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Viernes, 26 de agosto de 2016
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TEATRO III > Nadar mariposa

¡AL AGUA, MACHOS!

En Nadar mariposa, un día antes de la competencia, un entrenador se dedica a dar directivas sobre la masculinidad como máquina de guerra. Pero su cuerpo dice otras cosas.

Por Gabriela Cabezón Cámara
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Está vestido de gimnasia y habla, sin parar habla el entrenador machote de su materia: nadar mariposa. Va a hablar de hacerse hombre, de pegarle al agua, de no pensar en nada y pegarle al agua y no mirar nada y seguir para adelante y de que el cuerpo sufra la falta de aire para que pegue con más fuerza y siga. Para adelante. Sin mirar. Sin pensar. Onda, onda, brazada, pegarle al agua con fuerza. Para nadar. Mariposa. Y ganar. Mariposa: la palabra introduce fragilidad y belleza en la retórica de la dureza de Pablo, el profesor. Su boca, su voz grave e imperativa, su gestualidad de macho determinado y afilado en el solo propósito de ganar, escupe el mariposa como escupe todo lo que dice. Nadar mariposa es una obra de teatro chiquita y poderosa. Chiquita por el recorte que hace: del mundo del deporte masculino, elige el monólogo de un entrenador antes del día de la competencia de sus nadadores. Les habla, los instruye en cómo ser ganadores y en cómo ser hombres y en ese compendio de instrucciones y consejos se le cuela la memoria, su “hidrofobia” cuando niño, la amenaza del entrenador la primera vez que se sube al trampolín y no se anima a tirarse “se van a reír todos de usted”, su momento de quiebre, de fragilidad, su flaqueza, ¿su momento mariposa? Nadar mariposa es eso: el monólogo del macho performateador de machos, una revisión de uno de los modos de construcción de la masculinidad hegemónica, el del mundo deportivo. Y unos minutos en la cabeza de Pablo, de un tipo en particular, también. Porque el personaje es más que un estereotipo. Le pone el cuerpo Fernando Sayago y se lo pone muy bien: en su voz, el monólogo atrapa. Tanto que sorprende el momento del final. Pasa muy rápido la obra. Y es muy austera: una sola voz, un solo cuerpo, un banco, dos tiras de esas que separan andariveles en las piletas. Y la ropa que Pablo se pone y se saca según lo que está contando. La dramaturgia y la dirección, notables las dos, son de Lucas Lagré.

Sábados a las 20.30, Espacio Polonia, Fitz Roy 1477.

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