Ahuyentó a los gatos, espantó a los pájaros,/ se plantó sobre la tortuga./ Impune, como todo rey,/ tenÃa por horizonte los muros/ y reinaba solo./ Sentado en la tierra,/ comÃa del barro/ y relamÃa su cuerpo. Era puro/ aliento y fruición,/ su propia ley.
Un dÃa el tiempo le blanqueó la barba y le sopló los dientes.
Ahora, echado en el patio, con ojos tibios me mira./ Sólo pide/ que nadie le tape el sol.
CÃnico, poema del libro "Disonancia del jardÃn" (Editorial Municipal de Rosario, 2009)
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