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Viernes, 12 de abril de 2013
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Hasta nunca

Legado de hierro

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Decisiones altamente injustas como el bombardeo del Belgrano y todo lo que significó la guerra de Malvinas para nosotros dejaron en la oscuridad la alta influencia que tuvo la Dama de Hierro en perpetuar la homofobia en su país. En su rol de primera ministra del Reino Unido (entre 1979 y 1990), Margaret Thatcher, que se murió el lunes pasado, trató de bloquear los derechos gay existentes y restringir cualquier posible avance. Si hay que destacar algo en su aporte a los DD.HH. de las personas homosexuales puede destacarse la opresión y sobre todo la Cláusula 28, que sella en la ley británica el prejuicio de que la homosexualidad es perjudicial para la sociedad. La polémica cláusula promulgada en 1988 fue un símbolo poderoso de la condición de ciudadanxs de segunda que ocuparon en ese país gays y lesbianas por esos años. Recién en 2003, Tony Blair se tomó el trabajo de derogarla.

Richard G. Mann, académico especialista en estudios Lgbtq del Reino Unido, caracteriza a la Era Thatcher como de “reducción moral” y como uno de los gobiernos que se opusieron más fervientemente a los derechos homosexuales y sexuales. Al asumir, en 1979, Thatcher anunció que no extendería la Ley de Delitos Sexuales de 1967 (que sí despenalizó la homosexualidad en Irlanda del Norte). En 1980 rechazó un proyecto de ley de vivienda que habría dado a las parejas de gays y lesbianas una seguridad habitacional de la que ya gozaban las parejas heterosexuales. Más tarde, ese mismo año, rechazó un pedido para que ciertas leyes laborales discriminatorias fuesen reformadas. En octubre de 1982, fortalecida con la popularidad que la guerra de Malvinas le insufló, profundizó la persecución de la población Lgbtq. Ese mismo mes, la policía allanó una fiesta privada en Londres y arrestó a 37 hombres, quienes fueron acusados de participar en actos homosexuales. En 1983 ganó las elecciones con un porcentaje aplastante y dotó a la policía aún de más poder para la detención en casos que involucraran “decencia pública”. La acción policial contra la población Lgbtq no paró de crecer: por ejemplo, más de 50 agentes allanaron The Bell, un bar gay muy conocido en Camden por una supuesta infracción de las leyes de concesión de licencias.

Si el legado de Margaret Thatcher fue el de la represión y el uso discriminatorio del poder del Estado, sus políticas también –involuntariamente– llevaron a que un mayor número de personas Lgbtq abrazaran la militancia. A modo de resistencia contra la Cláusula 28, creció el activismo en todo el país. Más de 10 mil gays y lesbianas participaron en una marcha en Londres el 9 de enero de 1988, dos días antes de que la Cámara de los Lores debatiera la medida. Varias otras grandes protestas tuvieron lugar las semanas siguientes. Después de que la Cámara de los Comunes aprobara la cláusula, en marzo, las protestas continuaron.

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