Domingo, 1 de junio de 2003
PORTUGAL Viaje a la regi贸n de Extremadura
Tres pueblos medievales
Obidos, Batalha y Alcoba莽a forman un peque帽o circuito al norte de Lisboa, la capital portuguesa. En estos tres sitios ocurrieron varios de los principales episodios hist贸ricos de los primeros siglos de la historia de Portugal. Murallas, castillos y muchas iglesias.

Vista general del pueblo fortificado de Obidos.
Texto y fotos:
Graciela Cutuli
Extremadura es una regi贸n central en Portugal, no s贸lo por su situaci贸n geogr谩fica 鈥攁l norte de Lisboa鈥 sino tambi茅n por su legajo hist贸rico. En esta regi贸n se encuentran las Islas Berlenga, aut茅nticas centinelas que vigilan la costa sobre las olas del Atl谩ntico; la playa de Nazar茅, una de las m谩s famosas de Portugal, y tambi茅n el centro religioso de F谩tima, que naci贸 en el lugar donde tres peque帽os pastores tuvieron visiones de la Virgen durante varios meses, en 1917. En esta misma regi贸n est谩n tambi茅n los pueblos hist贸ricos de Obidos, Alcoba莽a y Batalha, donde se encuentran monumentos que recuerdan episodios capitales de la historia de Portugal. Estos pueblos forman un circuito que se puede recorrer en un solo d铆a desde Lisboa, que est谩 a menos de 100 kil贸metros. A lo largo de este agradable recorrido que pasa por pueblos amurallados del Medioevo, por iglesias sin terminar y por castillos donde retumban ecos de batallas y planes de conquista, se puede comprobar la gentileza de los portugueses y la belleza de los paisajes de la regi贸n. El viaje empieza por la ma帽ana, y cobra su plenitud de colores cuando se deja la autopista que sale de Lisboa para seguir caminos m谩s buc贸licos, hasta los pies de una vieja e imponente muralla en cuyo interior se oculta un pueblo de casas blancas y bajas, de iglesias y de palacios: Obidos.
Rua Direita al Medioevo Como muchos otros sitios de la Pen铆nsula Ib茅rica, el castillo de Obidos conserva algunos rastros de la presencia 谩rabe. Como en un libro de historia, las conquistas y sucesivas reconquistas est谩n reflejadas en las piedras del pueblo. Los musulmanes hab铆an elegido este punto estrat茅gico, que controlaba una llanura de vi帽edos y una porci贸n de la costa, para asentarse en el lugar. El castillo fue reconstruido luego de la conquista por Afonso Henriques, en 1148, y tuvo un escaso protagonismo militar tras la expulsi贸n de los 谩rabes de Portugal: hoy sirve para fines m谩s pac铆ficos, como 鈥減ousada鈥, un lujoso hotel de turismo al mismo estilo de los Paradores espa帽oles.
En Obidos, los coches se dejan en la entrada del pueblo, al pie de las centenarias murallas. Se recorren caminando las calles de adoquines desparejos, que zigzaguean entre casitas blancas y muchas iglesias, como si despu茅s de la reconquista hubieran tenido necesidad de anclar 鈥攁 fuerza de muchos templos鈥 el culto cristiano. Este pueblo adormecido, que vive sobre todo del turismo dominical de los lisboetas, fue otrora un importante centro urbano. En el siglo XIII ten铆a incluso un puerto importante, sobre el r铆o que desemboca en la 鈥渓agoa de Obidos鈥, un peque帽o estuario. El rey Dinis, el monarca que consolid贸 la independencia de Portugal, lo entreg贸 como regalo de bodas a Isabel de Arag贸n, con quien se cas贸 en 1282. Las murallas defend铆an entonces una ciudad activa y pr贸spera, un punto estrat茅gico importante dentro del Reino de Portugal. Hoy, estas murallas ofrecen sobre todo un excelente punto de vista sobre el conjuntos de tejados y campanarios, donde de vez en cuando la masa violeta de una Santa Rita pone una mancha de color a los ocres y blancos de las construcciones. La principal calle del pueblo es la Rua Direita, que va desde la puerta principal, la Porta da Vila, hasta la Plaza Santa Mar铆a. Se concentran sobre su recorrido los negocios de recuerdos y de artesan铆as. Los marcos de las ventanas est谩n pintados de azul y de amarillo, y ponen el 煤nico rasgo de fantas铆a en estas fachadas sobrias. Las iglesias son m谩s austeras a煤n. Hasta la iglesia de Santa Mar铆a, la principal de Obidos, s贸lo tiene un sencillo p贸rtico renacentista, un magro adorno de piedra sobre la fachada lisa y blanca que hace juego con el campanario. En esta iglesia se casaron en 1441 un ni帽o de diez a帽os con su prima de apenas ocho: 茅l ser铆a un d铆a el rey Alfonso V.
Antes de dejar Obidos rumbo a Alcoba莽a, m谩s al norte, hay que ver algunas de las obras de Josefa de Obidos 鈥攗na artista del siglo XVII鈥 en el peque帽o museo que le est谩 dedicado. Esta mujer fue toda una excepci贸n en la cerrada sociedad portuguesa de entonces, donde las mujeres no ten铆an en general el protagonismo p煤blico que logr贸 esta pintora.
Una reina post mortem En Alcoba莽a, esta peque帽a ciudad que se encuentra a pocos kil贸metros de la famosa playa de Nazar茅, se encuentra la mayor de las iglesias de Portugal. Fue construida, como muchas otras en la Europa del Medioevo, luego de una victoria militar. Afonso Henriques orden贸 su construcci贸n en 1153, para celebrar el triunfo que hab铆a logrado seis a帽os antes sobre los musulmanes, en Santar茅m. Esta nueva iglesia fue cedida a la orden de los cistercienses: su construcci贸n se extendi贸 durante 76 a帽os, aunque varios monarcas siguieron agrandando el edificio, como el rey Dinis, que orden贸 la construcci贸n del claustro. A diferencia de las severas capillas de Obidos, la iglesia de Alcoba莽a est谩 ricamente edificada, tanto en sus exteriores como en sus interiores. Sus muros fueron protagonistas de un episodio hist贸rico mucho m谩s rom谩ntico (y macabro a la vez) que aquel de la reconquista a la cual debe su origen. En 1355, el rey Afonso IV mand贸 asesinar a la amante de su hijo, el futuro rey Pedro I (gobern贸 de 1357 a 1367). Pedro e In锚s de Castro hab铆an pensado sellar su uni贸n luego de la muerte de la esposa de Pedro, Constanza, infanta de Castilla. Pero no pudo ser: luego del asesinato de In锚s, Pedro se veng贸 y, tras la muerte de su padre, al acceder al trono anunci贸 que se hab铆a casado secretamente con In锚s y exigi贸 que toda la corte rindiera homenaje a su cuerpo embalsamado, y que cada uno de los presentes besara su mano (ya en estado de descomposici贸n avanzado...). Si fueron separados en la vida, est谩n unidos desde su muerte, y sus tumbas se encuentran en una de las capillas de la iglesia. En otra ala del edificio, hay que ver la Sala dos Reis, adornada con azulejos del siglo XVIII que trazan la fundaci贸n de la iglesia, adem谩s de albergar una colecci贸n de estatuas de los reyes de Portugal.
La batalla de Batalha Batalha es la tercera y 煤ltima etapa de este viaje a los principios de la historia nacional portuguesa. Tambi茅n all铆 el monumento m谩s importante es una iglesia. Los turistas que vienen a visitarla, como en Alcoba莽a, son la 煤nica diversi贸n en este tranquilo pueblo provincial.
Como su nombre lo indica, recuerda una batalla que fue de suma importancia para el reino de Portugal. Gracias a la victoria conseguida, los portugueses se aseguraron su independencia y no fueron integrados al reino de Espa帽a, como la provincia norte帽a de Galicia. La ciudad de Batalha, en efecto, recuerda nada menos que la batalla de Aljubarrota, en la cual Joao I, el hijo ileg铆timo del 煤ltimo rey de Portugal 鈥攎uerto sin descendencia, por lo menos leg铆tima鈥, derrot贸 a Juan de Castilla. Fue el 14 de agosto de 1385. Como siempre, la iglesia naci贸 de una promesa hecha sobre el campo de batalla, a cambio de una victoria militar. Joao I de Avis orden贸 la construcci贸n de la iglesia de Batalha en 1388, y desde entonces es el s铆mbolo de la soberan铆a portuguesa. El lugar tiene varias particularidades. La primera salta a la vista durante la visita: no est谩 terminada. Manuel I par贸 la obra para concentrarse en la construcci贸n del Monasterio de los Jer贸nimos de Bel茅m, en Lisboa. Las capillas inacabadas en la parte posterior de la iglesia est谩n esperando desde el siglo XVI que sus columnas y arcos truncos sean concluidos alguna vez. En esta iglesia se encuentran las tumbas de Joao I y su esposa, Philippa de Lancaster, y la de su hijo, Enrique el Navegante. En otra sala est谩 la tumba del Soldado Desconocido ca铆do durante la Primera Guerra Mundial. La iglesia fue elegida para albergar esta tumba por su destacado v铆nculo con el pasado militar del pa铆s y el s铆mbolo nacional que representa.
Desde Batalha, se vuelve a Lisboa por una segunda autopista que pasa muy cerca de F谩tima, en las afueras del pueblo de Alcoba莽a. Si las horas lo permiten, vale la pena parar un rato para observar la incre铆ble afluencia de fieles y peregrinos y sus ofrendas, sobre una explanada dos veces mayor que la de San Pedro en Roma. Se regresa a Lisboa por el valle del Tajo, dejando detr谩s de ella aquellos ecos e im谩genes de batallas, de reinasmuertas y de reyes casados en la ni帽ez, para empezar a escuchar las primeras notas de fados que brotan de los bares y las salas de espect谩culos de Lisboa, cuando cae la noche.
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