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Domingo, 15 de marzo de 2015
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SANTA CRUZ. Excursiones en la estepa

El Calafate en acci贸n

En cuatriciclo, a caballo, en bicicleta o en cami贸n 4x4: cambian las formas de explorar la estepa calafate帽a, frente al azul del lago Argentino y el brillo de los glaciares Upsala y Perito Moreno, pero en todas prevalece la aventura.

Por Juli谩n Varsavsky
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En el Laberinto de Piedra los cuatriciclos se internan entre los caprichosos bloques.

Fotos de Juli谩n Varsavsky

El deslumbramiento de los glaciares en El Calafate encandila a gran parte de los viajeros, impidi茅ndoles mirar a sus espaldas, donde se extiende la estepa: no tan colorida ni sonora como los hielos, pero con una insondable belleza patag贸nica que muchos se pierden de explorar. Para ello es necesario evitar las urgencias del paquete cerrado de fin de semana y dedicar todo el tiempo que sea posible a recorrer la zona. Y la mejor forma de abordar estos paisajes inh贸spitos es a lo 鈥渁venturero鈥: a lomo de caballo, sobre cuatriciclos, en bicicleta o en cami贸n 4x4.

Rumbo al Mirador del Upsala, uno de los m谩s bellos paisajes del mundo, en la Estancia Cristina.

A CABALLO HASTA EL UPSALA Arrancamos nuestro viaje calafate帽o durmiendo dos noches en la estancia Cristina, con el objetivo de hacer algunas de las cabalgatas m谩s espectaculares de la Argentina. Por la RP 11 vamos hasta el Punta Bandera para abordar un catamar谩n que surca el lago Argentino hacia la estancia. El barco navega dos horas hasta el frente del glaciar Upsala y luego desembarcamos.

Dormir en una estancia patag贸nica es algo as铆 como el ideal de aislamiento para el viajero en busca de una desconexi贸n radical. Y en la Estancia Cristina disfrutamos de una soledad absoluta, pero con sumo confort y gastronom铆a gourmet.

A la ma帽ana siguiente salimos de cabalgata con un gu铆a hasta el mirador del glaciar Upsala, uno de los panoramas m谩s asombrosos y menos conocidos de la Argentina, por estar en un lugar muy a contramano del flujo de turistas.

Los caballos arrancan a paso cansino, m谩s interesados en comer pasto que en caminar. Pero el gu铆a se pone firme y entran en ritmo. Al principio vamos por un llano estepario con arbustos y pastos ralos, en la parte baja de un valle descomunal abierto por la potencia arrasadora de un antiguo glaciar. Pero llegados a cierto punto doblamos encarando hacia la monta帽a.

Un toro salvaje con grandes cuernos aparece de repente y se nos queda mirando, desconfiado. Hasta que da media vuelta y huye despavorido. Parejas de cauquenes remontan vuelo en la distancia y un c贸ndor se eleva sobre nuestra cabeza, trazando c铆rculos conc茅ntricos en el aire.

La cabalgata se hace lenta porque son nueve kil贸metros de subida. Pero los espectaculares paisajes van cambiando cada media hora. Subimos y bajamos quebradas en cuyos fondos aparecen espejos de agua color azul zafiro. Por momentos hay precipicios nada desde帽ables, pero el gu铆a est谩 siempre atento y los caballos son sumisos.

Al cabalgar estas inmensidades, la sensaci贸n es como si la Patagonia estuviese deshabitada. Pareciera que vamos al galope descubriendo un mundo virginal nunca pisado por el hombre, mientras un cielo inmenso y encapotado se nos viene encima. Cabalgamos durante horas 鈥搃mitando a los viejos exploradores pero con muchas m谩s comodidades鈥 sin cruzarnos con nadie. El ambiente remite a la Patagonia de George Musters, aquel legendario viajero que cruz贸 estas inmensidades en caravana con los tehuelches, guiado por los caciques Orkeke y Casimiro Bigu谩 en 1869.

En las laderas la vegetaci贸n se convierte en un bosque andino patag贸nico. Pero al llegar al punto m谩s alto todo vuelve a ser aridez, porque hace 200 a帽os el glaciar Upsala llegaba hasta aqu铆 y con su retirada qued贸 la piedra pura, una corteza terrestre color marr贸n con vetas amarillentas, lisa como una bola de billar.

Desensillamos un rato para estirar las piernas y curiosear en un refugio con techo de chapa levantado por el Instituto del Hielo Continental Patag贸nico en 1959 para estudiar el glaciar. A fines de los 鈥60 el Upsala estaba a diez minutos a pie del lugar, pero el hielo se ha retirado tanto que para pisarlo se tarda hoy tres horas y media. El glaciar retrocede 200 metros por a帽o, m谩s que otros de la regi贸n (en 2009 se desprendi贸 un t茅mpano de 900 metros de ancho). Esto es por la inclinaci贸n topogr谩fica, en el contexto general del retroceso de la 煤ltima glaciaci贸n, un proceso de reversi贸n comenzado hace 18.000 a帽os. Probablemente el calentamiento global acelere todo, pero hasta ahora no se lo ha podido comprobar.

Desde aqu铆 nos quedan 15 minutos de cabalgata hasta la cima. Al traspasar una lomada aparece el radiante glaciar Upsala con toda su imponencia. Desde lo alto vemos elevarse sus puntiagudas c煤pulas de hielo, que brillan como catedrales transparentes hasta perderse serpenteando en el horizonte.

El glaciar est谩 bastante cerca y la panor谩mica es muy distinta a la que se obtiene desde las embarcaciones. Por eso la vista desde aqu铆 es m谩s impresionante que desde las pasarelas del glaciar Perito Moreno o la navegaci贸n al Upsala. Adem谩s no hay nadie en kil贸metros a la redonda. Observar esta imagen es una actitud mezquina: es un glaciar completo para nosotros solos, a nuestros pies.

Al Balc贸n del Calafate se llega con cami贸n 4x4 por terrenos de la antigua estancia Huyliche.

MULTIAVENTURA PATAG贸NICA A espaldas de la ciudad de El Calafate se eleva el amesetado cerro Huilyche de la precordillera de los Andes, donde hay un centro de turismo aventura con sofisticados circuitos de bicicleta, cuatriciclo y 4x4. Adem谩s tiene una aerosilla que en verano se usa para subir a ver el paisaje del lago Argentino y en invierno disfrutar del parque de nieve que funciona aqu铆.

Decidimos subir al cerro con la excursi贸n en 4x4 llamada Balc贸n de El Calafate, que arranca trepando la monta帽a por terrenos que pertenecieron a la hist贸rica estancia Huyliche. El moderno cami贸n trekker tiene capacidad para 27 personas y ventanales panor谩micos.

Nos internamos por un ambiente de estepa con arbustos y pastos ralos. La primera parada es en el Balc贸n de El Calafate, sobre el borde de una escarpada meseta desde la cual se ven el lago Argentino y las cumbres nevadas de la cordillera de los Andes. En la lejan铆a descubrimos el brillo de un t茅mpano a la deriva y la cima del cerro Fitz Roy.

M谩s adelante el veh铆culo baja con una vertiginosa inclinaci贸n de 30 grados y seguimos hacia el Laberinto de Piedra, para avanzar entre extra帽as formaciones de arenisca cinceladas por la lluvia y el viento, otorg谩ndole al paisaje un inconfundible aspecto lunar. Estas solitarias piedras parecen haber surgido de la nada, ya que no hay paredones cercanos de donde pudieran haber ca铆do. Pero en verdad son bloques err谩ticos trasladados muchos kil贸metros arriba de un glaciar que ya desapareci贸.

Dejamos el cami贸n para ponerle un poco m谩s de v茅rtigo a la excursi贸n, saliendo a surcar la estepa a toda velocidad en cuatriciclo. El gu铆a nos da las indicaciones, distribuye los cascos y prueba nuestras habilidades. Parece que estamos aprobados, as铆 que nos lanzamos al circuito m谩s largo, de 11 kil贸metros.

El terreno ondulado le pone emoci贸n al paseo y pasamos junto a unas cuevas cavadas por el viento. En otra parte aparece algo de nieve 鈥揳un en verano鈥 y desde un mirador a 1050 metros de altura vemos los cerros Baguales en Chile, para completar el paseo en 45 minutos. Por 煤ltimo, el gu铆a nos lleva a un mirador casi 煤nico en la zona, desde donde se ve el glaciar Perito Moreno a la distancia.

La concreciones 鈥揻ormaciones esf茅ricas de roca鈥 crean un ambiente interplanetario.

ESFERAS ETERNAS En un inh贸spito rinc贸n del cerro Huyliche, las excursiones en cuatriciclo y cami贸n 4x4 pasan por el sector llamado Los Sombreros, unas extra帽as formaciones geol贸gicas. Se trata de rocas esf茅ricas surgidas del fondo del mar, conocidas en geolog铆a como 鈥渃oncreciones鈥. Su origen se remonta a los tiempos en que la actual superficie de la cordillera de los Andes 鈥搚 el suelo que pisamos aqu铆鈥 eran el fondo del mar. En esas profundidades subacu谩ticas se generaban campos magn茅ticos que atra铆an part铆culas de 贸xido de hierro, agrupadas formando esferas moldeadas por las corrientes de agua. Luego eran tapadas por sucesivas capas de sedimento y, si la cordillera no hubiese emergido, habr铆an permanecido aprisionadas dentro de otra roca bajo las aguas para siempre. Pero cuando la placa de Nazca se acerc贸 por debajo del Pac铆fico chocando contra el continente americano, el fondo del mar se levant贸 y la cordillera surgi贸 sobre las aguas. Entonces los sedimentos submarinos pasaron a ser las rocosas laderas de las monta帽as que, a lo largo de millones de a帽os, fueron erosionadas por la lluvia y el viento. As铆 comienzan a quedar al descubierto estas extra帽as rocas esf茅ricas y ferrosas, que al ser de metal no sufren casi la erosi贸n. Y ahora se las ve a simple vista, con media esfera saliendo de una roca m谩s grande, rodeadas por un c铆rculo que les da forma de sombrero. Cuando la erosi贸n termine su paciente trabajo, llegar谩 el d铆a 煤nico y acaso prefijado en que la esfera se desprender谩 al fin, cayendo de un golpe seco en la superficie de la tierra: varias ya han ca铆do y parecen grandes balas de ca帽贸n, lanzadas a rodar como en una par谩bola de la eternidad.

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