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Viernes, 19 de marzo de 2010
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Susú sí

Willy Lemos se lleva los aplausos en el estreno de Paco, la película de Diego Rafecas.

Por Paula Jiménez
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Cuando, hace más de veinticinco años, Willy Lemos interpretó a la prostituta travesti de Tacos altos, recién empezaba a engrosarse la lista de sus variadas mujeres que a veces fueron exuberantes, como la de Los invertidos de Alberto Ure y también las ha habido sencillas y despintadas al modo de Susú, el personaje que compuso para el reciente film Paco, de Diego Rafecas. De esta película resulta particularmente impactante la única escena que el público ovacionó el lunes pasado, durante la función de la avant première. Es el momento en que Susú (que se presenta en un psiquiátrico como padre de una interna y explica cómo llegó a elegir su nombre: por derivación de Marcelo, Marsu, Susú), para poder ver a su hija Belén (Sofía Gala), se enfrenta a las canallas autoridades de un loquero donde la joven yace internada por consumo de drogas y demás yerbas. Para colmo de males, el médico que le impide establecer contacto con Belén también abusa de ella dentro del hospicio. Es decir: todo mal, peor imposible. Esta mujer—padre, lisa y llanamente descalificada por un medicucho infecto y violador, pasa de la tranquilidad a la furia en cuestión de segundos. Lo amenaza con hacerlo violar por un par de sus clientes si no se respeta su voluntad y Lemos se luce, a continuación, en la interpretación de un parlamento hecho a su medida. “Devolveme a mi hija, hijo de puta”, termina gritándole un segundo antes de que los espectadores, conmovidos por la actuación, pero también identificados con la indignación del padre-madre de la víctima, comenzaran a aplaudir. Su historia, la historia de Susú y Belén, es una más dentro de la trama de una película ambiciosa que, lamentablemente, narra demasiados conflictos. Después del desastre con el médico, Susú consigue sacar a su hija del hospital y llevarla a una clínica especializada dirigida por Nina (Norma Aleandro, brillante como siempre), donde la van a tratar, por lo menos, un poquito mejor. Desde allí Susú aparecerá muy poco y la volveremos a ver durante una reunión de padres en la que relatará un operativo policial donde fuera apresada junto a otras travestis. “Yo escuchaba a mi nena llamarme del otro lado: mamá, mamá”, le cuenta al resto de los familiares, atravesados todos por el mismo dolor.

En sí, la película pareciera querer dejar bastante claro que el director no pretendió asociar la problemática de esos chicos con sus historias familiares pero, sin embargo, Diego Rafecas elige mostrar a la mayoría de estos adictos con relación a sus padres. Al final, nos enteraremos de que dos de ellos reincidirán y son, oh casualidad, aquellos que no fueron visitados durante la internación. O sea: alguna relación causa/efecto parece sugerirse. Paco picotea aquí y allá, se centra en un personaje y luego en otro y en otro y en otro, y termina desperdiciando la potencialidad dramática de las diversas historias que la integran. De todos modos es de destacar que interpretaciones como la de Willy Lemos ayudan a este film a imprimir en el espectador la memoria de algunas escenas difíciles de olvidar. Por su parte, Susú es una de las mejores creaciones de este actor surgido del osado underground porteño de los últimos tiempos de la dictadura.

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