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Viernes, 10 de octubre de 2014
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ABORTO y militancia LGBTTI

El modelo portugués

Sergio Vitorino es un militante histórico de Panteras Rosas, la organización creada en Portugal a mediados de los ’90 en medio de un clima desértico en materia de derechos sexuales y que tuvo una participación clave en la despenalización del aborto. De visita en Buenos Aires dialogó con Soy sobre esta experiencia, que también fue tema de debate en el festival Lesbicat, la primavera lésbica recientemente celebrada en La Plata.

Por Paula Jiménez España
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“Nosotros tuvimos dos referéndum sobre el aborto, uno en el ‘98 y otro en 2007, con resultados opuestos. Primero ganó el No a la despenalización y por muchos años no se pudo plantear otro referéndum. En 2007 ganó el Sí por un gran margen. Actualmente tenemos una ley que despenaliza la práctica del aborto por los servicios de salud estatales hasta las doce semanas de concepción.” Así sintetiza Sergio Vitorino un camino de luchas y estrategias que pueden servir de modelo para pensar la situación argentina frente a esta cuenta pendiente.

El movimiento LGBT se involucró activamente en 2007, ¿verdad?

–Hubo movimientos lesbianos, gays, trans que participaron en los dos referéndum con mucho compromiso personal y de estructura. Por ejemplo, Panteras Rosas no hicimos nada más que dedicarnos al tema del aborto durante un año. Sobre todo porque el resultado del ’98 fue un trauma muy grande para todos los movimientos progresistas de Portugal.

¿En ese momento ganó por mucha diferencia el No?

–¡El uno por ciento! Poco, sobre todo considerando que es un país de población baja. Y fue traumático no sólo por la derrota, sino porque el discurso por el Sí había sido extremadamente defensivo. Resultaba de una alianza entre los partidos de izquierda y el discurso estaba condicionado por el Partido Socialista que estaba en el poder en ese momento. Un partido tan neoliberal como el otro, el demócrata, ambos gestionan los mismos intereses, pero a los demócratas los distingue las cuestiones culturales, como el aborto o los derechos de gays y lesbianas y se avanzó con el referéndum. Pero hay una historia por detrás, porque ya se había aprobado una ley que despenalizaba el aborto, pero fue el propio Partido Socialista, que para negociar la aprobación parlamentaria del presupuesto anual del Estado en una situación en que no tenían mayoría, negociaron con la derecha cristiana su voto en el presupuesto a cambio de la ley recientemente aprobada. El referéndum nos fue así impuesto después de haber ganado la ley.

Y ellos después se volvieron a posicionar a favor del sí al aborto...

–Sí. Pero fue una campaña extremadamente defensiva, no se hablaba del derecho de las mujeres o de derechos humanos, sino de tolerancia. Era “Sí, por la tolerancia”, algo que todavía me suena horrible. Y todo esto cambia una década después. En el 2007 los partidos de la izquierda no se unieron para hacer un solo movimiento, sino que cada uno hizo el propio, y los movimientos sociales se construyeron con independencia de los partidos. Esto liberó el discurso y se ganó con una gran diferencia porque el discurso se concentró no sólo en el derecho al cuerpo y los derechos de las mujeres –que son temas a los que la mayoría de la población sigue no siendo sensible–, sino que se cambió aquel discurso más ideológico por una estrategia de denuncia de las prisiones de mujeres, de los juicios de mujeres que habían abortado, de los juicios de médicos que habían realizado abortos y denuncias de casos concretos de muertes por abortos clandestinos. Y fue centrada en estos temas que la campaña del sí conquistó una gran votación. Durante los diez años entre uno y otro referéndum hubo un momento importante que fue cuando vino a Portugal Women on Waves, la organización feminista que tiene un gran barco equipado con un hospital muy moderno y visita los países donde el aborto es ilegal; allí hacen una campaña por la despenalización, dan información concreta sobre cómo hacer un aborto con misoprostol y llevan a mujeres de dicho país hasta aguas internacionales donde realizan abortos que en el país no están permitidos.

¿El gobierno portugués trató de inhibir la acción de Women on Waves?

–Este barco vino a Portugal en una época en la que estaba como ministro de Defensa –y todavía está– un hombre de un partido conservador, cristiano y homofóbico. Lo que hizo él fue enviarles un buque de guerra para detenerlas en aguas internacionales y no les permitió entrar en aguas nacionales. Este caso fue muy impactante. Fue también un momento en que ellas, como no podían desarrollar sus acciones, lo que hicieron fue utilizar los medios portugueses. Aún hoy hay un proceso a la portavoz de esta organización holandesa que estando en la tele para ser entrevistada aprovechó para explicar cómo se hace un aborto con misoprostol, lo que era obviamente ilegal. Por otro lado, lo que hicieron fue buscar en Portugal a las agrupaciones dedicadas a la acción directa, como las Panteras Rosas, para que realizáramos acciones directas de gran porte.

¿Qué tipo de acciones?

–Propagandas, ocupación de los espacios públicos; la capital, Lisboa, una mañana amaneció llena de señales escritas en las paredes que decían: Yo hice un aborto; además se creó una organización de médicos y médicas por la despenalización que incluso empezaron a dar entrevistas declarando que hacían abortos en el hospital público, exponiéndose a juicios y a perder la matrícula profesional. Hay sectores que siguen muy opuestos al aborto e incluso han impuesto a la ley el derecho a objeción de conciencia. Hoy en día, cualquier mujer que quiere hacer un aborto puede pedirlo y alcanza, no tiene siquiera que justificar. Y el médico, incluso si es objetor u objetora de conciencia, tiene el deber de encaminarla, está obligado a ponerla en contacto de inmediato con el médico que lo va a hacer; esto es para impedir que tenga el poder de atrasar el proceso para que la mujer pase las doce semanas. Introducir la objeción de conciencia tenía originalmente ese objetivo: crear condiciones para que la ley no se aplicara. Las campañas de la Iglesia Católica intentan aún pasar la idea falsa de que los abortos aumentaron después de la ley (la diferencia es que ahora hay cifras objetivas que antes se desconocían). Por otro lado, dicen que muchas mujeres utilizan el aborto como medio anticonceptivo. Pero incluso la ley tiene algo para hacer allí, si una mujer hace cinco abortos seguidos se la cuestionará.

¿Dentro de las agrupaciones LGBT hubo consenso en la lucha por la despenalización?

–En el ’98 el movimiento LGBT en Portugal estaba en su inicio, pero había muchos y muchas activistas. En el 2007 sí estábamos consolidados como movimiento con muchas diferencias internas. Y en verdad, la discusión del aborto –como otras, te doy el ejemplo del racismo o del poliamor– fue un tema que dividió al movimiento. La parte más gay y masculina argumentaba que no era un tema nuestro, que no eran derechos lgbt. Un conjunto de argumentos ridículos y falsos: decían que las lesbianas no se embarazan o que los gays no abortan. Pero creo que el problema de ese género de argumentación es más amplio, es una cuestión de entendimiento de lo que es la homofobia, transfobia o bifobia, que está íntimamente relacionado para nosotros con la dominación de las mujeres, en el patriarcado, en la necesidad de las sociedades contemporáneas capitalistas de seguir controlando la capacidad reproductiva de las mujeres y en ese sentido utilizan el patriarcado. El heterosexismo no es más que un sistema político que fijó roles de género opresivos y persigue todo lo que está fuera de él. No se puede hacer movimiento LGTB sin tener una concepción feminista. Pero también hay una cuestión de solidaridad; un movimiento que lucha por igualdad y derechos y ve en las personas LGBT exclusivamente a homosexuales, como si no fuéramos chicos, chicas, chiques, blancos, negros, con vidas complejas e identidades múltiples. Una mujer inmigrante negra no sufre lo mismo que una lesbiana portuguesa de clase media, y ésa era la discusión. Y creí que era importante discutirlo con las chicas de la Primavera lésbica; de hecho el tema del aborto involucra a personas LGTB. Hay cuestiones de parentalidad o de los niños, que están por resolverse en la Argentina o en Portugal. Y más con respecto a las personas trans que muchas veces se ven obligadas a la esterilización en muchos países cuando hacen su proceso de transición y además se les ponen dificultades legales a estas personas cuando ya tienen hijos y hacen su transición. No podemos pensar a partir de movimientos parcelares o identitarios, tenemos que ir más allá de eso.

¿Qué perspectivas te parece que hay en la Argentina respecto de la despenalización?

–Lo veo como una posibilidad, pero me parece que la nominación de Bergoglio como papa no ayuda. Sin que esto fuera admitido se intentó parar un debate que ya había comenzado. En Portugal nosotros miramos mucho a América del Sur, porque en Europa muchos avances están reculando. Ahora que estuve en la Argentina entendí sus contradicciones y no tengo tanta esperanza como antes, aquí también hay problemas que yo no podía ver antes. Ustedes tienen una ley de identidad de género que es la mejor del mundo, porque es despatologizante. Pero me parece dramático que la ley de aborto siga postergada. Yo creo que igual el tema va a avanzar. No se puede eternizar la ausencia de una discusión.

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