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Viernes, 25 de febrero de 2011
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a la vista

Dar la cara

Por Diana Sacayán
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Hace dos años, un grupo de amigas del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación fuimos a visitar a otra que vive con VIH. Estaba atravesando una recaída, pasó varios días en el hospital y cuando nos vio se quebró y dijo, de una manera que me impactó mucho, que deseaba salir de la prostitución y tener un trabajo. Le prometí que iba a armar algo que nos reuniera a todas. Y ése fue el momento en que yo como persona decidí motorizar este proyecto, que es posible gracias a la participación de las 30 compañeras que formamos parte.

Nuestra organización nació tras el caos de 2001. Primero en un pequeño local del Movimiento Territorial de Liberación en Laferrère. Al principio no éramos solamente travestis, pero en el camino empezamos a visualizar que nuestras demandas tenían una especificidad que no involucraba a otras integrantes de la organización. Muchas de nosotras no teníamos donde vivir y todas nos dedicábamos a la prostitución. Lo primero que nos unió fue la persecución que sufríamos de la policía, pero pronto entendimos que la policía es una parte del aparato que responde a políticas más generales. Después de organizarnos, nuestro segundo paso fue derogar un artículo del Código Contravencional de la provincia de Buenos Aires, que ordenaba reprimir a las travestis con días de cárcel. De manera que tuvimos un avance escalonado, siempre bordeando la segregación y el olvido.

A raíz de la promesa que le hice a mi amiga, organizamos la asamblea constitutiva, decidimos que nuestro nombre iba a ser Sylvia Rivera, pensamos que su figura debe ser resignificada y empezamos a pensar qué es lo que nos gusta a todas. Descartamos la costura y nos dimos cuenta de que cocinar era algo que todas sabíamos y disfrutábamos, y allí empezamos a pensar en la posibilidad de un proyecto gastronómico. Hicimos las gestiones, el Inaes nos dio una matrícula e hicimos los cursos de capacitación sobre cooperativismo. O sea que tenemos todo. Lo que nos falta es un lugar, porque las instituciones que están involucradas nos dieron los recursos, pero necesitamos un espacio físico. En este punto no tenemos respuesta de nadie, así que decidimos reclamar desde otro lugar: filmamos un video y lo colgamos en YouTube. Además lo enviamos a organizaciones sociales. Salió espontáneo, natural, como fue hecho, sin ensayos. Se ha dicho algo sobre la edición del video, ya que se escuchan comentarios de las chicas (“queremos trabajar” o “me conmovió hasta las lágrimas”), pero lo dejamos así porque teníamos ganas, nos ofrecieron editarlo, pero nos pareció mejor que se vea la calle de tierra, nuestros dichos, un señor caminando por la vereda, los perros ladrando: somos el barrio y el barrio salió reflejado absolutamente.

Tuvimos una repercusión enorme en pocos días. Me llamaron de todos lados, gente que no conozco que nos ha dado su apoyo. A todos les digo lo mismo: nosotras buscamos crear políticas de inclusión serias. No hacemos las cosas para los medios de comunicación, no está mal hacerlo, pero nosotras no buscamos protagonismo, sino protagonizar. El contexto en el que hoy vive la población travesti es de absoluta vulneración y si a ningún funcionario le importa, dejemos de hablar de derechos humanos. La ley de identidad de género está por salir en el Congreso, pero nuestra lucha no es nueva. Hemos crecido desde los ’90 y bastante, y estamos seguras de que la Presidenta nos va a escuchar, entendemos que es una mujer inteligente que va a saber atender nuestras necesidades.

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