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Domingo, 19 de octubre de 2008
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SANTA CRUZ > Una travesía por la estepa

Mítica 40

En el extremo sur continental, la Ruta Nacional 40 atraviesa lugares inhóspitos, con pocas estaciones de servicio y alojamientos. Pero es justamente esa “inhospitalidad” su principal atractivo y transitarla es un todo un desafío. Del pueblo Perito Moreno a El Calafate, un itinerario por los paisajes más deslumbrantes de la inmensidad patagónica.

Por Mariana Lafont
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En Santa Cruz, la 40 atraviesa lugares inhóspitos y transitarla es un todo un desafío.

En la solitaria inmensidad de la estepa, un acogedor parador al costado de la 40.

Bajo Caracoles. Un minúsculo poblado con un parador y dos surtidores de combustible.

Suele decirse que los verdaderos viajeros se lanzan al camino sin rumbo ni calendario fijo y se mueven libremente en busca de aventura y descubrimiento. Para ellos, la 40 en la Patagonia es el viaje ideal. En la provincia de Santa Cruz va hilvanando algunos de sus atractivos turísticos más importantes. Hasta el año 2004, transitarla era una odisea; pero desde entonces se decidió pavimentarla y concretar un viejo sueño patagónico. Al principio no todos estaban de acuerdo, en especial románticos y nostálgicos. El ripio en Patagonia implica una vuelta al pasado. Un viaje a lugares donde el progreso va lento, los celulares más antiguos son los que mejor funcionan y donde aún se ven añejos surtidores que nos hablan de tiempos lejanos. Pese a todo, el asfalto está llegando y los días del ripio están contados.

En Santa Cruz, la 40 atraviesa lugares inhóspitos, con pocas estaciones de servicio y alojamientos. Pero es justamente esa “inhospitalidad” su principal atractivo y transitarla es un todo un desafío. Sin embargo, la recompensa es grande al recorrer cientos de kilómetros solitarios, ver paisajes maravillosos y tener una sensación de libertad incomparable. Los europeos se fascinan con esta parte de la ruta porque se sienten únicos y pequeños en medio de tanta inmensidad. Además no deja de sorprenderles sus más de 5 mil kilómetros de extensión que, para ellos, es como ir de Portugal a los Montes Urales, pasando por más de 7 países. Lo ideal es hacer el recorrido en vehículo propio para tener más libertad y parar donde se desee. Sin embargo, en verano hay excursiones y buses que también paran en el medio del camino para que los turistas corran y sientan el silencio de la estepa patagónica.

La 40 también es la vía de acceso a grandes y remotas estancias de la Patagonia dedicadas a la producción de lana. La mayoría está en lugares privilegiados por la naturaleza como La Oriental (dentro del Parque Nacional Perito Moreno), Telken (camino a Cuevas de las Manos) o Helsingfors con vista al Cerro Chaltén. Todas están preparadas para recibir turistas y compartir sus costumbres e historias de pioneros.

Cerca de Lago Posadas vale la pena visitar el Parque Nacional Perito Moreno (no confundir con el Parque Nacional Los Glaciares, más al sur), una de las reservas menos visitadas de la Argentina. Este parque con escasísima infraestructura es uno de los lugares más inhóspitos y solitarios del país, pero esconde grandes tesoros: lagos de origen glaciar, bosques de lengas, nidos de cóndores y antiguas pinturas rupestres. Eso sí: sus fuertes y gélidos vientos pueden ser agotadores.

DESDE PERITO MORENO Para recorrer Santa Cruz de norte a sur, una opción es comenzar en la pequeña localidad de Perito Moreno y terminar en El Calafate. Según el tiempo de que se disponga se pueden hacer más o menos desvíos hacia distintos atractivos. Partiendo de Perito Moreno se puede ir hacia el oeste (por la Ruta Provincial 43) y hacer 57 km hasta Los Antiguos o seguir por la 40 hacia el sur hasta Cueva de las Manos. La primera opción lleva a un verdadero oasis emplazado en el lago Buenos Aires (el segundo más grande de Sudamérica, luego del Titicaca). El nombre Los Antiguos es la traducción del vocablo tehuelche I-Keu-Kenk (“lugar de los ancianos”), aludiendo al sitio donde los viejos tehuelches pasaban sus últimos días. Esta localidad es “La Capital Nacional de la Cereza” debido a sus excelentes frutos de exportación y gracias a su benigno microclima. Las chacras (cada una con su especialidad) se pueden visitar, cosechar sus frutos y degustarlos. En Los Antiguos también hay excelentes lugares para los amantes de la pesca deportiva o se puede cruzar a Chile, a la vecina localidad de Chile Chico.

La segunda opción sigue 118 kilómetros por la 40 al sur y luego de un desvío se llega a uno de los sitios arqueológicos más importantes de Sudamérica: La Cueva de las Manos. Las pinturas rupestres están en el profundo Cañadón del río Pinturas. Su importancia radica en la belleza de sus dibujos (con más de 800 negativos de manos) y en su antigüedad. Allí habitaron grupos pretehuelches hace más de 9 mil años y por esa razón la Unesco lo declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad. Al salir de Perito Moreno sólo los primeros 50 kilómetros son de asfalto y el resto es de ripio, que obliga ir más lento, pero también deja ver guanacos y choiques (ñandúes) al costado del camino.

PUERTA HACIA EL PASADO Más al sur está Bajo Caracoles, donde un gran cartel anuncia: “Bajo Caracoles, la puerta hacia el pasado”. Y ciertamente lo es al ver esta minúscula población en medio de la nada. Sólo hay un pequeño parador y dos surtidores de combustible. Desde allí se puede tomar la Ruta Provincial 39 y hacer 70 kilómetros hasta el pueblo de Lago Posadas. Cerca de ese pueblo hay dos lagos unidos por un delgadísimo istmo: el Posadas de color turquesa y el Pueyrredón de color azul. Este tranquilo remanso nació a partir de la explotación ganadera y aún se siente el espíritu virgen y pionero de la región.

Aquí viven los Fortuny, quienes atienden una posada que antiguamente fue un típico “boliche de campo”. Corría el año 1973 cuando Susana Ventura (calabresa) y Pedro Fortuny (catalán) llegaron de luna de miel, les gustó el lugar y no se fueron más. Desde entonces atienden un almacén y la posada que es, según ellos, “el único hotel en el mundo atendido por sus propios huéspedes”. El edificio es histórico y por allí pasaron muchos cultores de la Patagonia que ya no están más, como Bruce Chatwin (quien sacó la foto de la ventana de La casa del español), Germán Sopeña y Adrián Jiménez Hutton, entre otros.

DEL CHALTEN A EL CALAFATE El tramo que va de Bajo Caracoles a Tres Lagos es el más solitario de la 40. A pocos kilómetros está el acceso al Chaltén, el pueblo más joven de Santa Cruz (creado en los ’80) y ubicado en la parte norte del Parque Nacional Los Glaciares. La primera imagen que aparece, antes de llegar, es la del celeste lago Viedma con su impresionante glaciar. Con suerte (ya que siempre está tapado por nubes) se puede ver el impactante Cerro Chaltén (también llamado Fitz Roy) y, a su lado, el Cerro Torre completando una postal inolvidable. El pueblo está inmerso en un gran valle protegido por picos nevados y desde cualquier punto se ve (si las nubes lo permiten) el severo perfil del Chaltén con sus 3405 metros y su filoso pico apuntando al cielo como una gran flecha. Aquí la principal actividad es caminar y por eso es “La Capital Nacional del Trekking”. Lo ideal es quedarse cuatro días para recorrer bien la zona y navegar el Viedma hasta la pared del glaciar y, si se atreve, hacer un minitrekking sobre el hielo.

Sólo restan 225 kilómetros (prácticamente pavimentados) para llegar a El Calafate, puerta de entrada al Parque Nacional Los Glaciares y emplazado a orillas del lago Argentino. Su nombre proviene de un arbusto, típico de la región, cuyo fruto es una baya muy buena para hacer dulces y, según la leyenda, quien lo come vuelve a la Patagonia.

El parque nacional tiene una superficie de 600 mil hectáreas y de ese gran campo de hielo se desprenden 47 glaciares. Los más importantes son el Viedma, el Upsala, el Onelli, el Spegazzini y, obviamente, el Moreno. Este último ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y es el de más fácil acceso. Se extiende sobre el brazo sur del lago Argentino, su frente tiene cinco kilómetros de largo y sesenta metros de altura. Se encuentra a 80 kilómetros de El Calafate y desde 2007 cuenta con nuevas pasarelas que permiten apreciarlo desde todos los ángulos.

La recta final de la 40 pasa por las localidades fronterizas de 28 de Noviembre y Río Turbio, luego se despega de la cordillera para culminar en la costa patagónica, en Cabo Vírgenes, donde está el kilómetro cero. Cuando se creó, en 1935, la Ruta 40 se dividió en dos sectores: Norte y Sur, y el cero estaba en la ciudad de Mendoza. Pero desde 2004 se lo trasladó a Cabo Vírgenes, punto extremo austral del continente americano.

CONSEJOS PARA TRANSITAR “LA 40”

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