acostumbradas a luchar por lo propio, Irene y Ofelia se entusiasman con sus proyectos a futuro. Además de exigir la creación de los cargos, las comunidades van más allá y sueñan con la creación de un instituto terciario de formación docente intercultural y bilingüe. Al mismo tiempo, demandan la reforma de la Constitución Provincial. "La Constitución dice que somos iguales ante la ley. La modificación tiene que reconocer a los pueblos indÃgenas y escribir sus derechos especÃficos como lo hicieron en otras provincias. Si nosotros seguimos con una mirada de que somos todos iguales, no vamos a avanzar en el diálogo intercultural", dice la maestra que está convencida de que lo van a conseguir.
Después del almuerzo en el comedor, los chicos regresaron a sus casas. El desorden, los colores, los gritos, la excitación de minutos atrás se han extinguido. Hay pocas cosas más extrañas que una escuela vacÃa y silenciosa. El festejo por la semana de pueblos originarios terminó con alegrÃa pero queda, también, el sabor amargo en las gargantas de los indÃgenas santafesinos que no pudieron realizar el tradicional festejo del 19 de abril en medio de una situación que calificaron como "atropello". Es que, casualidad o indiferencia, las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias se planificaron en el territorio provincial para esa fecha, el mismo dÃa que, desde 1945, se conmemora el DÃa del IndÃgena Americano. Hay derechos por garantizar, hay cuestiones para mejorar y hay detalles que muchas veces no son detalles.
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