Desde Santa Fe
El juicio por la apropiación del nieto 120 terminó ayer con un veredicto que puso las cosas en su lugar. El Tribunal Oral de Santa Fe declaró que el nombre con que lo anotaron en 1977 y llevó durante 39 años es falso y ordenó al Registro Civil de la provincia que lo cambie por el verdadero. El ya pidió llevar el apellido de sus padres biológicos, Rubén MaulÃn y Luisa Pratto y ayer ratificó que quiere llamarse como su abuelo paterno, Roberto MaulÃn, el jefe de una familia de militantes polÃticos perseguida por el terrorismo de estado en Reconquista, en el norte santafesino. "Tengo la necesidad de reivindicar esta lucha de tantos años", dijo. La sentencia condenó a su apropiadora Cecilia Góngora de SegretÃn a 8 años de prisión y a la médica Elsa Nasatsky, que firmó el certificado de nacimiento apócrifo a 6 años, pero ambas seguirán en libertad porque los jueces rechazaron por mayorÃa el pedido detención que habÃan planteado el fiscal MartÃn Suárez Faisal y los abogados de la querella, Lucila Puyol y Guillermo Munné.
En sus alegatos el fiscal habÃa solicitado 10 años de prisión para las dos imputadas y los querellantes el máximo de la pena, 15 años. El Tribunal condenó a Góngora a 8 años por las tres acusaciones en su contra: retener y ocultar un menor, falsificar sus documentos y alterar su estado civil. Pero a Nasastky le bajó la pena a casi la mitad, a 6 años, por que la absolvió por la más grave: la sustracción y sólo le reprochó los otros dos cargos: falsear los documentos y la identidad del recién nacido. El presidente del Tribunal, José MarÃa Escobar Cello y su colega MarÃa Ivón Vella votaron por "mantener la libertad" de las condenadas, mientras que el tercer juez, Luciano LaurÃa, propuso "la inmediata detención" de ambas -como solicitaron la FiscalÃa y la querella-, pero quedó en minorÃa: 2 a 1.
La sentencia se escuchó con alivio adentro de la sala y aplausos, afuera. Un dÃa de emociones y llanto. José, sus padres y sus hermanos, se abrazaron apenas Escobar Cello terminó la lectura. "Ya está, llegamos", le dijo a MaulÃn. Después, reflexionó que "la vigilia habÃa terminado, definitivamente". Estaba conforme con el fallo. "Lo que costó fue llegar", relató. "La vigilia de estos casi ocho años fue más angustiantes para mi que los ocho años de condena" que le dieron a su apropiadora. Es que él sabe que es hijo biológico de MaulÃn y Pratto desde mayo de 2009, por el resultado de los análisis genéticos, pero recién ayer un Tribunal declaró que su nombre: José Luis SegretÃn, es falso y ordenó devolverle el verdadero: Roberto MaulÃn Pratto.
"Lo mÃo era recuperar mi identidad y la de mis hijos y poder construir tranquilo y mostrándome como quien realmente soy", explicó. Es una sentencia que repara porque "no se puede andar asÃ, por la vida", sin nombre propio. Los MaulÃn y los Pratto desbordaban de emoción. Abrazos, y manos en alto con los dedos en v.
El efecto reparador de la memoria, la verdad y la justicia ya se habÃa visto en el juicio. En su alegato, el fiscal Suárez Faisal habló de la "familia apropiadora". Y planteó la hipótesis de que el niño apropiado tenÃa hasta los nombres de pila de sus apropiadores: José por el "abuelo apropiador" José Ignacio Góngora y Luis por su "padre apropiador" Luis Angel SegretÃn.
A la semana, el alegato de la querella terminó con una carta que los abogados entregaron al Tribunal en la que José dijo que querÃa llamarse Roberto. "¿Por qué Roberto?", le preguntó ayer Rosario/12 "Por mi abuelo Roberto MaulÃn. Es una manera de reivindicar esta lucha de tantos años, él era el jefe la familia. TenÃa esa necesidad de valorar a mi abuelo y a mi abuela, Ana Schoesting". Los dos eran militantes polÃticos, Roberto falleció de tristeza y Ana después de sobrevivir a la persecución, la cárcel y los tormentos.
Rubén MaulÃn aguantó la lectura de la sentencia, sin quebrarse. "Tengo la sensación de una pelea y de un triunfo, llegar al final de nuestras vidas en paz. No hay rencores, no hay broncas, no hay odios, hay un clima de festejo por la alegrÃa de una justicia compartida". Los MaulÃn y los Pratto tuvieron siete secuestrados en la dictadura y recién en 2013, fue condenado el grupo de tareas que los perseguÃa y mantuvo a Luisa Pratto "privada de su libertad en su propia casa", lo que significa que el 26 de marzo de 1977, cuando nació su hijo ella era cautiva de la patota. El fallo fue histórico, uno de los primeros en el paÃs que consideró delitos de lesa humanidad la violencia sexual" que sufrieron Luisa y Griselda Pratto.
Ayer, Luisa se sentÃa aliviada. "Esperamos mucho para esto", dijo. Porque durante casi 40 años tuvo que cargar con el estigma, "con la impunidad, como que nosotros éramos los culpables, ahora, la justicia dijo quiénes son los culpables". Y recordó aquel parto de marzo del '77, en el sanatorio Reconquista, que atendió Nasatsky. "No es fácil para una madre volver a su casa sin su bebé. Eso me ocurrió a mÃ. Pasé años pensando cómo será la cara de mi hijo cuando crecÃa. ¿Cómo serán los cumpleaños? ¿A quién será parecido? Es un dolor inexplicable. Y a pesar de que vivÃamos en Reconquista, nunca nos cruzamos. Yo soy la madre y se lo que pasé, cuando buscaba y nadie me querÃa ayudar. Yo no tenÃa a nadie porque toda mi familia estaba secuestrada".
"Escuchar una condena a quienes le arrancaron a una madre un recién nacido y lo criaron más de 30 años en la mentira es muy fuerte. La justicia reparadora es muy necesaria y aunque no nos devuelva todo lo que hizo el terrorismo de estado tiene el valor simbólico de la reparación", concluyó la abogada Lucila Puyol.
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