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Domingo, 17 de julio de 2011
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NOROESTE Valles con historia y tradiciones

Invierno en Catamarca

Una provincia bella y diversa, con una larga historia a sus espaldas, que atesora cordillera y verdes quebradas. Reservorio mundial de pinturas rupestres, cruzada por tradiciones y leyendas, y la devoci贸n a la Virgen Morena, invita a recorrer rincones donde se vive a pleno el orgullo de ser catamarque帽o.

Por Pablo Donadio
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La Cuesta del Portezuelo, un mar de serran铆as verdes rodeando San Fernando.

Ya comienzan a revolear las pilchas en Catamarca, como para chuschear los fr铆os. Su Fiesta Nacional del Poncho bien sabe de tradici贸n, pero sobre todo de la forma en que debe vivirse una celebraci贸n musiquera, un festejo religioso o un simple paseo por las verdes sierras de Ancasti. Esa intensidad, que no es velocidad, es todo un sacud贸n al avispero del turismo nacional, casi un 鈥溌y!, aqu铆 estamos, somos un gran destino tambi茅n鈥. El ambiente que genera su fiesta mayor es una condensaci贸n de la energ铆a que baja de las monta帽as, que emerge de un suelo hist贸rico y se palpa en cada expresi贸n popular. Mientras tanto, el paisaje circundante, con sus caminos de cornisa y permanentes curvas, invita a internarse en las cuestas de las Sierras Pampeanas, por un lado, y la muralla de piedra llamada Los Nades, por el otro. All铆 habitan volcanes, picos nevados, abismos que meten miedo, salinas, lagunas y la cara curtida de las gentes de monta帽a. La Puna (s铆, tambi茅n la Puna llega aqu铆) se devora kil贸metros y kil贸metros de una planicie de altura, que acopla lo muy viejo a la modernidad, como ocurre tambi茅n en San Fernando del Valle de Catamarca.

Mantas y ponchos al telar, creaciones de la artesan铆a de Catamarca.

LA INDIA 鈥淰irgen morenita, Virgen milagrosa/Virgen Morenita, te elevo mi cantar / Son todos en el valle devotos de tus ruegos / son todos peregrinos, se帽ora del lugar...鈥, reza el tema que se escucha tanto en misas como en los escenarios donde canta la Sole Pastorutti. Patrona Nacional del Turismo, la Virgen del Valle, La Morenita o la Virgen India, como se la quiera llamar, convoca con su rostro moreno a los visitantes, que se trasladan a siete kil贸metros desde la capital para trepar la sierra de Fari帽ango hasta su gruta.

Dicen aqu铆 que esta 鈥渉istoria de fe鈥 naci贸 a los ojos regionales a comienzos del siglo XVII, cuando don Manuel de Zalazar, administrador espa帽ol del actual Valle, escuch贸 que al este, en las cercan铆as de Choya, un nicho de piedra en la monta帽a albergaba una imagen honrada por los indios. Se lleg贸 hasta all铆 y comprob贸 que ah铆 hab铆a una Virgen y no una imagen pagana, pero no cualquier Virgen: era morena. La leyenda dice que Zalazar orden贸 llevarla, pero para su asombro la imagen regresaba, siempre volv铆a a estar all铆. Aceptando aquel desaf铆o misterioso, la Morenita triunf贸 finalmente en su altar y, poco a poco, su grandeza corri贸 los valles hasta hacerse m谩s popular.

La devoci贸n catamarque帽a muestra su m谩xima expresi贸n tras la Pascua y para el 8 de diciembre, cuando convoca a los creyentes a una peregrinaci贸n hasta la Catedral Bas铆lica Nuestra Se帽ora del Valle, donde la Virgen India tiene una imagen en un camar铆n de acceso p煤blico. Construida entre 1859 y 1878 por el arquitecto Luis Caravati 鈥揳utor de los mejores edificios de la ciudad鈥, ha sido declarada Monumento Nacional, y su iluminaci贸n nocturna es para destacar. De paso resulta imperdible hacerse una escapada tem谩tica a la iglesia de San Francisco, de 1905, que lleva en su atrio la estatua de Fray Mamerto Esqui煤, impulsor de la Constituci贸n Nacional de 1853. La Plaza del Aborigen, con la 鈥淧iedra que ata al sol鈥, muestra la fuente central en honor a la Diosa del Agua, mientras el museo Arqueol贸gico Ad谩n Quiroga 鈥搎ue conserva una amplia colecci贸n de objetos abor铆genes, con piezas de los per铆odos Temprano, Medio y Tard铆o鈥 es otra de las muestras de la cultura preexistente fusionada con las posteriores ense帽anzas coloniales y religiosas.

El Pucar谩 de Shinkal, en las cercan铆as de la ciudad de Bel茅n.

AIRES CAPITALES Los cambios de aire definen muchas veces l铆mites m谩s cre铆bles que los fijados pol铆ticamente. Generalmente, el visitante llega a Catamarca desde el sur y por la RN 60, que hace las veces de eje a los caminos que parten hacia el norte de la provincia y desembocan, por ejemplo, en San Fernando del Valle de Catamarca. La plaza 25 de Mayo suele ser un remanso veraniego por su frondosa y refrescante arboleda, que permite gozar de las sombras proyectadas por los palos borrachos, palmeras y tipas en torno a la estatua ecuestre del general San Mart铆n.

El centro de la ciudad no es grande ni ostentoso, y convive en paz con edificios coloniales y modernos de distintas corrientes, mientras se degustan los sabores de la chanfaina (vieja receta con menuditos de cordero o chivito), el mote y la torta borracha. Cerca se encuentra el mercado de artesan铆as, que exhibe orgulloso la famosa f谩brica de alfombras de origen sirioliban茅s. Apartado de su valle hacia el oeste, donde la sierra comienza a elevarse, la laguna Jumeal y el dique se transforman en un mirador panor谩mico del hoy贸n donde se fue construyendo la ciudad. Tomando la RP 4 se llega a El Rodeo, en plena sierra de Ambato, por un camino pavimentado que atraviesa la Quebrada del Tala y permite acceder al Pueblo Perdido de la Quebrada, un yacimiento arqueol贸gico en proceso de recuperaci贸n.

El Rodeo es una villa ubicada a la vera del r铆o Tala, excusa perfecta para la escapada desde la capital, con un microclima que ha favorecido la construcci贸n de casas de descanso y la proliferaci贸n de propuestas de turismo aventura, incluyendo caminatas al Cristo Redentor, salidas en bici y la pesca de truchas. M谩s adelante, la hilera de pueblitos sigue con Las Juntas, desde donde se advierte la presencia de antiqu铆simas terrazas de cultivo ind铆gena. Le siguen Los Varela, La Puerta y Las Pirquitas, con otro espejo de agua embalsado. La alternativa es seguir la ruta serrana rumbo a Andalgal谩, pasando por Singuil. Desde aqu铆 el trazo obliga a trepar innumerables cuestas hasta la de Narv谩ez, de m谩xima altura y vista privilegiada a los Nevados del Aconquija.

En el cruce de la RP 48 hay que doblar hacia la izquierda para llegar a Andalgal谩, luego de descender por la Cuesta de Las Chilcas, a casi 2000 msnm. De esto se trata: subir y bajar, todo el tiempo. Tomando la RP 46 se llega a Bel茅n, a trav茅s de su cuesta hom贸nima. Aqu铆 est谩 el Museo C贸ndor Huasi, que atesora miles de piezas arqueol贸gicas que pertenecieron a los diaguitas, y a 15 kil贸metros se encuentra Londres, cuyos principales atractivos son las Iglesias de la Inmaculada Concepci贸n y de San Juan Bautista, de mediados del siglo XVIII, y el Pucar谩 de Shinkal.

El destino siguiente es Tinogasta, reino de bodegas de vinos regionales. A煤n m谩s al norte aguarda Fiambal谩, con un pueblo peque帽o que tambi茅n se especializa en producci贸n de vinos y tejidos confeccionados en telar, pero con el rasgo distintivo de sus bell铆simas termas. Ubicadas a unos 15 kil贸metros y a 2300 msnm, se distinguen por su paisaje de quebradas, manantiales y r煤sticos piletones que enfr铆an un poco el agua, surgida a 80潞C de temperatura.

El Danzar铆n, uno de los dibujos rupestres m谩s bellos de Ancasti.

AL PORTEZUELO Unos 20 kil贸metros al nordeste de la ciudad comienza el camino que comunica el valle con los departamentos de Ancasti, El Alto y la provincia santiague帽a, adonde suelen realizarse caminatas y cabalgatas. La Cuesta del Portezuelo se destaca aqu铆, con un largo camino que sube por la ladera de la monta帽a en forma zigzagueante, bordeando la monta帽a a un lado, y profundos precipicios al otro. En el trayecto hay peque帽os balcones que hacen de miradores de su ca帽ad贸n fabuloso, repleto de flores de lapacho, palos borrachos y asentamientos hist贸ricos; en el otro extremo, se divisa el valle de Catamarca y la sierra de Ambato. El Alto, el dique Collagasta (especial para pescar pejerreyes), Las Ca帽as y los Ba帽ados de Ovanta contin煤an la seguidilla de pueblos anclados en los verdes. La cuesta culmina a unos 1200 metros de altura, frente al valle del r铆o Pacl铆n, curso que lleva de regreso a Catamarca, entre las sierras de Graciana y el Alto Ancasti.

Dentro del Departamento de Ancasti surgen tambi茅n otros misterios, como para no pasarlo por alto as铆 nom谩s: reservorio mundial de pinturas rupestres, hay all铆 importantes yacimientos arqueol贸gicos, reflejo de la Cultura de la Aguada. Esta zona tuvo importantes asentamientos ind铆genas como La Tunita y La Candelaria, que hoy se destacan entre los dem谩s por la cantidad, calidad y tama帽o de las muestras art铆sticas que se mantienen intactas, y que son parte de un circuito tur铆stico del valle central por dem谩s atractivo. Cerquita est谩 el Hotel de Monta帽a La Aguada, que no s贸lo recepciona visitantes c贸modamente, sino que tambi茅n organiza trekkings y cabalgatas para conocer ambos semilleros de historia. A La Tunita, en particular, se llega tras recorrer un largo sendero de hojitas doradas, que se abren camino en galer铆as, cuevas y aleros producto de la erosi贸n. En ese clima natural, resguardado y encontrado casi por casualidad, sorprende la calidad de las pinturas ubicadas en techos y paredes, con im谩genes 煤nicas como El Danzar铆n, algunas de hasta un metro, que ubican al yacimiento entre los m谩s destacados del arte rupestre americano. Otro ejemplo de una tierra hist贸rica, llena de fe y probablemente, a煤n con sitios por descubrir en sus valles

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