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Viernes, 11 de marzo de 2016
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Otra cosa mariposa

Bryan Hawn y sus simpaticos amiguitos

Por Eduardo Chaijale
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Gracias a Dios, el Pop de esta década creó a Sia. Y Sia, a Shia. Nos referimos a Shia LeBeouf, actor que llegamos a ver en bolas en Nymphomaniac (Von Trier) sin que nos importara un pito. A esta australiana de carré bipolar le debemos la osadía de haber enjaulado, en el clip de Elastic Heart, al hombre más torpe y ferozmente sexy del planeta. O de YouTube, ok, de donde llega el mejor video que un fan podría ofrendarle a esta señora de cara escondida, que ya anda vendiendo disco nuevo y todo (se llama This is Acting, a ver si queda claro el proyecto de esconderse). Si ya husmearon la versión que hizo Sia de Bird Set Free en el programa de Ellen DeGeneres, no les sorprenderá tanto la que se mandó el YouTuber Bryan Hawn. No por lo que respecta a la onda Magritte de la escenografía, y nada que ver con el moño de pelo falso de ella. Pero sí por culpa de ese bailarín en boxer negro revoloteándole brazos, piernas y peluca alrededor, mientra ella canta y canta (como siempre: como modulando desde un segundo piso un “Agarrá, que te tiro la llave”). Bautizado “the King of Bobble Butt”: “el Rey del Culo Pompa”-, contemos que bajó desde Miami hasta nuestra Ushuaia, a efectos de filmarse haciendo la mímica de Bird Set Free sobre el glaciar Martial, como un pingüino más de los cientos que vemos acompañándolo, en su papel de sonámbulos de la noche blanca. Su objetivo: cantar (hacer Lip Sync) junto a un coro de pingüinos (mudos), emulando algún momento de la comedia animada Happy Feet. Como coach de fitness que es (su libro The List, tips para lograr su “ass workout”, devino best seller), le pone el pecho a la temperatura austral, apenas abrigado por un Speedo, un par de borceguíes, un i-pod y dos pares de auriculares superpuestos. Sea arrodillado entre las aves que no vuelan, cantando sobre las que sí lo hacen. Sea de pie, gritando sin gritar acerca de aullidos que quieren liberarse (esta vez, ante la siesta eterna de tres elefantes marinos que ni bola). Como sea, siempre Bryan le pone garra. Incluso, cuando se pone guantes quién sabe por qué (¡si está en bolas!). ¿Acaso porque el agua nieve lo rasguña de frío? Pero con esa piel más lustrosa que salchicha y esas tetillas de cuerina, le resbala todo y, de yapa, el goteo drena por el six pack. Pero se nota que a esta musculoca algo le pasa. Más aun cuando esa sunguita turquesa se le oscurece a cada aguja de hielo nueva, mientras él se desgarra, le agarra la loca con las garras enguantadas.

La mitad final del clip, ya sin música, es una obra maestra del “noise rap”. Interferido por ese viento patagónico que desertiza, Hawn rapea de rodillas rosarios de autoayuda. Merced al subtitulado, entendemos que dice: “Quisiera inspirar a cualquiera que se sienta diferente o único… Porque la cosa más poderosa y maravillosa que uno puede ser es UNO MISMO… Seguí tu corazón y seguí tu disfrute, y así nunca te dirigirás por el camino incorrecto…”. La conclusión: “Todo es posible, cualquiera sea tu sueño”. ¿Pero cómo sincronizan la moraleja redentora de la canción, el rap de autoayuda y la promo del fitness final? Todo converge en la “resiliencia”, un valor en boga que musicólogos del pop como Robin James detectan hasta en la forma de construir las canciones de una Beyoncé, ponele, que se muestra como post-feminista superada, una “resiliente” que re-invierte su dolor en hacerse diva. Al fin y al cabo, ¿no es Madonna misma la que incita al fitness, a sufrir para estar “di-vi-na”? Y ojo, no vale recordar lo que “fit” quiere decir (encajar, adaptarse, ajustarse), que pasar por psicobolche queda así de cache. Bueno, chicos, pero sepámoslo: Bryan sufrió. Y cómo.

Por otro lado, su llegada al estado de musculación actual también significó sacrificio y mucho “Vamos que podés”, como lo demuestra la promo de su curso, donde la foto del Antes exhibe a un chico normal y flaco, estirando la misma sonrisa exagerada del Bryan de hoy día. Según dice, nadie daba un peso por él. Y acá está. Su fetiche más preciado –lo repiten los comments- consiste en ese par de nalgas esféricas. Sorprende el modo en que logra ocultar genitales delanteros en esta lluvia de bálanos que hoy son Tumblr y Snapchat. Lo de Hawn es lo global liso, una esfericidad calva, apretada y rosa que sólo comparte con algunos embutidos. Es notable cómo su bulto esculpe una convexidad que hace juego con las pompas de atrás. Su cadera sostiene tres globos, dos atrás y uno adelante. Impermeable hasta en el agua nieve más cruel, acorazado en su tensa y aceitada musculatura y, por supuesto, rodeado del amor incondicional de los animales, es el gay fitness (antes se le decía Gym Bunny) del que Instagram y su mamá se sienten orgullosos. Es un cuerpo que los estructuralistas calificarían de neutro: al no estar “marcado” por un pene, no es ni activo, ni pasivo, ni versátil, ni nada.

Lo único realmente queer en él tiene lugar cuando parecen borrarse las fronteras entre la parodia y la identificación, la ternura y la ironía, lo serio y lo cómico. Igual que sucede con Sia, sólo cuando las convenciones emocionales y éticas se subvierten (lo que debe ser cute, lo que debe ser irónico, lo que debe ser pasional), se puede, se puede olvidar que esa moraleja resiliente del “Yo pude” es tan reaccionaria como cualquier puto que quiera ponerse como ejemplo de los valores neoliberales vigentes.

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