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Leí dos notas publicadas por ustedes el viernes 1/04, una titulada “Carne podrida” y la otra “Las razones de la impunidad”. Sentí impotencia, indignación y bronca, porque estos horribles y violentos acontecimientos todavía continúan ocurriendo en nuestra Argentina. Primer pais latinoamericano que en el 2003 aprobó la Unión Civil en la ciudad de Bs. As. Primer país latinoamericano que en diciembre del 2009 concretó, en el Registro Civil de Ushuaia, un matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Primer país latinoamericano (y segundo de todo el continente americano) en aprobar el matrimonio civil igualitario.
En mi opinión, el Estado nacional debería y debe recurrir a todos los recursos legales disponibles para lograr neutralizar estos espantosos actos homo-trans-fóbicos. Estoy harto de los retrógrados que no están adaptados para convivir pacíficamente en una verdadera democracia del siglo XXI. El mensaje del Estado debería y debe ser muy clarito y bien contundente: en la Argentina no hay lugar para la homo-lesbo-trans-fobia. No hay lugar para el asesino de Natalia Gaitán. No hay lugar para los dos violadores de la travesti salteña Gisel Choque. No hay lugar para los “camisas negras” y/o “camisas pardas” que publican las muy siniestras revistas Cabildo y El Guardián.
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