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Domingo, 26 de agosto de 2007
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Doce familias aún viven "colgadas" en la barranca

Son pescadores y sus casas precarias están asentadas en la barranca del parque Sunchales. Deben desalojar el lugar por su seguridad, pero no llegan a un acuerdo con el municipio. Críticas a las recientes obras de desagües en la zona.

Por José Maggi
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En ese mismo lugar, con las lluvias de marzo, se desmoronó una casa y murieron tres personas que cayeron al río.

Doce familias siguen viviendo en las barrancas del río Paraná, a la altura del Parque Sunchales al no haber llegado a un acuerdo con el municipio que pretende que desalojen el lugar. La mitad de ellas viven de la pesca, y hasta la justicia entendió que no pueden seguir en el lugar, ya que existe una causa judicial desde marzo cuando la barranca se derrumbó a la altura de calle Moreno terminando con la vida de tres personas. Pero la oferta económica y el proyecto que los contenga en el mismo lugar para destrabar el conflicto aún no llega. "Nos sentimos discriminados por ser pescadores, parece que este lugar lo tienen pensado para los restaurantes caros, y el amarre de veleritos" confesó Orlando Jackson, uno de los pescadores, que responsabilizó al muncipcio por las obras que hizo en el Parque Sunchales. "Taparon el desagüe más grande que tenía la zona con la confitería del Silo Davis, además de muchos otros a lo largo del parque, asi que ahora el agua escurre por cualquier lugar y se producen desmoronamientos", apuntó. La perla de desaciertos es una obra que el municipio hizo en el extremo norte del parque: "hicieron una especie de canaleta de hormigón para drenar el agua y no duró ni un día: se desmoronó y le arrastró el baño de la casa de uno de los pescadores".

Las seis familias de pescadores -unidas por la actividad que realizan desde hace décadas- mantuvieron una carpa en el corazón del Parque Sunchales desde el 29 de marzo cuando llegó el desalojo, hasta el 20 de junio, cuando decidieron regresar a sus casas enclavadas en la barranca misma del Paraná. Por fuera de este grupo otras dos familias decidieron abandonar el lugar: Una de ellas con un subsidio, que le permitió comprarse una vivienda prefabricada que instaló en el terreno de un familiar. Pero esta salida no convenció a nadie más.

Orlando Jackson, un pescador que va cumplir cuatro décadas en la actividad relató su historia a Rosario/12. "Venimos con este problema desde el 27 de marzo pasado, cuando por las intensas lluvias y por negligencia de la Municipalidad, que han hecho trabajos sobre la barranca, se nos vino abajo parte de la barranca entre los silos Davis y la Unidad Nº 3, más precisamente a la altura de calle Pueyrredón. Las familias en cuestión eran catorce, pero dos ya llegaron a un acuerdo económico con la Municipalidad", recuerda el pescador.

En rigor el 29 de marzo, el juez Curto ordenó del desalojo en forma preventiva de todas las familias que terminó en una carpa ubicada sobre la barranca. A partir de ese momento comenzó una negociación con el municipio, que ofreció en primer término viviendas para las catorce familias. Jackson recuerda que "era un edificio de oficinas ubicado en la calle Arijón, frente al Velódromo municipal. Para ir a conocerlo nos dijeron que enviarían una camioneta de la Guardia Urbana Municipal, pero nunca vino nadie a buscarnos. Después cuando fuimos por nuestra cuenta a conocerlo, resulta que hacía veinte años que estaba abandonada, y no eran departamentos sino oficinas. Encima eran diez departamentos y nosotros éramos catorce familias. Finalmente fuimos a ver la inmobiliaria y nos dijeron que la Municipalidad nunca lo había siquiera señado para su compra", recordó.

Jackson recuerda que la primera intención que tuvieron los pescadores fue que el municipio haga una inversión para poder quedarse definitivamente en el lugar. Pero fue rechazada. La segunda iniciativa entonces fue tratar de lograr una zona de pesca en el sector lindero al Acuario Provincial, en el Parque Alem. "Con este tema nos tuvieron que si, que no, pero nunca asumieron frente a nosotros que era territorio provincial. Así que terminamos optando por la zona de la desembocadura del arroyo Ludueña, donde pedimos que nos hicieran unos cofres de dos metros y medio por dos, para poder guardar nuestras herramientas de trabajo, como redes, motores, aparejos y botes. Más una habitación grande para quien estuviera de sereno, cuidando todo. Esta propuesta tampoco prosperó".

"Recién ahora -recuerda el hombre criado en el río- cuando nos reunimos con el doctor Aldo Gómez (ver aparte), nos confirmó que no iba a poder ser en ese lugar, sino que podía ser en la misma zona donde estamos ahora, en el Parque Sunchales".

Jackson recuerda con detalles la oportunidad en que el actual candidato a gobernador Hermes Binner, visitó el lugar. "Bajó a hablar con nosotros porque hacia gimnasia en el parque, y recuerdo claramente una frase que nos dijo: 'el orgullo de todo país que tiene un río que pasa cerca de una ciudad, o la costa del mar, el orgullo de ese país es la colonia de pescadores'. Y nos recalcó que si se arreglaban bien la cosas, nos podríamos quedar acá. Incluso tiró una idea que tenía en mente, que era la de hacer una pasarela aérea sobre el agua, parecido a Costa Alta, para la gente".

Jackson confiesa sentirse desorientado con el futuro que le tiene reservado el municipio. "Tuvimos varias reuniones con Juan Carlos Zabalza (secretario de Gobierno) con nuestra abogada Ana María Nelly y con la APDH. Pero no nos queda claro que quieren hacer con nosotros".

A su lado esta Antonio Thompson, otro de los pescadores que resistió meses enteros en la carpa sobre la barranca, mientras sus familias buscaron cobijo en casas de familiares. "Desde que se levantó la carpa las familias volvieron, pero hay quienes tienen peligro por el lugar que tienen su casa, y otros que no".

Entre los que decidieron irse figuran dos familias: una arregló por 13 mil pesos y otra por 17 mil pesos, según apunta el dúo de pescadores. Una de ellas se asentó en un terreno que comparte con su padre. Este hombre tiene complicado su futuro, fue pescador muchos años y salía con una embarcación de seis metros de largo que era mía, que el derrumbe de marzo la barranca me la destrozó".

Ante la pérdida de esta embarcación Thompson decidió calar una red de 25 metros de largo, que es recorrida todos los días. "Subsiste con lo que queda en la red, pero el otro hombre ahora no pesca más y vive de changas", reconoce.

Por eso el tema que preocupa tanto como la vivienda, es el lugar donde poder seguir viviendo de la pesca. Acá cada pescador tiene su canchas, no podemos ir de prepo y pescar en La Florida, o en la zona sur. Esto tiene códigos, pero parece que no se quieren dar cuenta. Me pregunto si la Municipalidad quiere dejar este lugar libre de pescadores, para que puedan andar tranquilos los yatecitos y veleritos, para el núcleo selecto que lo va a votar al señor Lifschitz", apuntó Jackson.

Lo que sospechan los pescadores, es que no están incluidos en el futuro de la zona, "por los proyectos que escuchamos que hay: confiterías y restaurantes. Por eso nos sentimos discriminados, por ser pescadores y no usar traje".

Las ofertas para que dejen el lugar no son suficientes para radicarse en otra zona: van desde los cinco mil pesos a los 26 mil, algo que consideran insuficiente para comprar un inmueble. "Lo que no entiendo es porque si es la Municipalidad la que tiene el problema, que es sacarnos de acá, no están tirando el problema a nosotros".

Jackson también desconfía de quienes negocian la solución."Mientras Gómez nos dice que nos quedamos acá, en el Parque Sunchales nos enteramos que (Rubén) Palumbo, que es uno de los encargados de esta zona de la costa está haciendo tratativas con el club Islas Malvinas, (en la zona norte) que es un club privado de pescadores, para ubicarnos en ese lugar. La verdad es una locura porque todo lugar privado tiene sus estatutos para los socios", apuntó.

"Somos toda gente de entre 45 y 60 años, si nos obligan a dejar esta actividad con la edad que tenemos donde vamos a conseguir trabajo. Me pregunto si con tantas vueltas que dan con nosotros, no estarán pensando en ampliar la villa con otras seis familias, o querrán ampliar el mercado de cartoneros. Y no es que no respete a la gente que tiene que cirujear, pero a los sesenta años no me gustaría que me empujen a hacerlo" dice Jackson.

"Por eso le pedimos al señor ingeniero Lifschtiz, que se humanice un poco con nosotros, porque solo con los dueños de los coches cero kilómetro no se ganan las elecciones. Con los pobres también".

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