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Domingo, 21 de agosto de 2011
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EUROPA. Viaje a escala

Un continente a lo Liliput

La ingeniería en miniatura es la especialidad de varios parques europeos que permiten visitar países o continentes enteros desplegados sobre pocas hectáreas. Un artilugio de expertos en maquetas y ambientación que recrean la ilusión se sentirse Gulliver y, al mismo tiempo, permiten descubrir monumentos, paisajes y edificios célebres de una punta a otra de Europa.

Por Graciela Cutuli
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Una familia se asoma a la miniatura de la Gran Plaza de Bruselas, con el Atomium detrás.

Si la Torre Eiffel, el Atomium o la Tower Bridge, emblemas urbanos europeos con categoría de landmark –es decir auténticos iconos representativos de una ciudad–, hacen sentir pequeño al más alto de los visitantes, por una vez en la vida vale la pena dar vuelta el final de la historia y sentirse como Gulliver en Liliput visitando los diversos parques que reproducen los hitos del continente a pequeña escala. De algún modo es el sueño del buen viajero: poder caminar de Londres a Roma, y de allí a Moscú, en un solo día y sin cansarse. Y aunque no sea posible admirar la magnificencia original de las más bellas ciudades europeas, con sus monumentos correspondientes, sí será posible tener una idea comparativa de sus dimensiones y sobre todo admirar la maestría con que los expertos reproducen sus detalles sobre pequeñas superficies. Está visto que, dada su creciente popularidad, despiertan el interés de los visitantes locales y extranjeros, y de grandes y chicos por igual: es buena idea entonces dedicarles medio día de visita, que en vista de las distancias virtuales recorridas se sentirán por lo menos como un par de semanas de travesía al estilo más tradicional. Parafraseando la famosa atracción de Disneyland, según la cual “it’s a small world”, bien se podría decir que Europa “it’s a small continent”.

FRANCE MINIATURE Este parque situado en Yvelines –en las afueras de París, pero fácilmente accesible en tren– está festejando 20 años durante los cuales no dejó de sumar “pequeñas grandes” atracciones: la última de ellas es una réplica a escala 1/20 del cohete espacial Ariane, situado en el centro espacial de Kourou en Guyana, realizado artesanalmente con un trabajo de 1500 horas y 450 kilos de resina.

France Miniature se extiende sobre cinco hectáreas que –no podía ser de otro modo– reproducen la forma del mapa de Francia, el célebre “hexágono”, según define la cartesiana mentalidad francesa. Varios estanques hacen las veces de los mares limítrofes, mientras pequeños canales reproducen los ríos, y por llanuras y montañas corren minitrenes que reproducen los colores de la SNCF, los ferrocarriles franceses, incluyendo el famoso TGV. En total son 116 réplicas exactas de los monumentos más famosos, con un total de 2000 maquetas incluyendo pueblos, ambientes y no menos de 20.000 arbolitos enanos. Entre ellos, los preferidos de los visitantes no difieren mucho de los favoritos a “tamaño real”: se trata de la Torre Eiffel, que alcanza los diez metros de altura y está pintada con la misma pintura de la original, la Basílica de Lourdes, el Mont-Saint-Michel, Fort Boyard y la basílica del Sacré-Coeur. Una zona de juegos especial para chicos, pero donde también los grandes están invitados, permite subirse a varias atracciones para disfrutar de una vista aérea de todo el parque, y divisar como auténticos liliputienses los 60.000 personajes incluidos en las “escenografías” y hasta los 50.000 espectadores pintados a mano en la réplica del Stade de France, donde Francia se quedó con la Copa del Mundo de 1998.

SUIZA TAMBIEN ES PEQUEÑA De hecho lo es, y tanto que se la puede cruzar en tren en apenas unas horas. Sin embargo, con sus cuatro idiomas oficiales, sus tres culturas y sus distintas religiones tiene todo para ser un país a lo grande. Así que nada mejor que llegar a Melide, a pocos kilómetros de Lugano –en el Ticino, la Suiza italiana– para conocerla en un par de horas, sacándose fotos frente a sus monumentos más famosos. Está la estatua de Guillermo Tell, por supuesto; están los trenes turísticos pintados de rojo igual que los originales; están los castillos y las vacas sobre las praderas de la montaña. El telón de fondo lo ponen los Montes San Giorgio y Generoso, que son parte del Patrimonio de la Humanidad: un buen complemento del paseo es subir a la cumbre del Generoso (una caminata fácil luego de hacer la parte más larga en funicular). Desde arriba no se ve el parque Swiss Miniatur, pero sí se ven dos países, el Ticino suizo de un lado, y los montes lombardos italianos del otro.

En la tierra de los relojes y la precisión, Swiss Miniatur fue concebido como una obra de ingeniería. Los monumentos están todos a escala rigurosa (1:25), la red de trenes funciona tan puntualmente como la real y hasta se ven personas esperando sobre los andenes. En un rincón del parque se pueden visitar los talleres y ver cómo trabajan los artesanos. Durante el verano es posible participar en talleres de modelismo y decoración, o pasar un día a todo ferromodelismo con Renato Bernasconi, el responsable de la red de 3,5 kilómetros que usan los 18 trenes a escala del parque. Para saber no sólo cómo se hizo todo, sino también cómo se mantienen y restauran las maquetas, expuestas al sol, la lluvia y la nieve.

Swiss Miniatur tiene más de 50 años, y por eso es el abuelo de los parques a escala en Europa. Hay más de 125 maquetas y escenas sobre sus 14.000 m2, y cada tanto se agregan algunos monumentos nuevos, como una quesería de alta montaña o un centro de vacaciones ecológico. En cuanto a la escena más fotografiada, no es la réplica del imponente Parlamento Federal de Berna, ni el castillo de Gruyère. Es el pueblito de Heidi, por supuesto. Esta maqueta fue inaugurada en 2008 y representa la aldea-museo de las afueras de Maienfeld, en el este de Suiza, donde fue recreado el mundo de las novelas de Johanna Spyri. Para muchos fanáticos –sobre todo japoneses, según cuentan los empleados del parque– es el broche de oro de la visita.

EUROPAS EN PEQUEÑO Cerca de Madrid, la apuesta sube y pasa de un país a un continente entero en el Parque Europa, una iniciativa del municipio de Torrejón de Ardoz que, sobre 233.000 metros cuadrados, permite descubrir los monumentos y paisajes de la Unión Europea. Entre los principales no podía faltar la Torre Eiffel –una abonada fija de cuanto paseo minimonumental existe en el mundo–, la madrileña Puerta de Alcalá, el famoso Puente de Arlès que inspiró a Van Gogh, la germánica Puerta de Brandeburgo, el Puente y la Torre de Londres, la Plaza Mayor y la Puerta del Sol, la Fontana di Trevi de Roma, los molinos holandeses, un barco vikingo, la portuguesa Torre de Belem, el pequeño –¡más aún que el original!– Manneken Pis de Bruselas, y la Sirenita de Copenhague. Para los chicos, es posible distraerse de tanta arquitectura en las áreas de juego multiaventura que incluyen un laberinto láser, una zona de tiro con arco y tirolesas.

La Europa liliputiense también tiene su lugar en Bruselas, más que adecuado si se considera que la capital belga es también la capital administrativa de la Unión Europea, con incontables sedes de organismos continentales. Además de ser recibidos por el Big Ben al “llegar” a Londres y sentirse acunados por las románticas mandolinas y góndolas de Venecia, es posible hacer funcionar uno mismo una serie de modelos que replican la erupción del Vesubio, una corrida de toros en Sevilla, el lanzamiento del cohete Ariane o la caída del Muro de Berlín. Sin duda se cumplió el objetivo de 1987, cuando comenzaron los primeros estudios para el parque y los historiadores del arte eligieron el puñado de edificios que consideraron más representativos del continente basándose en su valor arquitectónico y sociocultural.

A ello siguió un cuidadoso trabajo de dibujo y fotografía, tras lo cual 55 talleres artesanales de nueve países fueron contratados para llevar a cabo los modelos, con una cantidad ingente de horas de trabajo. Para muestra basta un botón: fueron nada menos que 24.000 horas –el total de trabajo de una persona durante 13 años– sólo para la catedral de Santiago de Compostela. Probablemente, con esas técnicas, se tardaría lo mismo en construir los grandes monumentos europeos hoy que en el pasado, pero felizmente el Big Ben mide sólo cuatro metros y la Torre Eiffel 13, sin duda una escala más humana. Además, con una previsora y atractiva mirada al futuro, el parque Mini-Europe de Bruselas incluye un Espacio Europeo lleno de juegos multimedia interactivosz

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