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Viernes, 30 de mayo de 2008
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catálogo Q

El amor cerrado

Sylvia Molloy
En breve cárcel

Simurg

“En breve cárcel traigo aprisionado /Con toda su familia de oro ardiente /el cerco de la luz resplandeciente /Y grande imperio del amor cerrado.” En breve cárcel lleva estrofa de Quevedo como epígrafe. Retengamos de ella especialmente “en breve cárcel” y “amor cerrado”. De eso trata la novela de Sylvia Molloy, joya secreta de la literatura argentina allá por los comienzos de los ‘80, cuando apareció su edición original. Volvería a publicarse cuando Molloy ya estaba convertida en totem universitario que cada vez que viene de visita al país genera un revuelo de papers y monografías. Luego publicó otra novela, El común olvido, pero En breve cárcel mantiene el gusto por lo secreto y el clima de íntima asfixia del cuarto cerrado donde la protagonista escribe y vive “en la espera de una mujer que quería y un día faltó a la cita”. Y pensar que, como contó la autora, hubo reseñas de este libro en los años ‘81, ‘82, que obviaron completamente su impronta lésbica. Curiosa hazaña discursiva, ya que no se trata aquí de cuerpos y sexos escamoteados ni mucho menos. Lo que aparece escamoteado en general es la posibilidad de desarrollar una anécdota, el mundo de lo referencial. En parte porque el libro es deudor de cierta moda teórica de la época (borrar los referentes reales) y en parte porque se postula como una novela que plantea el conflicto de escribir sobre personas reales. (“Se pregunta por qué disimula nombres literalmente insignificantes cuando pretende transcribir, con saña, una realidad vivida.”) Esas personas, en el relato, son Vera y Renata, y la historia es la de un amor cerrado y endogámico, con un erotismo tan intenso como íntimo. “Ha vuelto a esta ciudad para escribir. Gran mentira: hoy escribe porque Renata no ha venido, no porque pensara escribir. Y como este cuarto le propone una alternativa, la de seguir (como ya lo ha hecho) los pasos de Vera a quien acaso encuentre, puede dilatar la espera, postergar. No deja de ser curioso: ella conoce a Vera en este cuarto, duerme con ella en otra ciudad donde Vera la abandona por Renata, conoce por fin a Renata abandonada por Vera, y hoy espera en vano a Renata en el cuarto al que ha vuelto sin querer y donde esta historia comenzó. Es como un interminable juego de la oca.”

El detalle, la intimidad, la escritura y la literatura son las herramientas de esta obra que a pesar de las ediciones no ha perdido el discreto encanto del objeto de culto. Pero este culto, en todo caso, fue amasado en la marginalidad de lo que no se puede decir y sin embargo se dice, en el secreto y el dolor; resalta su alejamiento del objeto de culto porque sí, del culto snob. Y eso le otorga una fuerza peculiar que la ha convertido en cifra del amor cerrado.

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