Oso, la nueva obra de Maruja Bustamente y Gonzalo Pastrana, presenta la historia de un chongo enamorado que sucumbe a los culitos de mármol que cada aterrizaje le ofrece. Enamorado de su ex peruana que exige monogamia desde la torre de control aprendió a disfrutar de la no penetración y reconocer que prefiere una mujer enojada que una angustiada, y asà sin panfleto amarillo desafÃa los códigos de la cátedra del macho. La versión queer del mujeriego atrapado en las tensiones monogámicas de sus amantes latinoamericanas, no juzga desde la exterioridad crÃtica. Maruja es un drag king que habita con sinceridad la piel de un hombre gordo de bigotes inverosÃmiles cuyas pasiones lo envuelven en las nubes de melodÃas. Es un musical y más también. Se trata de un galán enamorado con un avión repleto de sabidurÃa en la lengua, que le gusta más practicar el culilingus que esa palabra ridÃcula, y por eso le enseña a todo su público cómo se chupa una vulva. Un espectáculo chiquito en el que Bustamente interpreta con orgullo al galán a destripar, de modo que Francella queda sepultado y el público mientras se descostilla. Su partener, Gonzalo Pastrana es una drag queen azafata con vestidito azul y peinado a la cachetada que repone la sumisión a la que se entrega con dolor paciente. Pero no se trata de una parodia, o sÃ, porque es en serio. Tiene la sutileza de estar llena de clichés y chistes malos que producen desplazamientos sensibles sin la burla mala. Y asà se dan vueltas las cosas, porque sus cuerpos hablan de otras, o de nuestras, cosas. La historia de Oso, romántico de metalofón, con un amor en cada destino, no es un canto de denuncia pero logra con pocos recursos posicionarse en las antÃpodas del heterosexismo.
Sábados a las 23, El Estepario Teatro, Medrano 484
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