El lugar ideal para vivir y crecer es el bar de la Guerra de las Galaxias. Hombres con caras de pescado, mujeres con tres tetas, piratas de Orion y vendedores de chucherÃas de todo el universo. Cruces de historias, de idiomas. En fin, el jardÃn antifascista por excelencia. Porque es en los cruces donde la vida se vuelve interesante, donde la diferencia nos potencia y donde el miedo, que nos vuelve esclavos, recula para convertirse en pasión. Detesto la idea de paÃs, el Himno Nacional y todas esas estupideces que lo único que muestran es el patetismo de querer resaltar algo que uno ya es por fatalidad, porque nació acá. Sé que la historia nos muestra que a veces los opresores y los oprimidos están construidos con el mismo barro. Por eso, en ocasiones, antes que a los seres humanos, como decÃa Ferdinand Céline, prefiero a los animales. Pero sà recuerdo que me sentà muy orgulloso de vivir de este lado del mundo cuando en la Ciudad de Buenos Aires se celebró la primera unión civil entre personas del mismo sexo. Estaba mirando la ceremonia por la tele y me produjo una gran emoción. Crecà en una familia repleta de gente que entraba por las puertas y las ventanas. Y mis padres nos educaron –a mà y a mis hermanos– sin marcar ninguna diferencia especial entre razas y sexos. Mi colegio no era un colegio progre, ni sofisticado. Ahà Ãbamos todos los del barrio, los de plata y los humildes, el hijo del portero, el hijo del cerrajero y los hijos de un tipo raro y nocturno como mi viejo que trabajaba en el ambiente artÃstico. Por eso mi casa estaba llena de bailarines del Maipo y del Astros, de locas (como se decÃan ellos). De personas luminosas, melancólicas y especiales. Me acuerdo de cuando fui a ver Secreto en la montaña, una pelÃcula hermosa. En un momento, la mujer de uno de los vaqueros los descubre besándose. Y se quiere matar. Me impactó que los espectadores celebraran con aplausos y gritos esa escena. Como si fuera una especie de revancha contra los heterosexuales encarnados en esa pobre mujer. Para mà era un momento triste. Una mujer casada con un hombre que no podÃa mostrar lo que sentÃa y que por eso –ambos– se volvÃan desdichados. El mundo es un lugar hermoso cargado de tristeza.
* Escritor
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