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Lunes, 7 de mayo de 2007
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Cuando la plata no logra cicatrizar viejas heridas

En Buenos Aires, Solá propuso resarcir económicamente a los padres de los desaparecidos. Querellantes rosarinos creen que con eso no alcanza.

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Juan Rivero, querellante local en las causas por violaciones a los derechos humanos. "No me opongo, pero no es la solución. La solución es la justicia, que no haya más impunidad".

El gobernador bonaerense Felipe Solá presentó la semana pasada un proyecto que busca resarcir de alguna manera los daños causados por la última dictadura militar a través de subsidios de alrededor de dos mil pesos para los padres de los desaparecidos entre 1974 y 1983. Si bien este proyecto abarca únicamente a la provincia de Buenos Aires, desde Rosario uno de los querellantes en las causas por violaciones a los derechos humanos cometidas en la última dictadura, Juan Rivero, planteó que estos subsidios contemplan una compensación por los gastos que las familias de los desaparecidos tuvieron que afrontar para buscarlos, pero que aún quedan cuestiones de fondo por resolver para poder llegar a la justicia y la verdad a través de la memoria.

"Creo que los subsidios no aportan a la justicia y a la verdad, aportarán con respecto a los padres de los desaparecidos en la medida en que muchos de estos son muy ancianos y no tienen ningún tipo de recursos económicos y han gastado lo que han tenido en la búsqueda de sus hijos. Esta es una realidad contundente que no se puede negar, pero esto no resuelve la injusticia. Esto tiene que ver con lo que pasa posteriormente con la gente muy grande que ha dedicado su vida a la búsqueda de sus hijos y que no lo han logrado, y de alguna manera es un resarcimiento de gastos, no emocional, jurídico o político, tiene otro sentido -que puede ser aceptado o no- pero creo que lo que tiene sentido en esto es seguir en el planteo de que haya justicia", aseveró Rivero.

Así, aclaró que si bien no está en contra de que "estas personas que están en malas condiciones puedan tener, no un resarcimiento económico sino un recupero de lo que gastaron en la búsqueda de sus hijos, a esto hay que evaluarlo muy bien porque de nada valdría un subsidio vitalicio para personas que están muy bien económicamente y que tal vez a los gastos que hicieron por sus hijos los pudieron hacer cómodamente".

Diferente es el caso de aquellas familias "que no pudieron hacer todas las cosas y los pedidos porque muchas veces no tuvieron cómo hacerlo ni la plata para presentar un Recurso de Amparo, ni un Habeas Corpus, ni nada por el estilo", y acentuó: "Yo realmente no tengo oposición a esto, sí digo que no es la solución. La solución pasa por que haya justicia, que se sepa el paradero, que los desaparecidos aparezcan, que se sepan dónde están sus cadáveres, y que no haya más impunidad".

Uno de los aspectos que Rivero planteó como pendientes en el marco de la búsqueda de justicia a través de la memoria es el vinculado a la seguridad de los testigos. Así, aseguró que más allá de que a partir de la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final hubo una reapertura de las causas, "en realidad, con una policía que no ha sido desmantelada de los cuadros represivos de aquella época, una policía que su escuela es represiva, no educativa, un gobierno que se cree que son los Maradona de la justicia y que en realidad sostienen esto a raja tabla, me parece que no ayuda a la seguridad de los querellantes" para denunciar los hechos cometidos durante ese período.

"En realidad -continuó- la justicia pasa por otros caminos. Pasa por una sociedad distinta, por un Estado diferente, por un pueblo expresado de distinta manera. O sea, creo que todavía no hay un estado de conciencia que resuelva el tema de la seguridad de nadie, porque en realidad nosotros pasamos de un Estado que era parte de la vida de cada uno de los ciudadanos a un Estado sin códigos donde la seguridad no existe para nadie, porque la sociedad se rompió, entonces hay que construir nuevas formas de ciudadanía desde la perspectiva de que esto crezca, se desarrolle, y crear lugares de contención para que los chicos puedan ir a la escuela, que hoy está destruida", y aclaró que si bien "a esto hay que cambiarlo, no hay ningún decreto que pueda hacerlo. Esto es un compromiso de todos de construir cosas nuevas".

Otro de los aspectos que planteó fue el concepto de libertad. "Todos los ciudadanos tenemos derecho a salud, vivienda, educación, pero para eso tenemos que tener libertad. Y la libertad no es estar suelto, sino que es sentirse plenamente en el colectivo. En el marco de los derechos humanos a estas cosas hay que plantearlas así. Estas cuestiones que hacen a las personas son anteriores a las normativas. Estoy convencido de que para construir hay que sacrificar muchísimas cosas, pero en el sacrificio con la comprensión del fenómeno de los tiempos a vivir está la libertad, está la justicia, y está la paz. No va a haber nunca paz sino es en ese plano".

Al respecto, destacó como uno de los ejes fundamentales al trabajo. "Creo que el trabajo dignifica si responde a las necesidades de los individuos. El trabajo mal pago, el trabajo de la prepotencia, el trabajo de la injusticia y la explotación, el trabajo de los grandes centros de producción del mundo no produce equidad", disparó, y remarcó que "hay una cuestión central que es la estructura represiva y política del mundo, el terrorismo estructural en el mundo pasa por Estado Unidos e Inglaterra".

Así, volviendo a los modos para cambiar esto, explicó que "no podemos pedir al presidente que resuelva el tema de los derechos humanos porque no está en él, no depende de él y no va a poder hacerlo si no estamos nosotros. Este es un tema que tiene que planteárselo cada uno, así como en la economía y en las formas de gobierno. Entonces la memoria tiene que ver con eso. La memoria tiene que rescatar, tiene que ser una máquina de expresar cosas hacia el futuro para que no nos pase más, para no cometer errores, pero también para construir las cosas en un marco nuevo".

Informe: Paula Kearney.

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