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Domingo, 15 de octubre de 2006
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EL ABOGADO DE LA DEFENSORIA QUE INSPECCIONO EL INSTITUTO

"En realidad el IRAR es una cárcel"

Gustavo Lorenzo recorrió las instalaciones del Instituto de Menores que está muy lejos de ser "de rehabilitación", como se pretende.

Por Alicia Simeoni
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Lorenzo cree que "los funcionarios deben asumir la realidad de que el IRAR es una cárcel". "Pretender decir que es algo distinto es una falacia", remarcó respecto al centro de menores.

La Defensoría del Pueblo presentará el martes ante el juez de Instrucción Alfredo Ivaldi Artacho las conclusiones de la recorrida realizada por el Instituto de Rehabilitación del Adolescente (IRAR), ubicado en Cullen y Saavedra, donde hasta ese día no comenzarán las obras relacionadas con los problemas sanitarios, que obligaron al desalojo de cuatro pabellones y al traslado de 20 personas que estaban allí alojados. El abogado de la Defensoría, Gustavo Lorenzo, dijo que todavía no se habló de abordar el problema de las ratas y el de la calefacción de los pabellones, tal como lo ordenó Ivaldi Artacho. También se planteará la opinión respecto del traslado de 11 menores de 21 años a la Unidad Penitenciaria Nº 3. "Se trata de jóvenes sin condena que están todavía bajo el régimen tutelar, cometieron los delitos antes de los 18 y no pueden entrar en el régimen penal de mayores. Tampoco estar custodiados por personal del Servicio Penitenciario Provincial".

La historia de la mayoría de los años del IRAR señala que de ninguna forma se trata de una institución preparada para la rehabilitación de los niños, adolescentes y jóvenes que allí se alojan. Aun más, las constataciones realizadas por el juez penal Ivaldi Artacho son lapidarias, tanto como para que ningún funcionario se atreviera a hablar o querer ensayar justificaciones que sólo reforzarían la noción del atraso estructural, de décadas de desidia e indiferencia.

No se trata sólo del IRAR, es que no hay un sólo lugar -para hablar del caso de los chicos- que exhiba condiciones diferentes a partir de las que se pueda hablar de la rehabilitación de quienes por otra parte tienen vulnerados la más amplia variedad de derechos desde el inicio de sus vidas. "Hay una parte de la sociedad que tiene sus derechos devaluados y además está incorporada la idea, legitimada, de que es posible y no condenable la vulneración de los derechos de manera sistemática", dice Gustavo Lorenzo. El abogado fue parte de la inspección al IRAR el viernes por la tarde cumpliendo con parte de las responsabilidades que designó el mismo juez. Después de 20 traslados quedan en el lugar 39 chicos ubicados en dos pabellones: 14 en uno con capacidad para 12, 16 en otro también de 12 y se utilizan dos sitios más, la sala de admisión con 6, y la enfermería con 3.

La presentación de un hábeas corpus correctivo por parte de la Defensoría, ante el juzgado Nº 10, se hizo en julio pasado cuando ya se sabía de los problemas sanitarios que se agravaron cuando se cerró el CAT (Centro de Alojamiento Transitorio) de calle Dorrego al 900 con la inspección de la Comisión Antiimpunidad del Ministerio de Justicia de la Nación. Desde ese momento los chicos fueron traslados al Instituto. El juez ordenó la clausura de cuatro de los pabellones del IRAR, habló de "depósitos sucios y vergonzosos" y de que el Estado provincial "somete a los jóvenes a un encierro carcelario de modo inusitadamente desaprensivo" En ese marco, después del desalojo se barrieron las instalaciones y se anunció que las obras que tienen que ver con la estructura sanitaria -ya que los retretes estaban al tope cubiertos por materia fecal- se retomarán el martes y estarán listas en 15 días. El juez penal ordenó también limpiar la institución de las ratas que según relatan los chicos bajan de los techos por las mismas cañerías. Una inspección municipal ordenada por el mismo juez constató que el IRAR está "sembrado' de veneno para roedores", comentó Lorenzo. Hasta ahora nada se habló del tema de la calefacción que forma parte de la orden judicial.

El informe que la Defensoría del Pueblo le presentará al titular de Instrucción 10ª incluye un análisis para actuar en función de los tres segmentos etáreos, los menores de 16 para los que se planteará que se determine una forma de intervención o se revean las medidas tutelares de manera de dar cumplimiento a la ley 26.061 de Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Para la franja que comprende a quienes tienen entre 16 y 18 años "habrá que mantener un control sobre el IRAR en cuanto a las condiciones edilicias y en el tratamiento y cumplimiento de las medidas tutelares" explica.

Por último Lorenzo también reflexiona sobre los traslados de once jóvenes mayores de 18 y menores de 21 a la Unidad Penitenciaria Nº 3 de Zeballos y Riccheri y hace las observaciones relacionadas, justamente, con las leyes nacionales e internacionales en materia de protección integral.

"Hasta que los chicos no estén condenados están todavía con el régimen de medida tutelar. Hay que decir que hoy esa medida tutelar debe darse en el marco de la ley de Protección Integral y por más que hayan cumplido los 18 años siguen siendo menores tal como lo dispone el Código Civil. Cometieron los delitos antes de los 18 por lo que no pueden entrar en el régimen penal de mayores".

--¿Qué es hoy el IRAR?

--Los funcionarios deben asumir la realidad de que el IRAR es una cárcel y pretender decir que es algo distinto es una falacia. No hay nada allí que apunte a la rehabilitación y tampoco bajaron los índices de reincidencia. La cuestión de cómo resolver el problema carcelario es muy difícil si no hay políticas para tratar de que no haya gente en las cárceles sino que las hay para que cada vez haya más. El otro tema es que en el sistema de menores la fundamentación del encierro tiene que ser mucho mayor, se trata de una personalidad en crecimiento y no se le puede aplicar únicamente como castigo. Debe existir un plus de fundamentación de por qué se les encierra.

--¿Qué hace un chico en el IRAR?

--Nada, en realidad los chicos no hacen nada. Cuando entramos a uno de los pabellones lo único concreto era el estridente sonido de las cumbias que escuchan todo el tiempo. Dos de ellos doblaban un colchón, otros tres estaban sentados a una mesa y otros parados por ahí. Es una fotografía de lo que ocurre a diario. No hay deportes, no hay talleres, no hay actividad formativa y de distracción, por lo menos de manera permanente. Esperan a que pase el tiempo.

--¿Por qué cree que nadie, desde los niveles de responsabilidad y decisión, se planta y dice de manera tajante que lo que usted describe no puede seguir?

--Creo que porque está la posibilidad de pensar en dos paradigmas, el derechos o el de seguridad. Y toda la lógica del sistema gira en torno al de la defensa social, al de que hay que defender la sociedad de quienes la agreden. Pero en realidad no se hace lo que se necesita para minimizar esa agresión y se limita a encerrar.

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