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Estoy acá porque soy jenora exhibicionista y tengo sed de protagonismo. También porque estoy ayunando hace días, estoy medio boleada, así que me mandé para estas fotos. Hace 10 años también hubiera venido. No era totalmente visible pero hubiera venido igual, ya que en mi trabajo son demasiado fachos como para leer el suplemento Soy. Antes la gente se sorprendía mucho cuando le decía que era lesbiana, yo era mucho más femme, con pelo rubio y largo. Ahora ya no me pregunta si tengo novio, ni siquiera me pregunta si tengo novio o novia. Directamente me preguntan “¿sos nena o nene?”. O me hablan en masculino, después escuchan mi voz y me dicen: “Ay, perdón”. Cuando me preguntan qué soy, respondo: “Depende”. Soy ambigua también temporalmente, nadie me da mi edad, debe ser por mi alimentación vegana. Creo en el poliamor, en que los vínculos no son fijos, en la anarcoafectividad. No entro del todo en la categoría de mujer y tampoco del todo en la de torta. La categoría lesbiana me parece importante políticamente. ¿Pero qué es ser torta? Si ser torta es que te calienten las mujeres, entonces soy torta. Pero tampoco me gusta cualquier mujer. No me gustan las mujeres no de-construidas. Es decir, esas que se maquillan o se depilan, no porque quieren sino porque piensan que creen que eso es lo natural.
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