Desde Santa Fe
Un par de llamadas y datos clave que aportó un informante anónimo permitieron detener a un represor del Ejército que estaba prófugo desde hace casi un año en una causa por crÃmenes de lesa humanidad en la masacre de Ituzaingó y Las Heras, en enero de 1977. El coronel Ramón Abel Recio cayó el martes a la noche, en Rosario, y ayer, a media mañana, una camioneta de la PolicÃa Federal lo dejó en el Tribunal Federal de Santa Fe, donde el juez Reinaldo RodrÃguez le recibió una indagatoria breve, de menos de 80 palabras, en la que negó haber participado en el hecho que se le imputa, al que llamó "enfrentamiento", y luego partió hacia la cárcel de Las Flores. Recio era buscado desde octubre del año pasado, cuando RodrÃguez le dictó la orden de captura nacional e internacional y en marzo, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación ofreció una recompensa de 500 mil pesos para quien aportara "datos útiles" que permitieran localizarlo. En los contactos secretos, el informante proporcionó la dirección de una casa en la zona sur de Rosario, la marca y el modelo del vehÃculo que manejaba el fugitivo y hasta los números de teléfonos que habrÃa utilizado, según revelaron fuentes judiciales.
En la causa se investiga un bombardeo del Ejército y fuerzas conjuntas a un edificio de Ituzaingó y Las Heras, donde cayó la última conducción de Montoneros en Santa Fe, en enero de 1977: el jefe de la columna, Osvaldo Pascual Ziccardi, Carlos Mario Frigerio, Jorge Piotti y la esposa de éste, Ileana Gómez. La quinta vÃctima fue una docente, Elina Jagou de Carlen, quien vivÃa en el departamento de al lado, donde Piotti y Gómez escondieron a sus hijos de un año y un mes, los únicos sobrevivientes.
En el juicio de la megacausa, que juzgó a los autores mediatos, el Tribunal Oral de Santa Fe sentenció que las pruebas desmintieron la versión militar del "enfrentamiento" y concluyó que a Ziccardi y a sus compañeros "no les dieron la oportunidad de rendirse" ni "la posibilidad de resistir debido a la desproporción absoluta de fuerzas".
En julio, el plenario de la Cámara Federal de Rosario resolvió en la misma lÃnea en otra causa que investiga a los autores materiales de la masacre. El fallo confirmó el procesamiento y prisión preventiva de los nueve detenidos: dos suboficiales del Ejército, Jorge Alberto Balla y Luis Alfredo Gómez y siete policÃas que operaban en el Comando Radioeléctrico: Rodolfo Reible, Carlos Albornoz, José Martellini, Ricardo Brunel, Mario Aquino, Rolando MartÃnez y Abel Romero y los embargos por 900 mil pesos a cada uno de ellos.
Ahora, el décimo preso es Recio. Mientras se demora la indagatoria del undécimo, el ex oficial de inteligencia de la PolicÃa santafesina que operaba en el D-2, Oscar Alberto Váldez, a quien el fiscal MartÃn Suárez Faisal le pidió la detención en mayo, el juez la ordenó pero luego la suspendió por un problema de salud de imputado.
Recio llegó al Juzgado a bordo de una camioneta de la PolicÃa Federal, pasada las 10. Bajó esposado y sonriente. Al mediodÃa, después de la indagatoria, salió con dos abrigos, uno con capucha y otro, entre las manos para ocultar las esposas.
El juez le imputó haber intervenido en el operativo del 19 de enero de 1977, en el que "resultaron muertos" Ziccardi, Frigerio y los esposos Piotti. Recio lo negó y dijo que "oportunamente" probará que no estuvo en ese "enfrentamiento". Y protestó por la forma en que habÃa sido detenido el martes a la noche en Rosario, "por gente de civil" y "a punta de pistola", que después se identificó como "personal" de la PolicÃa. "Eso me causó angustia y malestar", se quejó. Una fuente judicial consultada por Rosario/12 le bajó el tono al lamento: "Es lo que dicen siempre".
En la acusación que pesa sobre Recio desde setiembre de 2015, el fiscal Walter RodrÃguez citó a testigos que declararon en la causa. Uno de ellos dijo que "un soldado habÃa comentado que por orden de Recio le disparó a un muchacho indefenso en el procedimiento de Ituzaingó y Las Heras, que salió con los brazos en alto y que éste le gritó que dispare". Otro dijo que Recio era "un verdugo bárbaro. Los suboficiales le hacÃan propaganda porque era "bravÃsimo" y "entraba a las casas pateando puertas en los operativos, que era un héroe".
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