"Les metemos siete u ocho tiros y los tiramos al rÃo para que no la cuenten más". Con esa amenaza, dos jóvenes de barrio Las Flores Este fueron advertidos para no denunciar una detención "ilegal" en la que fueron golpeados en plena calle y trasladados al ex Batallón 121, donde sufrieron abusos, apremios y los obligaron a firmar una falsa acusación por tentativa de robo contra tres policÃas de civil. Ayer, acompañados por abogados de la Asamblea por los Derechos de la Niñez y la Juventud, además de la concejala Celeste Leprati y el diputado Carlos Del Frade, presentaron la denuncia en la Unidad Fiscal de Violencia Institucional y Corrupción Policial, a cargo de Karina Bartocci.
El hecho ocurrió el jueves pasado, poco antes de las 17, pero se conoció ayer, cuando los jóvenes involucrados se animaron a denunciar. La acusación llegó un dÃa después de que la policÃa provincial actuara con violencia en las puertas de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia, donde un grupo de jóvenes reclamaba tickets de comida que el Estado debe garantizar (ver aparte).
Según relataron las vÃctimas del ataque, David (25) salió a buscar a su amigo Hugo (22), con quien se conoce de toda la vida. "Ibamos a tomar una gaseosa, pero nos dimos la vuelta porque no tenÃamos el envase, asà que volvimos por Batlle y Ordoñez, casi Paraguay, cuando un auto frenó de golpe, bajó un encapuchado con un arma y me dijo `tirate al piso'. Era un VW Gol Trend blanco, de donde bajó uno; y un Fiat Palio gris oscuro, del que bajaron los otros dos. El encapuchado tenÃa una campera de Ñuls y un pasamontaña, ahà me empezó a pegar de la nada. Lo agarraron a él también (por Hugo), nos esposaron, nos metieron adentro del auto y ahà nos siguieron pegando. Salieron todos los vecinos y preguntaban por qué nos estaban pegando; y todos respondÃan cosas distintas: uno dijo que por resistencia a la autoridad; otro, que querÃamos robar; el otro, que era un procedimiento. Nunca nos dijeron que eran policÃas. No sabÃamos qué pasaba. Antes de subirnos al Palio paró un gendarme y no sé qué habló con ellos, pero se fue. Los vecinos llamaron a la policÃa, se bajaron, hablaron y se fueron también. Cuando ya estábamos en el auto, me empezaron a decir `dame el fierro, yo quiero el fierro'; y les dije que no tenÃa nada, ya me habÃan revisado entero. Nos robaron hasta los teléfonos", señaló David, que todavÃa tenÃa un ojo morado; y un dedo vendado.
La esposa de David, Sabrina, estaba desesperada y recibió un empujón de uno de los atacantes, pese a su embarazo de nueve meses, cuando se acercó a pedir que le dejen de pegar. "Los vecinos les pedÃan explicaciones, pero ellos no sabÃan qué decir. Ahà arrancaron y nos llevaron para el Batallón y en ese trayecto nos empezaron a decir que tuvimos suerte de que no nos agarraron de noche, porque sino no la contábamos. Que hiciéramos lo que ellos decÃan porque tenÃan en el auto medio kilo de faso, merca, que si no les hacÃamos caso nos iban a meter eso para que vayamos directo a Ezeiza (por el penal federal). Nos hicieron firmar un acta en la que no sabemos qué pusieron, pero supuestamente que les quisimos robar a ellos. Nos ficharon". Además,
"cuando llegamos al Batallón estábamos solos con ellos tres y una señora; pero ellos se encargaron de hacer todos los papeles. Me decÃan que me quede tranquilo, que eran un par de horas y que terminando el turno de ellos, no Ãbamos. Nosotros creemos que eran de la PDI (PolicÃa de Investigaciones). Mientras tanto nos amenazaban en un baño o vestuario, nos sacaban fotos, nos seguÃan pegando". Y les advirtieron: "Que no hiciéramos ninguna denuncia porque ellos son policÃas que trabajan de civil y que saben dónde vivimos; que como mucho a ellos les hacÃan un sumario pero que la placa y la pistola no la pierden, y que nos iban a dejar caminar tranquilos unos meses para después meternos siete, ocho tiros y tirarnos al rÃo para que no la contemos más. Siempre les vimos la cara; incluso a mà me vieron el tatuaje de Rosario Central y me decÃan que me pegaban por ser hincha; la tenÃan conmigo", dijo David.
Hugo agregó: "Yo habÃa llegado una semana antes de Córdoba y ya me tengo que volver, pero me voy a tener que quedar porque me están citando por esta causa. Soy herrero y él es tornero. TenÃamos miedo por las amenazas, pero anoche terminamos de decidir que tenÃamos que denunciar esto, para que no le pase a nadie más".
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