No tan lejos de las discotecas de moda y de los modernos rest贸, hay otra Buenos Aires que no duerme. A pasos del asfalto, apenas se deja atr谩s el estribo del colectivo y con la luna llena como testigo, tanto el Zool贸gico porte帽o como la Reserva Ecol贸gica de la Costanera Sur permiten ingresar en un mundo desconocido. Ambos paseos ofrecen visitas guiadas nocturnas para acercarse de una manera diferente al reino animal y vegetal.
Entrada a la Reserva Ecol贸gica por el Camino de Los Lagartos.ZOO DE NOCHE A pesar de lo que pueda pensar la mayor铆a de los porte帽os, el reino animal que vive en medio de la ciudad no descansa de noche. Todo lo contrario: bajo la luz de la luna, los distintos espacios del Zool贸gico mantienen gran actividad, ya que los animales se sienten m谩s desinhibidos por la ausencia de p煤blico.
Al ingresar se dejan atr谩s los edificios que rodean el Zool贸gico, con sus miles de lucecitas casi fundidas con las estrellas. Entretanto, los 谩rboles verde oscuro mecidos por la brisa primaveral apenas se ven iluminados por unos pocos faroles y por la luna llena, que se refleja en el lago de los cisnes y flamencos.
El grupo, de unas 30 personas, ya sabe que ingres贸 en el mundo animal por el cambio de olores. En el aire ya no se respira el smog porte帽o; ahora se pas贸 al cl谩sico olor a animal que nos remonta hacia los a帽os de la infancia y las primeras visitas al Zool贸gico palermitano.
La poca cantidad de gente ayuda a que los animales se muevan a piacere. De esta manera se puede ver al hipop贸tamo Garoto asomarse en el agua para mostrar la blancura de sus dientes reflejados en la noche porte帽a. Mientras tanto, el cuidador aprovecha para darle de comer zanahorias. Ya en la profundidad del Zool贸gico, descubrimos que la elefanta Mara cambi贸 de h谩bitos y, para sorpresa de todos, estaba despierta en la noche para evitar el asedio diurno de los miles de ni帽os que la llaman todos los d铆as.
Es que el Zool贸gico, inaugurado el 30 de octubre de 1875 por el presidente Julio Argentino Roca, era visitado en sus comienzos por unas 15.000 personas al a帽o, una cifra que parece muy peque帽a frente a la actual, que llega a los tres millones de visitantes.
Entre las novedades del complejo, declarado Monumento Hist贸rico, figura un 鈥渘octurnario鈥. All铆, en un ambiente casi sin luz, se puede ver a los habitantes de la noche: puercoespines, comadrejas, murci茅lagos y lechuzas surcan con comodidad el espacio creado especialmente para ellos.
Pero como toda selva, aunque sea en miniatura, tambi茅n tiene su rey. Los que concurran a realizar la visita nocturna podr谩n observar a los felinos en plena actividad. As铆, los leones y tigres bajo la luz de la luna corren entre los matorrales y se afilan las u帽as en los troncos como si fueran simples gatos como los del vecino Bot谩nico.
Para mejorar el estado de los animales, el Zool贸gico cuenta con 25 cuidadores, que mantienen el contacto diario con ellos. Adem谩s, el Departamento de Sanidad est谩 compuesto por cinco veterinarios y tambi茅n un equipo de nutricionistas trabaja para evitar el aburrimiento y el estr茅s de los animales. De esta manera, les colocan la comida en distintos lugares y escondida para mantener el instinto inquieto y de b煤squeda, tal como si vivieran en la selva.
La mirada alerta de los lemures de cola anillada.BAJO LA LUZ DE LA LUNA Una vez por mes, cada viernes que el calendario indica la llegada de la luna llena, la Reserva Ecol贸gica de la ciudad abre sus puertas para una visita guiada. A diferencia del Zool贸gico, aqu铆 no existe ning煤n tipo de iluminaci贸n el茅ctrica y s贸lo la luna y las estrellas son testigos del grupo que surca los matorrales.
En plena noche, la vegetaci贸n absorbe cualquier ruido que intente llegar desde la Costanera Sur. La luna est谩 colgada del cielo y toda la reserva se torna de tonos blancos y grises. Unas cuarenta personas se sumergir谩n durante tres horas en otro mundo, a s贸lo cinco minutos del microcentro de la ciudad. Antes de entrar al reino vegetal, llegan los 煤ltimos consejos de los gu铆as: ponerse repelente, incluso en invierno, y no separarse del grupo.
La gente ingresa por el Camino de Los Lagartos. Los contrastes entre la naturaleza que se adivina y la ciudad son visibles desde los primeros pasos. A los 200 metros, cuando todav铆a acompa帽an lejanos algunos bocinazos, a los lados del sendero hay ceibos y tipas. Y dos grandes lagunas: a la izquierda, la de los Coipos. A la derecha, la de los Patos.
En la primera parada, los visitantes disfrutan de las sorpresas iniciales que depara la excursi贸n. Se trata de unas de las pocas posibilidades que da la Reserva de observar su fauna, ya que en la oscuridad se puede observar un coipo (especie de nutria) sobre unas piedras que dan al espejo de agua. Durante la visita tambi茅n se pueden divisar tortugas de laguna, patos sirir铆es y gavilanes.
En la primera hora de caminata por el pulm贸n verde m谩s grande de los porte帽os, el 煤nico natural con 350 hect谩reas, la ciudad no termina de irse. Falta por lo menos media hora para poder acercarse m谩s a la naturaleza. A la altura de la calle Belgrano, sobre la Costanera, queda un recuerdo del antiguo balneario de Buenos Aires, y un poco m谩s adelante, a 100 metros, empieza el Camino del Medio que parte la reserva en dos. Es constante el sonido de los grillos y las ranas. Por consejo de los gu铆as, la gente se concentra para o铆r mejor y comprobar que finalmente la ciudad no est谩 m谩s. El recorrido se mete hacia el R铆o de la Plata, que cada vez se siente m谩s cerca. En la Laguna de las Gaviotas hay gallaretas durmiendo. Ya no hay 谩rboles. S贸lo arbustos y algunos sauces.
La caminata sigue sobre el camino central. A la izquierda se abre un sendero hacia el Bosque de los Alisos, rodeado de cortaderas que es necesario esquivar para poder avanzar. Ya dentro del bosque no se ve nada, y la 煤nica gu铆a para seguir es la espalda del que va adelante. Algunos se detienen para tocar las plantas y descubrir su textura. Hace m谩s calor que en el camino y el ambiente es muy h煤medo. S贸lo se oyen pisadas. Entre las ramas, un hueco de luz en medio de la oscuridad. El recorrido del bosque termina y un atajo lleva hacia el r铆o. Es medianoche, en medio de la naturaleza, a pocos pasos del ruido y el smog de Buenos Airesz
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