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Lunes, 8 de marzo de 2010
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Burton y Depp en el espejo

Elogio de la locura

Por Leandro Arteaga

"Era un tipo pálido, de aspecto frágil, de ojos tristes, con un pelo en mucho peor estado que el que podría haber dejado la lucha con la almohada de la noche anterior (?) los ojos ferozmente abiertos y desorbitados, curiosos, ojos que habían visto mucho pero aún devoraban todo. Este lunático hipersensible es Edward Scissorhands", supo decir acerca de Tim Burton el actor Johnny Depp.

El relato se vincula al recuerdo del primer encuentro entre ambos, cuando Burton lo entrevista para el film que marcaría, por un lado, el inicio de una relación cinematográfica que todavía les une y, por el otro, para decidir a Depp a continuar en la actuación, hastiado como estaba de ser el "chico de la tele" y el "ídolo juvenil": "aturdido, perdido, empujado hacia las entrañas de América disfrazado de joven republicano", hubo de señalar.

El joven manos de tijera (1990) prolongaría la galería freak que el realizador ya comenzara a cimentar con otros personajes igual de marginales y desclasados como Beetlejuice, Batman y Pee wee Herman. Pero en Depp encontrará el alter ego justo, el espejamiento ideal. Así como el actor reconociera al personaje de las tijeras en la figura del propio director, el mismo Burton dirá de Depp que "es un tipo normal -al menos según mi interpretación de normal , pero se lo percibe como oscuro, raro y difícil. Y es juzgado por su apariencia aunque es completamente lo contrario. Al igual que Edward Scissorhands".

Máscaras más, disfraces menos, el rostro de Johnny Depp encarnará una vez y otra las distintas facetas del prisma Burton. Las máscaras de los personajes como si de un caleidoscopio se tratara: Ed Wood, Ichabod Crane, Willy Wonka, Victor Van Dort, Sweeney Todd y, ahora, Mad Hatter/El sombrerero loco. Cada una de las caracterizaciones, un mundo aparte y, a la vez, el mismo lugar de siempre. Depp es Burton y Burton es Depp: "Tim sólo necesita decir unas pocas palabras inconexas, sacudir la cabeza, ponerse bizco o mirarme de cierta manera para que yo sepa exactamente lo que tengo que hacer en una escena".

Mad Hatter aparece, así, como otra de las encarnaciones de este espejo compartido y, a su vez, como uno de los mejores recuerdos para el film en cuestión. Porque la Alicia de Burton se encuentra a medio camino entre los animalitos alla Disney y su mundo dark y noir. (El castillo de la malvada Reina de Corazones, tan parecido al de Disneylandia, es el mejor guiño ¿pero suficiente?).

El Sombrerero (última mutación de Edward), con su equilibrio precario, trata de sobrevivir a la experiencia. Uno de sus ojos mira para un lado, el otro no se sabe hacia dónde. Hay algo de molestia, de enfado, en su andar. También un poco de desconcierto (¿por qué ese baile de alegría, tan inconsecuente con él?). De todas maneras, y dando tumbos, el Sombrerero (o Edward, o Depp, o Burton) sobrevive a la experiencia en tierra Disney. Su afección queda retenida, desde una última imagen, entre brumas de medianoche, a la espera pronta de un despertar nuevo y más frankensteiniano.

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