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Domingo, 21 de diciembre de 2003
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NEUQUEN Trekking, rafting y cabalgata en Aluminé

Idílicas aventuras

Uno de los destinos más vírgenes de Neuquén, en el marco de un pueblo cordillerano con espectaculares paisajes. Lago, río, cerros y araucarias, y una buena infraestructura turística a precios accesibles. Un paraíso para los amantes de la vida al aire libre y los deportes de aventuras como el rafting, las cabalgatas y el trekking.

Por Julián Varsavsky
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De arriba hacia abajo: El intenso rojo enciende los espectaculares paisajes que rodean al pueblo de Aluminé.
Una cabalgata de dos horas y media hacia la cumbre del cerro Quiquelil.
A bordo de un gomón rumbo a la excitante experiencia de “cabalgar” por los rápidos del río Aluminé.

Aluminé es todavía un típico poblado patagónico de la cordillera, con todas sus calles de tierra y una tranquilidad pueblerina que ya no se encuentra en otros destinos turísticos de la región. Por el contrario, en este pueblo del centro-oeste de Neuquén las actividades económicas principales son la ganadería ovina y bovina, la explotación forestal y en tercer lugar el turismo. Pero al mismo tiempo Aluminé dispone de una eficiente gama de servicios turísticos, logrando una equilibrada combinación entre naturaleza virgen y confort para el viajero.
Ubicado entre la cordillera de los Andes y la margen oeste del río Aluminé, el pueblo sirve de cabecera para visitar el Corredor de los Lagos Patagónicos y el Parque Nacional Lanín. En sus alrededores hay una infinidad de circuitos y paisajes cuya belleza se puede abordar de distintas maneras según la época del año. En el verano la mejor forma es aprovechando las posibilidades para los deportes de aventura como las cabalgatas, el rafting y el trekking por la montaña.

A CABALLO POR LOS CERROS Anoar Martínez es un poblador de Aluminé que desde hace siete años organiza cabalgatas en la zona. La mayoría de los viajeros elige el circuito que sube al cerro Quiquelil, partiendo desde la vera del río Aluminé, protegido por una pared de rectos álamos. El agradable paseo dura dos horas y media y permite observar algunos de los paisajes más espectaculares que rodean al pueblo, epicentro de un espacio de transición entre la aridez de la estepa patagónica y el verde de los bosques andino-patagónicos. La primera parada es en un mirador del cerro Quiquelil. En el horizonte se observa el río Aluminé caracoleando hasta perderse entre dos mesetas de origen glaciario. Al llegar a lo alto del cerro se hace otra parada para tomar mate y observar los parajes de Aluminé y las águilas moras que pasan a vuelo rasante. La cabalgata cuesta $ 18 por persona.
Si se dispone de más tiempo, Anoar Martínez también organiza una travesía de cuatro días hasta el paraje Pulmari, atravesando tierras de dos comunidades mapuches. Los primeros dos días se duerme en unos campings equipados con todos los servicios, y el tercero en hotel. El precio es de $ 420, incluyendo todas las comidas (desde viandas hasta un chivito asado), carpa y bolsa de dormir. Reservas en Mali Viajes (frente a la plaza del pueblo). Tel.: 02942-15-665122 o 496310. E-mail: [email protected]

TREKKING POR PAISAJES DE CUENTO Desde la Oficina de Turismo Municipal –ubicada en la plaza del pueblo– parte una excursión hacia el paraje Abra Ancha, uno de los más idílicos de la zona. En primer lugar se debe tomar un remise hasta Abra Ancha (8 kilómetros). Desde allí se realiza un trekking sencillo de 40 minutos hasta una gran roca con petroglifos cincelados por miembros de la cultura pehuenche, hace unos 600 años. Durante el recorrido se atraviesan quebradas por donde bajan desde las montañas acequias que llegan hasta las pocas casas desperdigadas en el paraje. A decir verdad, la imagen de la casita de la familia Ingalls –incluyendo la humosa chimenea– es lo más parecido que puede haber al hogar de los pobladores de Abra Ancha. Al frente de cada casa están el corral con las ovejas, un arroyo con una cascadita y hermosos pinares que suben por las ondulaciones de la montaña. Sobre el césped natural y perfecto que rodea las casas pastan tres o cuatro vacas que, naturalmente, son ordeñadas cada mañana antes del desayuno.
Los guías de las caminatas son jóvenes pobladores del paraje formados por la municipalidad, a quienes se va a buscar directamente a su casa, previo aviso telefónico. El tre- kking atraviesa un gran pinar donde está la roca gigante con las extrañas imágenes que tallaron los pehuenches, que ni los arqueólogos consiguieron descifrar. Es probable que debajo de la roca haya una tumba indígena. El servicio de guía –que además de brindar información cuida que los viajeros no pretendan tallar ellos mismos la gran roca– cuesta $ 5 y se contrata en la Oficina de Turismo Municipal.

A TODO RAFTING El río Aluminé es considerado por muchos deportistas como el mejor del país para practicar los vertiginosos deportes del rafting y el kayak. Ricardo Solano es un experimentado campeón de kayak que organiza bajadas de rafting para turistas durante todo el año. Esta modalidad de navegación es un deporte de equipo de entre 6 y 8 integrantes (léase turistas inexpertos) que navegan por un río caudaloso sobre una balsa inflable. Antes de partir, el guía y conductor del gomón le entrega un remo a cada uno y explica las voces de mando: “alto”, “derecha”, “izquierda”, “adelante” y “atrás”. Los preparativos llevan su tiempo: hay que colocarse un traje completo de neoprén, botas de goma, casco y un chaleco salvavidas. Para mayor precaución, una camioneta de rescate perseguirá todo el tiempo al gomón desde la carretera al borde del río.
Todo comienza en calma, con un suave traqueteo amortiguado por la goma inflable. Cuando ya se ha perdido el miedo y la cosa parece un juego de niños, se devela la trama. El “traicionero” guía dirige el gomón a toda velocidad hacia una roca apenas sumergida y al pasar por encima los navegantes saltan en los asientos como en un colectivo que se ha “comido un lomo de burro”.

El Aluminé es un río ciclotímico que por momentos explota de furia en concéntricos remolinos, y al instante se apacigua en felices remansos. ¿Qué pasa si el gomón se da vuelta? La posibilidad siempre existe, aunque en verdad depende de los viajeros. El guía suele preguntar de antemano, y si todos están de acuerdo seguramente ocurrirá el vuelco en un rápido llamado El Lavarropas (con una sola persona que se oponga el “accidente” no será provocado). Pero si esto ocurriese, no hay nada que temer. El río no es profundo ni el caudal, incontrolable. La orilla está a pocos metros y el casco y el chaleco protegen de las rocas.
El río Aluminé está dividido en dos circuitos: el Abra Ancha y el Superior. El primero mide 8 kilómetros, que durante una bajada de rafting se recorren en una hora y cuarto. Tiene un desnivel de 20 metros y una serie de 15 rápidos escalonados. La mayoría de los rápidos del circuito Abra Ancha son grado II (apto para que puedan realizar rafting chicos desde los 6 años en adelante) y algunos de grado III. Aunque en verdad no hay límite de edad para una bajada de rafting, y ni siquiera hace falta saber nadar. La mayor velocidad que se alcanza es de 15 kilómetros por hora. Al final del descenso, aquellos que todavía tengan adrenalina para segregar pueden subirse a una pared de roca montañosa y practicar un clavado desde 8 metros de altura. El precio por una bajada es de $ 25 por persona.
El circuito Aluminé Superior es exclusivo para quienes ya tengan experiencia en rafting y dispongan de un buen estado físico. El nivel de complejidad está catalogado como grado III y IV plus, con un desnivel constante de 150 metros. En los hechos se trata de un solo rápido casi sin remansos, que mide 12 kilómetros.
Además de los violentísimos rápidos, este circuito que comienza directamente en el nacimiento del río en el lago Aluminé, ofrece los paisajes más hermosos de la zona. Las aguas son muy azules y a cada costado flanquean la orilla centenares de araucarias, esos árboles aparasolados que pueblan la Patagonia neuquina. Durante el vértigo de la bajada a veces se puede observar al pato de los torrentes nadando en contra de los rápidos.
Un dato a considerar es que en el circuito Aluminé Superior es muy común que el gomón se dé vuelta, ya que en los hechos se va rebotando de una piedra a la otra. En ciertas ocasiones la balsa queda varada en una piedra y hay que bajarse para poder salir. Entre los rápidos más preciados está el Guikiki, con diez olas sucesivas y grandes pozos con corrientes contrarias de los que cuesta salir. Otro es El Cañadón, donde se forma una especie de tobogán de 60 metros donde la balsa alcanza unos 40 kilómetros por hora. Al final hay una ola que forma una verdadera pared de agua. El precio es de $ 65 por persona. Más información en Calle C. Villegas 610. Tel.: 02942-496322. E-mail:
[email protected]

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