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Viernes, 10 de abril de 2015
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Rosa viejo

Como un chicle bazooka, la muestra Exorcismo rosa, de Luis Berneri, que a los 28 años hace su propia retrospectiva, busca hacerle pito catalán al gris del interior de su viejo closet.

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A poco más de cinco años de haber ganado lo que define como su propia “batalla de San Lorenzo” (salir del closet en la pequeñez y la predisposición al prejuicio de su San Lorenzo natal, en la provincia de Santa Fe) el artista visual Luis Berneri es hoy “Madonna cantando Buenos Aires en la película Evita”: tiene casi 28, sus plumas en auge, residencia porteña y exhibición retrospectiva propia: Exorcismo rosa, la muestra más representativa de su sistema de obsesiones. Con una instalación de objetos y dibujos, Berneri cancela la vida útil del harto sexista, encantador e inevitable color rosa: “Desde el 2009 vengo trabajando con el rosa como principal protagonista. Lo primero que se ve es el color y su connotación: siento que la lectura se reduce. Es momento de tomar otros caminos”. Fan del negro, de Andy Warhol y de todo artista contemporáneo decidido a inscribir en sus propuestas carga autobiográfica y toma de posición, Luis vino dotando de rosa su cotidianidad, de allí que junto al equipo curatorial —los productores y gestores que integran el colectivo Cincomás— hayan pensado originalmente en otro título, Fin. “Mi vestuario y los objetos que me rodeaban eran siempre rosa. Mis amigos solían regalarme cosas color rosa y enviarme fotos de todo lo que fuera rosa; remeras, platos, relojes, ropa interior, el resaltador, la trincheta y la bombilla.” Un fuerte de tipo medieval, con racimos de soldaditos en posición de combate algunos, y en franca agonía otros, sintetiza las razones de este “exorcismo en todos los sentidos”: el niño que huía a la casa de su tía —que tiene su misma edad— para poder jugar a las muñecas. El pibe que vivía en soledad y encaraba en suelo sanmartiniano y contexto menemista una gesta gloriosa: explorar su sexualidad e intentar forjar una visión del mundo: “Hubo un avance significativo, pero recuerdo que en mi niñez había juguetes y colores diferentes para nenas y nenes. Esa dualidad me interesa”. “Artista moderno, posmoderno y contemporáneo”, dice el texto de la exposición del Museo Roca (al ladito del cementerio y a metros del Centro Cultural, en Recoleta) y #LaMuestraDelAño, asegura el hashtag impreso en el piso del lugar. Juego de herramientas para el taladro efectivo y el martillazo certero del futuro chonguito nacional; camiseta deportiva para la pertenencia incuestionable, toda una cédula de identidad masculina del chongo nacional; espadas cruzadas, robots en guardia y torso esculpido del chongo nacional; Gauchito Gil y altares varios para la fe renegada pero segura del chongo nacional; la tapa de la revista de Susana Giménez para el chongo que mata pero que no debe morir porque es chongo indispensable de la vie en rose nacional; la orden “Rompeme el culo” como estandarte y llamada de auxilio para el chongo nacional. Y el disfraz de granadero, claro: la peste rosa de Luis Berneri recuerda a los célebres “Pink flamingos” de John Waters. Se atreve: retoma un imaginario y unos recursos plásticos aparentemente ya muy transitados y busca volver a encadilar. Por lo menos, por última vez: “Igual, no sé si voy a dejar de usar rosa en el futuro”. Ahí está Luis Berneri: en la foto de Leandro Allochis, devuelve, vomita, consume o tritura aquellos soldados abatidos de una guerra abandonada. Torcida. La inauguración fue el 1º de abril y hay tiempo hasta el miércoles 15. A propósito, el sitio Gaycities.com recomendó el opening como un must de la agenda puteril para turistas y curiosos, tras lo que Berneri posteó en su muro de Facebook: “Con razón fue tanta loca al evento”.

De martes a sábados a partir de las 14. Museo Roca, Vicente López 2220.

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