No sé cómo empezar. TodavÃa estoy un poco borracho y totalmente congelado. Y cansado. Y me duelen las piernas. Pero tengo que escribir. TodavÃa no puedo creer lo que acaba de pasar. Existimos. Y tengo tantas ganas de escribir. Son las 6.50 y hace un rato llegué a La Plata. Se acaba de aprobar el matrimonio igualitario. Estuve casi 16 horas en Buenos Aires. Ayer salà a las 11.30 de La Plata y llegué muy temprano a la plaza del Congreso. Fue un dÃa agotador, lleno de expectativas y amigos y personas que amo. HabÃa mucha gente. MuchÃsima. Muy diferente. Estaba mi hermano. Te amo hermano, te amo más allá de la vida. TodavÃa no puedo creerlo. El debate fue muy largo. Pudimos ver algunas partes, otras no. Hubo personas agresivas y otras hermosas. Estuvimos todos ahÃ. Los que estaban en cuerpo y los que estaban a la distancia. Gasté cincuenta pesos en mensajes de texto en todo el dÃa. No se sabÃa qué iba a pasar. Yo siempre soy, fui, escéptico. Pero lo escéptico se me fue a la mierda hoy. Nos quedamos hasta el final. No se sabÃa qué iba a pasar. Para combatir el frÃo tomamos caña Legui y vino. Estuvo mi vieja pendiente del debate informándonos, estuvo Mariana, con café y su gorro hermoso y su mirada luminosa, estuvieron los varones, estuvieron mis amigos, estuvieron muchÃsimas personas. Y en el momento más inesperado, el final se acercó. Creo que di muchos besos inocentes. Ya no me acuerdo cuántos. Abracé a muchas personas. Por un instante fuimos uno. Nos abrazamos todxs y deseamos por un momento que el odio se evaporara y la oscuridad no ganara. Por lo menos una vez. Nos abrazamos y esperamos el momento de la primera votación, que la historia fuera diferente. Y lo fue. La primera votación, la del dictamen de mayorÃa, fue derrotada. Y hubo un estallido de inmensidad. Y se volvió a votar, y hubo manos y abrazos y no miramos y no reÃmos y hubo un instante de silencio. Y la votación fue por el sÃ. Y mi vieja en Rawson lloraba. Y mi viejo miraba por televisión. Y no se puede creer. Existimos. No se puede creer. Es verdad. La ley de matrimonio igualitario se aprobó. No hay marcha atrás. Negre de Alonso llora porque le dicen la verdad de lo que es. Yo lloro porque no puedo creerlo. Miro a todos a mi alrededor y no puedo creerlo. Este va a haber sido un dÃa muy emocionante para todxs. Para mà esto no tiene tanto que ver con el matrimonio. Esto tiene que ver con que existimos. Existimos. Somos. Estamos. En todas partes y en todos los lugares imaginables. No somos algo irreal y ficticio. No somos un fantasma. Y no hay ningún odio naranja que pueda detener eso. Existimos. Somos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.