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Viernes, 8 de julio de 2011
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ET y yo

Por Pablo Pérez

Después de haberle dado todas las vueltas al asunto, de haber escuchado las experiencias —algunas terroríficas y otras alentadoras— de mis amig@s y lector@s con sus respectivos cócteles, después de los habituales malabarismos con los palos en la rueda burocráticos, empecé a tomar Efavirenz-Truvada. Me gustaría contar algo más espectacular, como aquella vez cuando soñé que durante un ataque de tos me quedaba con los pulmones y el estómago entre las manos y me preguntaba qué hacer con ellos. Pero no, falsas ilusiones, el nuevo cóctel ET no me provocó ningún efecto lisérgico.

Tenía bastante miedo antes de empezar a tomar las pastillas y seguí las instrucciones que había leído en www.aidsmeds.com, donde recomendaban armar una red de contención: avisé a algunos de mis amigos para que estuvieran atentos por si necesitaba su ayuda y me instalé por el fin de semana en la casa de B. El Truvada viene con un prospecto que dice “Lea la información para el paciente que se incluye con Truvada antes de comenzar a tomarlo y cada vez que se lo vuelvan a recetar”. Me pregunté entonces si iba a tener que leer el prospecto una vez por mes, a lo cual el mismo prospecto me contestó “Puede haber información nueva”. Soy de los que leen todos los prospectos, pero esta vez había decidido no leerlos para no sugestionarme. Con esta invitación, sin embargo, no pude evitarlo. Estaba con B y lo leí en voz alta, el humor disolvió lo trágico de las advertencias. Todo lo que se lee allí es tremendo, como las leyendas con imágenes de pulmones arruinados o personas muriendo de cáncer que ahora deben incluirse en los atados de cigarrillos en algunos países, pero mucho más largo. Se supone que el medicamento es algo bueno para nuestra salud y los cigarrillos algo malo. Pero en ambos casos es como si te dijeran “Usted sabe lo que está tomando, queda bajo su responsabilidad”. La parte divertida, que podía ser la de los sueños vívidos, no ocurrió, tal vez se produzcan con la acumulación de droga en la sangre. Para inducir un lindo sueño la primera noche, elegí una película de animación que no terminé de ver. Me dormí abrazado a B, pensando, “si me duermo así, los sueños que tenga van a ser de amor”. Pero lejos de eso, tuve sueños de lo más comunes: contarlos aquí sería convertir esta columna en una lista de las compras, contribuir al sueño de lectoras y lectoras. ¿Duermen conmigo?

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