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Domingo, 13 de abril de 2008
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RIO NEGRO > Bariloche y sus alrededores

El paisaje perfecto

Con larga tradición turística, Bariloche sigue siendo una de las principales puertas de entrada a la impactante belleza de la Patagonia andina. En invierno o en verano, en otoño o en primavera, ofrece una amplia gama de excursiones y salidas que se combinan con montañismo y paseos lacustres por los grandes lagos del sur argentino.

Por Pablo Donadío
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La más clásica postal de Bariloche: el lago Nahuel Huapi y el hotel Llao-Llao de fondo.

Bariloche es, sencillamente, un lugar perfecto. Parte del maravilloso escenario patagónico de “nuestro sur”, es capaz de producir una inexplicable experiencia para quien llega con el vicio de las altas velocidades: unos minutos con sus paisajes hacen del estrés un viejo recuerdo. Montañas de picos nevados, lagos y bosques, parques nacionales y una ciudad con todos los servicios, encuentran lugar en apenas unos kilómetros. Accesible por distancia (no está tan alejado como otros destinos australes) y medios de transporte, Bariloche brinda una variedad de programas y salidas que se combinan con montañismo y deslumbrantes recorridos lacustres, como pocas ciudades del mundo pueden hacerlo. Visitada por miles de turistas locales e internacionales durante todo el año, Bariloche se guarda para quien sabe buscar algunos lugarcitos casi inhóspitos, donde el relax y la soledad van de la mano.

CIUDAD DE COLORES Primavera, otoño, invierno o verano. Al menos cuatro Bariloches son posibles. Dependiendo de la época en que se la visite, San Carlos de Bariloche (así es su nombre completo) ofrece excursiones y recorridos todos igualmente impactantes. De la ciudad sobresale su dinamismo y los excelentes servicios hoteleros y gastronómicos, reconocidos a nivel mundial. Su arquitectura, que rescata todas las tonalidades posibles del marrón en la madera, se fusiona a menudo con el uso de la piedra, y así las casas, cabañas, hostels y hasta edificios municipales (los del Centro Cívico, por ejemplo), quedan integrados como piezas de un todo más poderoso, que conjuga un estilo moderno de aldea de los Alpes. Montañas y lagos terminan por hacer el resto, enmarcando playas, rincones y senderos, donde cada paso es una sorpresa. En invierno todo queda cubierto por la blancura de la nieve, en otoño los zigzagueantes caminos y laderas se tiñen de colores cobres y anaranjados, y el verde renace en cada primavera con la fuerza de sus bosques. En verano, cuando el manto blanco se despide y deja al descubierto la tierra donde nace la amarillenta flor del amancay, algunos valientes se atreven a sentir las frías aguas del lago Moreno, el Mascardi, el Gutiérrez, y hasta el Nahuel Huapi.

EL GRAN LAGO En la ciudad, lo primero que asombra es la dimensión del lago Nahuel Huapi, una suerte de mar encerrado en la tierra. Su superficie suma más de 55.000 hectáreas, centro de las 705.000 que abarca el parque nacional que lleva su nombre, creado en 1922 a partir de la donación del perito Francisco Moreno. Poseedor de un indescriptible valor ecológico y paisajístico, el parque tiene como estrella al gigantesco y helado espejo de agua, que ofrece desde actividades náuticas a orillas más que tranquilas, ideales para un picnic a toda hora. Por las noches, las luces que llegan del centro les otorgan a los alrededores un clima familiar y pacífico, que puede vivirse a pleno, y a pocos metros del agua, en los muchos paradores y restaurantes ubicados a lo largo de su costa. El difundido Circuito Chico y su punto panorámico es el comienzo del espectáculo para los visitantes primerizos, y una suerte de cuadro de la Patagonia: lago, montañas y un cielo perfecto. Por las tardes, el lugar se convierte en una improvisada feria que puede ofrecer desde la famosa foto con los remolones perros San Bernardo hasta salamines y quesos caseros, ideales para acompañar lo que vendrá. El recorrido comienza en el Centro Cívico (reúne los edificios del correo, municipalidad y policía) y concluye con una espectacular vista del hotel Llao-Llao, pasando por Colonia Suiza, la plaza central y la estación del ferrocarril. Por más corta que sea la visita, no debería eludirse la catedral, construida en la década del ’40 y portadora de algunos de los vitrales más lindos del país. Desde lo alto se observa a la perfección su forma de cruz, los altísimos muros grisáceos y un campanario ubicado a 69 metros del piso.

A BORDO DEL CATAMARAN El agua siempre es protagonista en Bariloche. Las salidas lacustres son ya un clásico, y entre ellas la visita a la isla Victoria y el bosque de los arrayanes, una de las destacadas. Una íntima relación con el paisaje comienza en puerto Pañuelo, donde una de las firmas ofrece la salida en el Cau-Cau, un catamarán de dos cubiertas y 278 plazas, que lleva a los pasajeros hasta la isla Victoria. Frondosos senderos de abedules, abetos, aromos, pinos y sequoias, dan la bienvenida y cuentan también su historia: estas especies exóticas fueron traídas de Europa y Estados Unidos por los antiguos dueños del lugar, con la intención de crear un gran vivero de plantines que abasteciese toda la Patagonia. La isla ofrece además de su belleza natural una confitería para desayunar, almorzar o merendar, y el nuevo museo, junto a la vieja casa de Aarón Anchorena (uno de los primeros pobladores del pago), permite una recorrida por la historia misma de la ciudad. En la parte más elevada del acantilado, una nueva construcción preserva los aires de la antigua Hostería Nacional Isla Victoria, que ardió en llamas en 1982, tras 36 años de existencia.

Antes de que caiga la tarde, el Cau-Cau reúne a sus pasajeros y continúa camino hacia el Parque Nacional Los Arrayanes. Creado en 1971, el parque abarca toda la península de Quetrihué (1840 hectáreas) y está a apenas 12 kilómetros de Villa La Angostura, sobre la margen norte del Nahuel Huapi. El paseo, que termina en una acogedora cabaña-restaurante, propone recorridos que suben y bajan al vaivén de la isla, y muestran árboles que construyen verdaderas cortinas que por momentos apenas permiten filtrar la luz. El bosque, único en el mundo por sus características, adquiere un mágico colorido en invierno, cuando las escuálidas ramas de sus árboles color canela quedan cubiertas por la nieve.

HACIA PUERTO MONTT Otro gran atractivo lo brinda el Cruce internacional de los Lagos Andinos, una excursión que en su versión completa lleva dos días, aunque también hay una salida más corta y económica, de una jornada.

El viaje arranca también en puerto Pañuelo, donde se aborda un barco al Brazo Blest del Nahuel Huapi, internándose en las entrañas del parque. En una hora se llega a puerto Blest, donde se toma un colectivo a puerto Alegre, embarcando nuevamente hacia el extraordinario lago Frías, con increíbles aguas color esmeralda. En el puerto que lleva su mismo nombre se toma otro colectivo a la frontera con Chile, hasta Peulla. Si el viaje elegido es el de dos días, la noche brinda un espectáculo sin igual al reflejo del agua, que por momentos parece hacer dormir la luna en el piso “espejado”. Desde allí la travesía continúa sobre el lago de Todos los Santos, y dos horas después en Petrohué, donde se visitan sus Saltos, en el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales. Un nuevo transfer bordea el lago Llanquihué hasta puerto Varas, y el recorrido concluye en puerto Montt, donde el Océano Pacífico baña sus accidentadas costas.

UNA VILLA DE MONTAÑA Pequeña y silenciosa, Colonia Suiza es tal vez uno de los puntos más lindos de Bariloche. Auténtica villa de montaña, se aleja de la ciudad unos 25 kilómetros, y es ideal para recorrer en familia. Durante todo el año se ofrecen cabañas y rincones que son el lugar soñado por los aventureros más jóvenes que, mochilas a cuestas, llegan desde todas partes del mundo. Casas, campings, hosterías y alojamientos familiares sirven de albergue para quienes quieren conocer la laguna Negra y el cerro López, entre otros sitios recomendados, y quizá como paso previo al gran desafío que es cerro Tronador.

Plantaciones de fruta fina –que luego serán dulces regionales–, una diminuta capilla y un racimo de paradores con delicias gastronómicas, terminan por enamorar. Basta atravesar el arroyo Goye (que lleva su nombre en homenaje a los pobladores que dieron origen al lugar) para dar con una colonia que constituye el primer asentamiento suizo de la Patagonia. Con varias anécdotas en el bolso y algo rico para recuperar las energías (un choclo asado, un queso de cabra, sabrosos strudel o algunas tartas con frutas), el viaje puede continuar hacia el vigía de 3478 metros. El cerro Tronador es sin dudas el más elegido por los visitantes amantes del montañismo. A él puede accederse por su base, en la ruta 258, en medio de una travesía que implica bordear el lago Gutiérrez, en compañía del cerro Catedral, hasta dar con el lago Mascardi. Un desvío sobre el puente del río Manso conduce hasta la cascada Los Alerces (otro sitio imperdible) y se abre camino entre reglamentaciones de seguridad que establecen un ascenso/descenso del cerro con un estricto horario. Una vez allí, un abanico de opciones aparecen enfrente, y van desde el pie del cerro, atravesando un bosque y pasando por el famoso ventisquero Negro, hasta distintos puntos panorámicos donde puede admirarse una y otra vez la magnífica Bariloche.

Una catedral de la nieve

Reconocida internacionalmente por su centro de esquí Catedral Alta Patagonia, la ciudad se llena de riders no bien se viste de blanco. Miles de esquiadores y snowboarders del país y de otras latitudes (estadounidenses y europeos, sobre todo) llegan al cerro Catedral para disfrutar del complejo invernal más grande de Sudamérica. Verdadero imán natural, el cerro tiene más de 120 kilómetros de pistas y caminos, 40 medios de elevación y 21 paradores gastronómicos, que han hecho de su base una especie de miniciudad. Emblema del debut estudiantil sobre la nieve, el complejo se encuentra a 19 kilómetros de la ciudad, y vive a pleno cada temporada con una agenda cargada de eventos y atractivos que no dan tregua. Desfiles, shows musicales, torneos y exhibiciones reúnen a los amantes de la nieve cada nuevo invierno.

DATOS UTILES

Cómo llegar: La distancia desde Buenos Aires es de 1621 kilómetros. Aerolíneas Argentinas (www.aerolineas.com.ar / 0810-222-86527) tiene varios vuelos diarios al igual que LAN Argentina (www.lan.com / 0810 9999 526). Ambas compañías arrancan sus tarifas cerca de los $700, pero varían dependiendo de la temporada (en invierno es más caro, pero también suele haber paquetes promocionales). En ómnibus varias líneas parten de Retiro para un viaje que dura aproximadamente 19 horas. Las tarifas rondan los $160 en servicio semicama; $200 en ejecutivo (grupo Vía Bariloche www.viabariloche.com.ar).

Dónde dormir Bariloche tiene una oferta de más de 20 mil camas (http://www.bariloche.gov.ar), suma que comprende hoteles y bungalows de una a cuatro estrellas. Además, aparts, posadas y pintorescas cabañas con tarifas desde $150 la noche (cuatro personas, salvo en invierno, donde todo aumenta en promedio un 25%).

Más información Municipalidad: http://www.bariloche.gov.ar, (02944) 426784 / 429850. Cerro Catedral: www.catedralaltapatagonia.com, (011) 4381-2624 o (02944) 409-000.

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