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Viernes, 2 de agosto de 2013
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Musica

Menamoré

Sobre el orgullo de ser lesbiana, los nuevos aires de la música chilena y el encanto de las argentinas habla Javiera Mena. De vuelta de su gira por Europa, la joya del tecnopop chileno prepara su tercer disco después del éxito de Esquemas juveniles y Mena.

Por Andrea Guzmán
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Javiera Mena, con disfraz de oso pardo, camina por el bosque perseguida por una adorable cazadora de barba postiza y pantalones ajustados. Javiera Mena con uniforme escolar –oculta en el último escalón de la grada– espía a la chica que le gusta en la clase de gimnasia rítmica. El desamor adolescente, la incerteza existencial de los 20 años y la nostalgia noventosa son la marca de la chilena que se ha convertido en un suceso consagrado del electropop en Latinoamérica. Acaba de hacer una colaboración en el último disco de Julieta Venegas, musicalizó la película de interés LGBT Joven y alocada (ganadora del premio a mejor guión en el Festival de Sundance y la categoría Vanguardia y Género en el Bafici de este año) y está en proceso de lanzar el primer sencillo del nuevo disco que prepara, luego de dos años en giras por Europa y México con Mena, el trabajo que reemplazó la melancolía adolescente de su primer disco Esquemas juveniles (producción de Sebastián Carreras, de Entre Ríos) por una desazón bailable que tuvo colaboraciones de Jens Lekman y Daniel Hunt, líder de Ladytron.

Lesbiana reconocida, desde que su trabajo obtuvo notoriedad se ha referido al tema abierta y persistentemente en los medios de comunicación transandinos; sin embargo, su acercamiento más profundo proviene siempre desde la sensibilidad musical. Canta y compone desde los 16 años y su encuentro con las redes sociales, la autofactura y las facilidades del software la catapultaron rápidamente a la cumbre de una nueva escena indie chilena, en ese momento todavía en pañales. La producción –desde su segundo disco– a cargo de Cristian Heyne, el mismo responsable de otros artistas chilenos que frecuentan la Argentina como Gepe, Dënver o Alex Anwandter, resultó en un sonido tan variado como sus referentes, desde el videojuego Súper Mario hasta las baladas de Daniela Romo. Canciones de climas contemplativos sobre chicas lindas y frías, los amores a distancia y un ímpetu y arrebato juvenil basado en lo que, reconoce, son muchas veces experiencias personales. Como cuando tenía 19 años y viajó 24 horas sola en un colectivo a Buenos Aires para ver a los Pet Shop Boys por primera vez. O cuando lo hizo para encontrarse con una argentina –alma gemela musical– que conoció por el chat de Soulseek.

¿En qué etapa estás del nuevo disco?

–No quiero decir ni el nombre del single todavía, estoy preparando lo nuevo y esperando que salga antes de fin de año. Lo hice entre hoteles y aeropuertos, porque al mismo tiempo estoy tocando mucho en el extranjero, en eso me divido. El disco va a seguir por el lado bailable y va a tener mucho más que ver con lo urbano y con el viaje, con las ciudades grandes y personas que he conocido moviéndome de un lado a otro. Acabamos de recorrer Europa y la verdad es que tengo la deuda por tocar más en Chile. A la Argentina le tengo un cariño especial, es el primer lugar donde fui a tocar.

¿Vienes?

–Sí, me gustaría volver con mi single este año, siempre será mi segundo país. Alejandro Ros hace las portadas de mis discos y ahí viven mis mejores amigos. Además, las argentinas son súper bonitas y encantadoras, casi me voy a vivir allá por una novia que tuve.

¡Pero te quedaste!

–Sí, al final no resultó, pero pasé mucho tiempo allá. De hecho tuve dos parejas argentinas. Encontré que era un lugar muy diferente a Chile, fue un terremoto. Aparte de que tienen educación gratis, me sorprendió la apertura gay, primera vez que salía en la noche y había fiestas gay donde ir. Volvía acá y era un desierto, la poca onda que había era sólo para hombres.

Y con los nuevos aires en la sociedad chilena, ¿no ves cambiado el ambiente al día de hoy?

–Acá vamos muy lento en este tema; en realidad, después de estar en Madrid o en Buenos Aires, siempre llegaba con un poco de depresión. Para mí, asumir la homosexualidad desde chica fue un acto político y consciente, decir soy lesbiana, véanlo y sepan que hay mucha gente más, fue importante. Yo prefiero que mi llegada sea a través de la música, pero estoy feliz de que se avance con movimientos de todo tipo. Me siento muy identificada con los adolescentes de ahora, con su compromiso con los movimientos sociales, les tocó el tema de la educación, salir a la calle, participar políticamente, lo que también ha tenido mucho que ver con que se instale el tema de los derechos homosexuales y estén en la agenda, en discusión.

Fuiste una de las primeras artistas de tu país en reconocer públicamente tu lesbianismo...

–Sí, quería hacerlo porque me preguntaba quién lo había dicho; en el mundo de la música nadie lo decía. En mi primera entrevista, que fue de 4 hojas para Revista Paula en Chile, lo pusieron de titular. Mucha gente tiene que sufrir mucho, especialmente en países tan conservadores como el mío, por eso lo hice siempre, porque mucha gente dentro del closet ve que alguien lo dice y se siente alentada. Yo cuando chica veía a las T.A.T.U. o películas de temas gay, y ésas serían mis únicas referencias al respecto; este país realmente es súper aislado.

Por un lado los Andes y por el otro, el Pacífico.

–Sí, pero creo que también por este aislamiento en el tema creativo somos más estudiosos, no hay tanto que hacer. Escuchamos más música, tocamos y estudiamos el oficio de la producción. Se están produciendo muchos sonidos nuevos, cosas más raras. Además ahora se conoce más Chile, estamos más conectados y afuera resulta como una novedad, llama la atención lo que se hace en un lugar tan alejado. Aprovecho a recomendar a la banda Fredimichel, su nuevo disco es increíble, yo me crié con ellos escuchando música en mi adolescencia y me parecen un ejemplo de lo nuevo que se hace en Chile.

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