El pasado 18 de diciembre 66 paÃses presentaron ante la Asamblea General de Naciones Unidas una declaración sobre derechos humanos, orientación sexual e identidad de género. La Argentina –tal y como lo informara Pedro Paradiso en el número anterior del SOY– tuvo un rol preponderante en esa presentación, siendo la misión de nuestro paÃs la encargada de hacer lectura de la declaración ante la Asamblea.
Hace ya varios años Brasil intentó introducir en la desaparecida Comisión de Derechos Humanos una resolución que abordaba, prácticamente, los mismos temas. Ese documento, jamás presentado, pasó a la historia como la "Resolución Brasileña". El documento presentado en diciembre quizás llegue a ser conocido como la "Declaración Francesa". Este desplazamiento geográfico –y geopolÃtico– no es casual. Y tiene sus consecuencias.
Quienes participamos de los movimientos internacionales por los derechos sexuales y los derechos reproductivos no podemos darnos el lujo de olvidarnos de la geopolÃtica. Y eso no significa solamente tenernos aprendido el mapa de las violaciones a los derechos humanos de las personas gltb, sino recordar que uno de los argumentos tradicionalmente usados para atacar la afirmación de esos derechos es que representan los intereses colonialistas y opresores del Norte Global, del Occidente Blanco. Es por eso que la declaración francesa fue resistida por muchxs activistas, tanto del norte como del sur –entre quienes me cuento. A pesar del número de paÃses que acompañaron a Francia en su declaración, lo cierto es que no sólo su carácter geopolÃtico, sino también su contenido, introducen más problemas que soluciones. Veamos algunos.
La declaración presentada ante la Asamblea General condena un número determinado de violaciones a los derechos humanos, basadas en la orientación sexual y la identidad de género, que tienen lugar en un número especÃfico de paÃses. Y si esos paÃses se lo merecen es porque consienten, cuando no promueven, el asesinato, la detención arbitraria y la tortura (Jamaica, Honduras o Zimbabwe son algunos de ellos). Pero la declaración también tiene otro efecto performativo: convierte a los paÃses signatarios en campeones de los derechos humanos, cuando la realidad lo desmiente. El gobierno de derecha de Sarkozy: ¿campeón de qué? ¿de los derechos de quiénes?
Una de las violaciones a los derechos humanos que la declaración omite es el requisito de ser estéril como condición para el reconocimiento de la identidad de género (un requisito vigente tanto en Francia como en la Argentina). Al "representar" los intereses de las personas gltb de los paÃses condenados, las misiones diplomáticas firmantes ignoran las demandas de las personas gltb en sus propios paÃses. Y como lo han demostrado las torturas y asesinatos cometidos contra personas trans migrantes en Europa, la geopolÃtica es engañosa. ¿Cuántos de los paÃses signatarios brindan asilo polÃtico a quienes deben huir de los paÃses acusados?
Pero hay más. A lo largo de las discusiones que antecedieron a la presentación del documento, uno de los temas recurrentes fue la posibilidad de un contragolpe –el cual se hizo sentir con 57 paÃses apoyando una declaración opuesta. Sin embargo, ese contragolpe es meramente diplomático. El golpe en serio lo sienten –y han de sentirlo– aquellas comunidades que sostienen estos juegos de la diplomacia con su sufrimiento. Es cierto: la tarea de las vÃctimas es sufrir, y ojalá su sufrimiento les valga, alguna vez, un viajecito a ParÃs (o a Buenos Aires).
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.