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Domingo, 22 de enero de 2012
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CHILE. Paseos por la capital chilena

Barrios de Santiago

Desde las más clásicas hasta las más nuevas, algunas propuestas para recorrer las calles de Santiago de Chile. De la bohemia al shopping, la capital chilena se convirtió en los últimos años en una buena alternativa para el turismo urbano del otro lado de la Cordillera.

Por Juan Ernesto Jaeger

La mejor forma de conocer una ciudad es caminar por sus calles. Y Santiago tiene muchos barrios formados por distintas formas de interacción social; así el espacio público dio vida a algo que va más allá de un simple conjunto de viviendas, calles y árboles.

Algunos de estos barrios ofrecen una calidad arquitectónica de gran valor y se han convertido en iconos de la ciudad. Ya el solo hecho de caminarlos es un paseo abundante en historia y significados. Como en el Barrio Italia, un distrito tradicional de la comuna de Providencia, donde no se ven construcciones en altura y sí muchas fachadas continuas de casas de principios del siglo XX, que se han ido transformando en restaurantes y tiendas de diseño.

Por su parte una antigua fábrica de sombreros se acondicionó con una estética contemporánea y ahora es el restaurante Mucca. Un par de cuadras más abajo, por la misma Avenida Italia, conviven más de una veintena de restauradores de muebles que trabajan sus piezas sobre las aceras, dándole especial vida al sector. Y así se va mezclando una interesante oferta gastronómica de Italia, Alemania, India y hasta Rusia, con pequeñas galerías de arte, bares, puestos de ventas de flores y cafés gourmet.

Entre el Parque Forestal y la Alameda, la principal avenida de la capital, se encuentra la calle José Victorino Lastarria, el eje del Barrio Lastarria, un pequeño oasis en medio del ajetreo del centro de Santiago. La receta se repite: gastronomía y cultura. La joya de este sector es el Museo de Artes Visuales, con colecciones de arte contemporáneo chileno desde los años ’60. Junto a la pequeña Plaza Mulato Gil no hay que dejar de ver el mural del pintor nacional Roberto Matta. Al ir acercándose hacia la calle Merced, abunda el estilo neoclásico de los edificios y la parada obligatoria es el Emporio La Rosa, para probar el helado del mismo sabor de la flor que inspiró el nombre del lugar.

Vista panorámica de Santiago, con la Cordillera al fondo, desde la azotea del hotel W.

EN BUS DE DOS PISOSTal como en Nueva York o Londres, los buses rojos de dos pisos recorren diariamente los principales puntos de atracción de Santiago. Lo mejor de Santiago Turistik es que cada uno puede subir y bajar cuantas veces quiera durante todo el recorrido, entre las 9.30 y las 18, por el mismo valor. El viaje completo sin bajar del bus demora dos horas aproximadamente, y pasa cada 30 minutos por cada una de las 12 paradas que tiene contemplado el itinerario.

La clave de este tour es sentarse en el segundo piso del bus, porque desde allí se obtienen las mejores fotos panorámicas de los lugares recorridos. No hay vehículos de la misma altura que puedan entorpecer la vista.

Entre las principales paradas están la Plaza de Armas, el punto cero de Santiago; el Mercado Central; el mall Parque Arauco y el hotel Sheraton. Entre los lugares que pueden observarse se encuentran la Catedral Metropolitana, el Palacio de La Moneda, la Universidad de Chile, la Estación Mapocho, el Barrio Lastarria y el Cerro Santa Lucía, entre otros.

Artes escénicas y musicales en el Centro Gabriela Mistral (GAM).

TORRE TITANIUM Y BARRIO EL BOSQUE Santiago se pegó un “estirón” y construyó el edificio más alto del país y el tercero en Sudamérica. La Torre Titanium, de 190 metros de altura, 52 pisos y dos helipuertos, comenzó a ser construida en 2006 y fue recientemente inaugurada. Su inversión superó los 120 millones de dólares, y hasta el momento es el edificio emblema del Bicentenario chileno. Es el mayor hito en una de las zonas de más alto valor comercial de Santiago, con las avenidas Isidora Goyenechea y El Bosque como principales ejes.

A lo largo de Isidora Goyenechea se extiende una oferta gastronómica de primer nivel. Como el ultra contemporáneo Whiskey Blue, el bar del hotel W con la más diversa carta de cócteles de la ciudad, y el Red2One, ubicado en la azotea del mismo hotel y con una vista privilegiada de la Cordillera a través de sus paredes de vidrio. Se suman los restaurantes NoSo, de marcado estilo francés, y Osaka, mezcla de sushi y comida fusión asiática en ambiente zen de extrema calidez.

La Plaza Perú es un breve descanso para continuar hasta la calle El Golf, uno de los sectores residenciales más elegantes de la ciudad, que logra convivir en armonía con el comercio, el incesante flujo laboral y el entretenimiento nocturno. Allí están dos restaurantes, cada uno con sello propio y estilo: Oporto, con una carta mediterránea y de arquitectura clásica y moderna a la vez; y Nolita, una fusión de la gastronomía ítaloamericana.

¿Qué más podemos encontrar en la que es quizás sea la intersección más contemporánea de Santiago? Interdesign, los consagrados y las nuevas estrellas en el diseño de muebles. Vale la pena una visita para quedar al día. La Feria Chilena del Libro: imposible salir sin un volumen bajo el brazo. Al frente de la librería está Tiramisú, donde la especialidad son las pizzas. Encontrar una mesa el fin de semana es casi como ganarse la lotería.

Restaurantes, bares y teatros en Bellavista, el barrio con aires de bohemia.

MUSEO DE BELLAS ARTES Y GAM A mitad de camino por el Parque Forestal está el Museo Nacional de Bellas Artes, el principal centro de difusión de artes visuales de Chile: creado en septiembre de 1880, es el más antiguo de Sudamérica. A dos cuadras del Museo se levanta el Opera/Catedral, un antiguo edificio del casco céntrico de la capital que se remodeló y transformó para dar cabida a tres distintas ofertas gastronómicas bajo un mismo proyecto: restaurante Opera, Opera/Catedral (bar y música en vivo) y el Café de la Opera, una más que sólida apuesta para ir a comer prácticamente a cualquier hora del día.

Uno de los mayores aportes a la oferta cultural se concretó con la inauguración del Centro Gabriela Mistral (GAM), cuyo espacio de 22 mil metros cuadrados se reinventó, especializándose en artes escénicas y musicales. El edificio cuenta además con cafetería, restaurante y una destacada programación de teatro, danza y exposiciones fotográficas.

Tal como en Nueva York o Londres, los buses rojos de dos pisos recorren la ciudad.

LA BOHEMIA SANTIAGUINA Bellavista es como el sitio de peregrinaje para quien quiera ir de copas y tomarle el ritmo a la vida nocturna de la capital. Fue a partir de 1955 –cuando el Premio Nobel chileno Pablo Neruda arribó a un viejo molino que luego se transformaría La Chascona– que el lugar atrapó la atención de artistas e intelectuales. Hoy, sus calles de fachadas coloridas y diversidad de estilos se han transformado en restaurantes, bares, tiendas y teatros, donde se respira un aire bohemio con matices culturales.

La más reciente cara de Bellavista está centrada en la calle Constitución y se llama Patio Bellavista. Allí hay de todo: teatro, música en vivo, bares, cafés, restaurantes, tiendas, artesanías y operadores turísticos. Es un compilado ideal para viajeros y locales. Para comer, la oferta es suculenta y va desde un helado en Il Maestrale a los sabores franceses de Le Fournil Bistró, pasando por los peruanos del Barandarián y los italianos en Via Brera.

Joaquín Sabina incursionó por estas tierras e instaló La Mordida, para fanáticos de los platos mexicanos. La tendencia más cool está entre el restaurante Cienfuegos y el Bar Constitución, casi al frente del Patio Bellavista. La gran barra del Constitución se funde con los ritmos de bandas chilenas que tocan garage y DJs, que calientan el ambiente hasta la madrugada. Para no perdérselo.

En el día, y cuando Bellavista toma un ritmo más pausado, la visita obligada es La Chascona, una de las tres casas-museo que tuvo Neruda junto a la de Isla Negra y Valparaíso, y que administra la Fundación que lleva su nombre. Esta se encuentra en lo más alto de la calle Márquez de la Plata, y tiene tres plantas en distintos niveles con un pequeño circuito de escaleras. En las visitas guiadas, que comienzan cada 15 minutos, se destacan los objetos recolectados en sus viajes, una puerta secreta que une distintas secciones de la casa y el retrato de Matilde Urrutia hecho por Diego Rivera, entre otras curiosidades. Además cuenta con un café literario y una tienda de souvenirsz

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