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Jueves, 28 de abril de 2016
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La víctima declaró en el primer juicio oral por violencia machista

La fiscal detalló el infierno que no tiene fin

Por Lorena Panzerini
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Néstor Fabián Anchaval, el acusado, fue denunciado 36 veces.

"Crucé la calle y lo vi en la esquina. Lo único que pude hacer fue meter a mis cuatro hijos en un tacho de basura. Pasamos toda la madrugada ahí. Nos arruinó la vida". Con la voz quebrada, Jésica B. relató así uno de los episodios del calvario al que la sometió Néstor Fabián Anchaval, durante más de seis años. El agresor está siendo juzgado, desde ayer, en el primer juicio oral y público por violencia de género, dentro del nuevo sistema penal. La fiscal Raquel Almada pidió cuatro años y medio de prisión para el acusado, por cuatro hechos en los que probó amenazas coactivas, daños e incumplimiento de una restricción de acercamiento. Si bien Jésica hizo 36 denuncias, desde 2010, la fiscal llevó a juicio los sucesos en los que logró evidencia. Llamativamente, la defensa negó que se trate de un caso de violencia machista, y adjudicó los hechos a "problemas de consumo" de su cliente, por lo que pidió la absolución. Jésica quiso declarar sin la presencia de su expareja, quien le provoca pánico. La concejala María Eugenia Schmuck presenció la audiencia y salió indignada. "Piden menos años de prisión de los que la víctima fue acosada", dijo.

"`Te tengo. Te encontré, hija de puta', le repite el imputado a Jésica cada vez que la encuentra, dónde sea que se esconda de él y de su violencia. Esos dichos no son aislados, sino una muestra del historial de violencia. Ninguna autoridad judicial ni policial pudo detener los ataques de Anchaval. El siempre la persigue y la encuentra. La considera un objeto de su propiedad", comenzó la fiscal Almada el alegato de apertura.

"Desde 2010 comenzó a sufrir las agresiones y se mudó seis veces. Hizo denuncias en el viejo y nuevo sistema penal, por lo que el Ministerio de Seguridad le dio un botón de alarma", reveló la acusadora.

Anchaval (38) y Jésica (29) se casaron en 2007, pero convivían desde 2003. De esa relación nacieron cuatro hijos que hoy tienen 5, 8, 10 y 12 años. "En 2010 se separaron y él convirtió su vida en un infierno que no tiene fin", dijo Almada. Más tarde, Jésica reveló que hasta hace dos semanas, él seguía llamándola desde su lugar de detención.

Jésica declaró los hechos en orden cronológico. La violencia empezó "a fines de 2008: necesitaba tenerme todo el tiempo en su vista". La mujer recuerda con angustia el día que decidió separarse: "Estábamos por comer y le pedí que me pasara un vaso de gaseosa. Estábamos poniendo la mesa y mi hijo me dice `no tomes mamá, porque papá le puso las gotitas' (veneno para insectos de la huerta). Y se las encontré en el bolsillo".

Desde entonces, "aparecía todo el tiempo, me decía que yo era suya. No podíamos dormir, ni vivir", sollozó frente al juez Carlos Leiva.

La primera de seis mudanzas fue en 2013, donde la encontró. "Me tocan el timbre, abro las ventanas, y me dice `te encontré hija de puta'. Con la primera piña me estalló el vidrio, y empezó a golpearme con un amigo delante de mis hijos". En otra oportunidad, se lo cruzó en Lagos y Mendoza. "Yo iba con los chicos, cuando se apareció en un Falcon rojo y se bajó con un revólver en la cintura. Su cara sangraba; los nenes lloraban. Le pedí que se calmara y él quería que subiéramos al auto. Yo no quería, pero él estaba armado. Subimos y el auto no arrancó". Tiempo después "estuvo en el Agudo Avila, tras estar preso por robo, pero se escapó. Me mandó un mensaje desde el teléfono de alguien y me dijo que iba para mi casa. Era la una de la madrugada. Agarré la mochila con la que vivo desde 2010, con los documentos de mis hijos y 300 pesos, para correr. Porque no conocemos otra forma de vida que no sea huyendo. Mi vida depende de una orden de restricción y un botón de pánico".

Los hostigamientos y amenazas se reiteraron en marzo de 2015, cuando la fue a buscar a casa de su madre y tuvo que pedir ayuda a un grupo de Facebook; en agosto de 2015; en octubre de ese año, cuando la llamó para advertirle: "Si no sacas la denuncia te voy a matar"; y el 2 de noviembre. "Perdimos todo, y no hablo de lo material, sino de lo que no voy a poder recuperar más en la vida", lamentó Jésica.

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