Entre tatas anécdotas y recuerdos que plantea en sus 145 páginas el libro Gigantes, quizá la que sobresale es la que cuenta el árbitro uruguayo Ernesto Filippi, la autoridad designada por la Confederación Sudamericana para dirigir la revancha en Arroyito. Filippi cuenta que la final "era mi último partido como árbitro internacional y decidà que me acompañara a la Argentina mi hijo MartÃn, que apenas tenÃa 15 años. Pedà un permiso especial ya que está prohibido viajar con familiares o amigos. Lo que pasó en Rosario fue algo maravilloso que nunca podré olvidar, una fiesta extraordinaria, mi despedida, un resultado histórico y mi hijo se hizo fana de Central".
Por este motivo, los autores llamaron al hijo de Filippi la noche que Central jugaba frente al Inter de Porto Alegre por la pasada Copa Sudamericana. MartÃn -que hoy tiene 25 años y vive en Montevideo, donde trabaja y estudia- dijo, al recordar la noche que decidió hacerse hincha de Central, que "nunca imaginé que podÃa existir ese ambiente. En aquel entonces era hincha de Peñarol, pero después de lo que vivà en Rosario regresé con otra forma de ver el fútbol desde una tribuna. Volvà siendo canalla y empecé a ir a ver al Liverpool, el cuadro de la gente de mi barrio. Es como que entendà lo que era el verdadero sentimiento hacia un equipo de fútbol".
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