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Domingo, 30 de noviembre de 2014
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BUENOS AIRES. Arquitectura y literatura en Adrogué

Borges, como en su casa

Casa Borges, la antigua vivienda de la familia del escritor, el recuerdo del hotel La Delicia, el edificio Castelforte y el edificio conocido como “La Cucaracha” forman parte del circuito literario e histórico de Adrogué, un mundo propio a las puertas de Buenos Aires.

Por Nora Goya
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Comedor original de la casa de Adrogué –hoy museo– que habitó Borges hasta 1953.

Foto de Nora Goya

“Su olor medicinal dan a la sombra / los eucaliptus: ese olor antiguo / que más allá del tiempo y del ambiguo lenguaje / el tiempo de las quintas nombra”, recita una voz en off en una de las habitaciones de la Casa Borges. Esta vivienda –habitada por el escritor hasta 1953– fue inaugurada como museo en octubre por las autoridades de Almirante Brown con el aval de María Kodama, viuda de Borges y titular de la Fundación Internacional dedicada al poeta.

Adrogué, cabecera del partido, se encuentra a sólo 25 kilómetros hacia el sur de la Ciudad de Buenos Aires. Por su gran y variada vegetación, esta localidad era elegida en el siglo XIX como zona de veraneo por familias adineradas porteñas, que se alojaban en el hotel La Delicia.

Más de un siglo después recorrer Adrogué, caminando por sus plazoletas y calles diagonales adoquinadas para observar sus casas bajas, sus eucaliptus, sus jazmines, implica sumergirse en una de esas ciudades donde el paso del tiempo parece no hacer mella. Una ordenanza municipal que prohíbe las construcciones mayores a doce metros de altura preserva el estilo clásico en los edificios, y ayuda a esa sensación de remontar las décadas.

RECUERDOS LITERARIOS Conocer la Casa Borges de Adrogué forma parte de la “experiencia borgeana”, asegura Fernando Ouviña, coordinador del museo histórico y del patrimonio cultural, mientras nos acompaña en el recorrido por la vivienda. Desde la reciente inauguración, agrega, unas 2000 personas ya pasaron por el lugar.

La casa está ubicada frente a la Plaza Brown, en el casco céntrico de la localidad. Por una de las ventanas de la vivienda, quienes visiten el museo pueden observar el monumento al fundador del partido Almirante Brown, el Palacio Municipal, la parroquia San Gabriel Arcángel y la Escuela Nº 1.

En el libro de visitas del museo está asentado el recuerdo de la presencia de Borges en Adrogué con los relatos de anécdotas escritas por los vecinos. Su paso por aquí sin duda puso a la localidad en el mapa literario y hoy –asegura el secretario de Cultura Jorge Herrero Pons– “forma parte del patrimonio inmaterial del municipio”.

Durante la visita caminamos por el comedor de la austera casa que fuera desde su construcción, en 1944, la vivienda de la madre del escritor, Leonor Acevedo Suárez. Imágenes y poemas sobre las paredes del recinto envuelven en una atmósfera que traslada a los visitantes hacia los años en los que la casa fuera habitada por la familia Borges.

Antes de comprar esta propiedad, los Borges pasaban sus veranos en el hotel La Delicia. Pero de aquel lujoso alojamiento, hoy demolido, sólo queda en pie la efigie de Diana que recibía a los visitantes en la entrada principal del edificio. Enfrente, una foto del poeta ilustra una de las paredes del museo y evoca los tiempos en que no sólo Borges se alojaba aquí: por aquí también supieron pasar figuras como Sarmiento y Carlos Pellegrini.

Cuando la casa fue vendida, en 1953, los nuevos dueños no hicieron modificaciones edilicias: por eso hoy el recorrido se puede hacer tal como era por la vivienda original. Durante nuestro paseo, Fernando Ouviña destaca la cercanía de las fechas entre la venta de la casa y el comienzo de la ceguera de Borges, por lo que los últimos recuerdos visuales del escritor fueron probablemente mientras habitaba este lugar.

Una escultura realizada en arcilla y pintada con grafito por la artista Liliana Essés rinde homenaje al escritor en los jardines, junto con dos murales realizados por Jorge Aranda y Fernanda González. En el patio de la casa se levantan algunas acacias y frente a la puerta de entrada hay árboles intervenidos con arte textil y espejos, que evocan vivencias del joven Borges en el “salón de espejos” del hotel La Delicia, anécdotas presentes en la obra del escritor.

La experiencia vivencial que permitirá a los visitantes tener contacto con la obra de Borges se completa con charlas, presentaciones de libros y talleres de lectura organizados por el municipio con entrada libre y gratuita.

LA HISTORIA DE UN PUEBLO Para diseñar el pueblo de Adrogué fueron convocados, a fines del siglo XIX, los arquitectos Nicolás y José Canale por su estilo vanguardista. La singularidad del trazado conformado por calles diagonales y plazoletas vuelve poco habitual el recorrido de esta localidad, y facilita que los recién llegados se pierdan por las calles y esquinas poco familiares.

Este espíritu está presente en la obra de Borges, que conecta la historia local con la vivencia universal del escritor. “Sigo entre los eucaliptus y el laberinto, el lugar en el que uno puede perderse. Supongo que uno también puede perderse en el paraíso”, señalaba Borges en 1977, en la última conferencia que diera en Almirante Brown.

A casi 30 años de su muerte, su presencia perdura de diferentes modos. No sólo el museo: también algunos de los bares y restaurantes del centro de Adrogué llevan el nombre del escritor o aluden a su obra como forma de mantenerlo presente en el lugar.

Hay en el distrito también otros atractivos culturales: vale recordar el Museo Archivo e Histórico Municipal “La Cucaracha”, en Diagonal Brown 1386. Esta casa de estilo suizo, de dos plantas, fue diseñada a fines del siglo XIX a pedido de Esteban Adrogué, para que vivieran allí sus hijas Sofía y Dolores. La construcción, ancha y chata, debe su nombre a la forma del edificio y a sus techos negros, que desde una vista aérea se asemejan al “caparazón de una cucaracha”.

En este edificio funcionaron la primera sede del gobierno municipal, luego trasladada frente a la plaza Almirante Brown, la comisaría y el Juzgado de Paz. Además de ser un edificio histórico, en “La Cucaracha” se encuentra la sede de la Secretaría de Educación y Cultura municipal.

El coordinador de Artes Plásticas y Visuales, Eugenio Cornacchione, nos acompaña por las distintas salas de la casa-museo, abierta al público de lunes a viernes. Allí hay objetos como relojes, teléfonos, placas conmemorativas, vajilla del hotel La Delicia y fotografías de las distintas localidades del partido. Además se realizan exposiciones de pintura, muestras fotográficas, visitas guiadas, talleres, clases abiertas, ciclos de música y obras de teatro.

También el edificio Castelforte, en Rosales 1521 (a metros de la Plaza Brown), forma parte de los lugares “mágicos” del partido. En algunas de las imágenes de las paredes de la Casa Borges puede verse al escritor en los jardines de ese lugar.

De la construcción original realizada por José Canale sólo queda en pie la capilla San Nicoló (en homenaje a su padre, Nicolás) que cuenta con el Templete de Minerva, igual a los campanarios de las iglesias construidas por los arquitectos Canale.

Luego de la muerte del arquitecto, su viuda vendió el predio, que fue subdividido. El Castelforte que puede visitarse en la actualidad mantiene el estilo italianizante propio de los edificios construidos por Canale. Todavía se conserva la plaqueta de mármol con el nombre “Venezia” en el arco de entrada al predio, y algunos elementos de la decoración que remiten al arte de la ciudad lagunar.

Estos lugares están presentes en la obra literaria de Borges. El cuento “El Sur”, con sus gauchos imaginarios, fue inspirado en el restaurante almacén Santa Rita, que aún funciona en la intersección de Quintana y J. de la Peña. Herraduras de caballos en las paredes, viejos sifones, botellas con etiquetas percudidas y muebles de madera añeja remiten a otros tiempos. Piso de madera y detalles de hormigón en las paredes terminan de completar la decoración de este restaurante a puertas cerradas, uno de los pioneros en esta zona del Gran Buenos Aires, donde se ofrece un menú fijo con variedad de tapas, tortillas, mariscos y pescados a la parrilla (viernes y sábado por la noche, con reserva). Para los cinéfilos, este lugar fue usado en 1993 como locación para filmar algunas escenas de la película De eso no se habla, dirigida por María Luisa Bemberg y protagonizada por Marcello Mastroianni y Luisina Brando.

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