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No sabía qué hacer con esto en un principio. Formar un club, hacer una movilización. Resolví escribirles, la verdad que no hay espacio como el Soy para estos berrinches. Quiero decir a los gritos que un chico no se “vuelve” nada. Que uno que aparentemente es heterosexual y deviene homo un fin de semana para terminar “dándose cuenta” que le gustan más las mujeres un lunes no es un bisexual sino un psicópata. Y un cobarde. Más aún si le sucede varios fines de semana seguidos. Y que nosotros, los derramados, los que sí nos hicimos cargo no solamente de que nos gustaban los chicos sino ese chico fluorescente, volador, imposible, avanzamos a contrapelo de todo pero a favor de nuestros cuerpos, ¡y lo tuvimos! dos o tres sábados envuelto en nuestras sábanas, para escuchar la perorata normalizante de la “vuelta” a su heterosexualidad de lunes. Quiero preguntar a los gritos quién es el enfermo, el desviado, el invertido, el incorrecto. Quién debería decir “todo bien con ellos, mientras no me quieran tocar a mí”.
Cada vez estoy más seguro de que no hay nada que me interese menos que la normalidad: soy un anormal, un agrietado, una fuga, una tangente, ¡una loca!: me hago cargo de lo que siento y lo hago a los gritos. Ahora y cuando pase de moda hacerlo. Eso, cuídense de los psicos que con esto de que todo el mundo se viste igual cuesta diferenciarlos. Los quiero.
Marianito
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