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Viernes, 15 de octubre de 2010
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¡ufa!

Domingo sangriento

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Fue la primera marcha del orgullo que se celebra en Serbia después nueve años de acatar las amenazas de los grupos homofóbicos que llegaron cíclicamente, año a año, a quienes simplemente manifestaban su deseo de poner el cuerpo en la calle para hacer visibles las identidades lgbtti.

Este año las amenazas también dijeron presente, pero el contexto político era otro: Serbia quiere pertenecer a la Unión Europea y resultaba estratégico exhibir frente al resto de los países miembro de la Comunidad un compromiso con los derechos humanos. O por lo menos un mínimo de corrección política capaz de asegurar el derecho a manifestarse y también el derecho a vivir la sexualidad sin violencia. La expresión más clara de ese compromiso sería la voz de Vincent Degert, jefe de la misión de la UE en Serbia, quien abrió la marcha celebrando en su discurso “los valores de la tolerancia, la libertad de expresión y de reunión”. Lo hizo el domingo pasado en una plaza de Belgrado blindada de policías. Es que para asegurar que esta vez la marcha sí iba a suceder –el año pasado se suspendió a último momento por falta de seguridad–, el Estado rodeó al millar de manifestantes con cinco mil policías que llevaron la peor parte cuando empezaron las agresiones. Piedras, palos, bombas molotov y también armas de fuego formaron parte del arsenal de quienes se declararon públicamente cristianos –la iglesia ortodoxa serbia había repudiado con desprecio la marcha, pero se despegó de la violencia física– y defensores de los valores de la familia serbia y que según los medios locales no son otra cosa que barrabravas filonazis que hasta ahora contaban con la protección o al menos la indiferencia del Estado, que venía respirando con alivio después de cada marcha suspendida. Y es a esa supuesta convivencia que apuntó el esloveno Jelko Kacin, a cargo de evaluación del Parlamento Europeo sobre Serbia. “Un mensaje muy malo llega desde Belgrado”, anunció Kacin oscureciendo la candidatura de Serbia a integrar la UE. “Es evidente la ineficiencia del Estado para garantizar derechos humanos mínimos.” A una semana de la llegada de Hillary Clinton para apoyar a Serbia en su pretensión frente a la UE, la foto que llega desde Belgrado habla de 140 heridos, 180 detenidos y un retrato de homofobia radical, occidental y cristiana (ortodoxa) contra la que no pueden hacer contraste, siquiera, los valientes rostros del millar de adustos manifestantes que desafiaron al miedo en ese domingo sangriento.

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