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Viernes, 22 de enero de 2016
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Crímenes imperceptibles

La semana pasada dos noticias de violencia contra mujeres trans apenas se hicieron oír en la Patagonia: Bella Inostroza fue encontrada muerta y Brigith (que aparece siempre sin apellido)  fue baleada en el pecho pero sobrevivió. ¿Qué pasa cuando una travesti aparece muerta o golpeada? Casi nada. ¿Qué hay que hacer para visibilizar la consigna NiUnaTravaMenos?

Por Marlene Wayar y Violeta Ríos Alegre

A veces algo de lo contextual se espeja en el carácter de las sociedades humanas, sino pregúntenle a lxs santiagueñxs cómo impacta en su ritmo social el tremendo calor reinante en la zona o a unx amaicheña como es cantar a los cerros y darse tiempo para esperar que estos respondan y desde allí buscar la propia musicalidad.

La Patagonia argentina quizás nos hable de silencio, grandes jornadas de desplazamientos extenuantes entre un punto y otro en silencio. Entre esos pocos cruces con otras personas cuya característica será también el silencio. Entre esos paisajes de geológicas distancias la roca muestra su aparente inmutabilidad en su inmortalidad, pero muta. Su inmortal silencio, o sonidos que sólo ella genera unas veces con ayuda del agua en sus costas atlánticas, incansables talladoras de playas que no dejan de ser roca triturada, o en el hielo que penetra grietas y rompe desde adentro la montaña. Otro incansable escultor de la zona es el viento que le silba a la roca pero no le impone palabras.

Del agua y su impronta marina, el hielo en las montañas o el viento en el paisaje patagónico tendremos que aprender las travas. Y resulta que hay ancestrales voces que piden una Ley de Identidad para Fisque Menuco pero Fisque continúa siendo General Roca, el genocida de esas mismas voces a quién dirigir esas palabras.

Hay dos noticias travas y por fin son noticia y eso nos dice que algo del viento que provocan nuestras gargantas ha hecho conmover algunas almas. Hoy dicen “una travesti” y hasta allí les alcanza. Pero bajo la roca que indaga hay grietas travas, insisten en que hay un disparo en la nuca “y eso nunca fue suicidio ni en General Roca ni en Alabama”. ¿Por qué el comentario sobre la cadenita como cinto de su minifalda? Hay un padre con su hijo que intentaron rescatarla. ¿Y la prensa lo vuelve comentario de moda? Estamos en un contexto en el que llevó tres años, desde 2013 hasta diciembre pasado que la jueza Natalia González asumiera. ¿Se puede tener esa paciencia? Habrá que ver hoy si el agua, el hielo o el viento trava se hacen oír y que no sean tentativa de muerte o asesinato de tabla rasa sino travesticidio o femicidio al menos. Sólo contamos con el antecedente jurídico lamentable que nos proveyera Diana Sacayán, “la trava que genera la noticia”, según lo dictaminara Emilio Ruchansky y es que en El Teje Diana nos traía otra lectura sobre los crímenes de odio o noticias de políticas que ella misma arrebataba, políticas ganadas. Tendremos que ser Dianas, gritar, socavar, horadar, armarnos de la fuerza del viento y el agua para lograr juicios, castigos, y políticas públicas que nos lleven al territorio de NiUnaTravaMenos. Al cierre de esta edición ATTS (Asociación de Transexuales y Trabajadoras Sexuales) convocaba a una marcha, que tuvo lugar el miércoles 20 de enero, en Fisque Menuco. Busquen cuántas organizaciones de Derechos Humanos se sumaron a esa Patagonia trava en llamas.

Volviendo al periodismo que apenas alcanza a darse cuenta de que es “una” travesti y no “un” travesti, y enseguida llevan a contar los crímenes nuestros centrándose en el morbo y la justificación: “Un hombre y su hijo caminaban por la calle Setimio Romagnoli y vieron un cuerpo dentro de un desagüe”. ¡Qué horror! “Tenía una mini colorada con una cadenita de cinto y una musculosa a rayas negra.” Ah, era prostituta. Como si ser prostituta fuera un motivo justificable para sufrir todo tipo de violencias y muertes sosteniendo la estigmatización e invisibilizando la realidad de la población trans.

Nosotras históricamente en relación con la heterosexualidad, nuestras noticias por mas desgarradoras, crueles, con responsables concretos, no tienen peso ni la responsabilidad política, todo se reduce a “Una travesti fue encontrada muerta”. En cambio para la heterosexualidad las noticias son ampliadas, difundidas masivamente, hacen responsable no solo a la víctima de existir, sino al contexto político, social y hasta religioso que a veces padece la heterosexualidad.

Hoy el travesticidio/transfemicidio se traslada al sur de nuestra Argentina, parecería que el viento está a nuestro favor expandiendo las violencias que vive nuestra población, noticias para que de una vez por todas reaccionemos, nos responsabilicemos, y en estos casos encontremos alianzas, la del periodismo y sus crónicas rojas travas sería un gran aporte.

¿Por qué travesticidio/transfemicidio? Ya sea una travesti o una mujer trans, estos son crímenes de odio hacia nuestros cuerpos disidentes a la hegemonía, no importa si te mata tu chongo, el prostituyente o quien sea, importa que nuestras muertes están invisibilizadas, sin responsabilidad del Estado, sin comprender que estos crímenes de odio necesitan tener –también– su propia identidad, porque las gotas que corren sobre estos cuerpos no son transparentes como las de la lluvia, son bien rojas y chorrean sangre patriarcal.

Tampoco es casual la aparición de estos cuerpos en un zanjón, un desagüe, al costado de una ruta. Los lugares en donde las travestis obtienen el dinero para dar forma al cuerpo deseante, alimentarse, vestir, pagar el alquiler y los impuestos, es para la mayoría dentro de la minoría el ámbito prostitucional. Claro está, con exclusión temprana del núcleo familiar por manifestar su identidad de género, con exclusión de las instituciones educativas, la interpelación al resto de las sexualidades hegemónicas, las opciones de elegir no existen, pero si las ganas de vivir a pesar de tanta norma violenta, des-identificándote, subjetivándote como una identidad mercantilizada, cosificada, violada en derechos humanos básicos.

La escuché hace un tiempo a Diana Maffia hacer una gran pregunta: ¿Cómo interpela a un varón un cuerpo de alguien que ha nacido con una genitalidad masculina y que no quiere ni usar las ventajas de la masculinidad en una sociedad patriarcal, ni siquiera portarse como varón sino que ha feminizado su cuerpo y en cierto modo traicionado al género para el cual fue asignado por su genitalidad, pero además… no quiere renunciar a su genitalidad? La interpelación del cuerpo travesti al resto de las sexualidades incluso a la homosexualidad, gays y lesbianas, es muy fuerte, porque somos cuerpos que generan mucha resistencia y agresividad por el temor de revisar la propia identidad.

Por momentos una de las opciones a esa renuncia –momentánea– a los privilegios del varón heterosexual dentro de una sociedad patriarcal se canaliza desde la sexualidad, en la ruta, y se termina como en estos casos, con un balazo en el pecho o en un desagüe con un tiro en la nuca, sea cual fuere el motivo.

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