Como lo hicimos dos meses antes a la masacre del 11 de abril cuando advertimos a todos los estamentos del poder de que el Servicio Penitenciario Provincial (SPP) estaba tratado de generar un motÃn o algo similar, de igual forma nos adelantamos en el último número de nuestra revista al fallo judicial que se dictó recientemente en favor del poder polÃtico y el Servicio Penitenciario por la masacre del 11 de abril del 2005, en el que el magistrado actuante descarta una zona liberada y la connivencia del SPP en los hechos y sólo procesa a cuatro de sus integrantes con la intención de apaciguar un poco los ánimos para que de esta forma el estado salga lo menos perjudicado posible en estos crÃmenes, que intentan tapar bajo los argumentos de ajustes de cuentas entre santafesinos y rosarinos.
Como cualquiera se puede imaginar en el ámbito penitenciario se violentan constantemente los derechos humanos, hemos sido testigos no sólo de torturas psicológicas y fÃsicas sino también de los más infames, delitos que atacan y cortan la vida misma, llevados adelante por algunos sirvientes del poder que integran esta fuerza y en la actualidad se encuentran en actividad, bancados y amparados por polÃticos corruptos y jueces de su misma calaña.
Pero lamentablemente no nos tenemos que sentir sorprendidos por fallos de esta naturaleza, sentencias de este tipo son el mero producto de una justicia provincial corrupta a la cual el nacional le estampó muy bien el rótulo de corporación mafiosa y en ella a pesar de la buena voluntad de algunos jueces no pueden existir fallos independientes, más aún tratándose de un hecho que tomó ribetes internacionales. Recordamos que la nación tiene una buena y merecida sanción dictada por organismos internacionales por el pésimo estado de las prisiones del paÃs y, si se reconociera la zona liberada y connivencia del servicio penitenciario en esta causa el estado se incriminarÃa directamente y como crÃmenes de estado que son se tendrÃan que empezar a pensar en delitos de lesa humanidad, para que algún dÃa estos asesinos sean juzgados.
*Interno de la cárcel de Coronda y editor de la revista Ciudad Interna.
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