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Viernes, 18 de abril de 2008
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De puño y letra

Jean Cocteau
El libro blanco

En 1928 apareció este breve texto en forma anónima pero rápidamente atribuido —y con razón— al multifacético Jean Cocteau. El Libro blanco buscaba presentar una novela de iniciación homosexual como un alegato a favor del sexo fuerte que también puede ser bello. Quizá por eso, y aunque mantuvo el anonimato, dos años después, en 1930, Cocteau acompañó la segunda edición con unos dibujos priápicos que si bien no reflejaban la trama sí el ambiente canallesco y marítimo donde lo fuerte y lo hermoso se daban la mano. Los puertos de Francia, el mar y la campiña son los escenarios donde el narrador vive sus peripecias eróticas, mucho más explícitas en los dibujos que en el texto.

La idea de estar frente a un alegato precursor también aparece en las primeras líneas cuando el protagonista afirma que “mis desgracias provienen de una sociedad que condena lo raro como un crimen y que nos obliga a cambiar nuestras inclinaciones”. A lo largo de El libro blanco también se reclama —para la sociedad y para sí mismo— no conformarse con la tolerancia, ir más allá de la piedad y la compasión, alegando que en definitiva la homosexualidad también es parte del plan divino.

El relato resulta entretenido pero con el paso del tiempo es evidente que su valor es más bien testimonial, y que inclusive es un agradable sostén para los excelentes dibujos de Cocteau. Hoy podría entrar cómodamente en colecciones como La Sonrisa Vertical, donde dos por tres se reivindica un heterodoxo anónimo. Pero en este caso apelar a la época en que apareció no es una coartada sino una apreciación ineludible, ya que El libro blanco vio la luz en la contradictoria y experimental década del veinte, los años locos, años de escándalos literarios como Las once mil vergas de Apollinaire, Historia del ojo de Bataille o el mismo Libro blanco de Cocteau. Estos textos irían jalonando una literatura erótica aun lejos del automatismo del género.

Cocteau fue un artista versátil y muy influyente pero también es cierto que tanto abarcó literariamente —en la dramaturgia, la poesía, el relato— que su obra resulta difícil de aprehender. El libro blanco (en sus sucesivas apariciones le fue agregando más y más dibujos) fue otro ejemplo de versatilidad, y una rara y encantadora manera de combinar cierta levedad erótica del texto con la tonalidad pornográfica de las ilustraciones.

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