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Domingo, 29 de noviembre de 2015
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ENTRE RíOS> Paraná, a pie y en lancha

Pariente del agua

A poco más de 500 kilómetros de Buenos Aires, la capital entrerriana ofrece sus encantos antiguos y modernos mientras sigue creciendo con la compañía inseparable del río. Paisajes, sabores y experiencias de todo tipo son la mejor combinación para una placentera escapada.

Por Frank Blumetti
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Velas y navegación, parte del paisaje diario de la ciudad que se asoma al río.

“Puede que el hotel tenga un diseño particular, pero lo cierto es que esto fue el primer hospital militar de la ciudad, allá por 1889”, nos cuenta Pedro Martínez, conserje del Bio Citi Hotel. El edificio donde funciona desde hace tres años está frente a la antigua estación de tren de la ciudad, de la que es casi contemporáneo: data de 1890. Está muy bien conservado y restaurado, con largos pasillos y 30 habitaciones sencillas pero confortables que rodean un bonito patio central con mucho verde. Se respira paz en todas sus instalaciones y no es casual: es un hotel naturista que ofrece clases de yoga, meditación, masajes con aceites esenciales, exquisita comida vegetariana y hasta la posibilidad de concurrir con las propias mascotas… Situado a 18 cuadras del río y a sólo ocho de la plaza central, no tiene spa pero sí posee sus efectos curativos y tranquilizantes, y de alguna manera es también el símbolo de una urbe que crece y se desarrolla sumando nuevos elementos pero sin perder de vista su esencia. “La hotelería de Paraná tradicionalmente fue para gente de paso: transportistas, viajantes. En la última década eso cambió: el gobierno impulsó el turismo interno y la incorporación al calendario de feriados y fines de semana largos ayudó mucho. Hoy viene gente a conocer la ciudad, a vivirla, a disfrutarla”, explica Pedro. Y a eso nos dedicamos

LOS HERMANOS SEAN UNIDOS En guaraní, Paraná significa “pariente del mar”, destino final de las aguas que bañan la costa de la ciudad, que tuvo un origen curioso: no tiene una carta oficial de fundación y fue naciendo de a poco, con el arribo de gente procedente de la vecina Santa Fe, que cruzaba el río buscando tierras fértiles y ganado cimarrón. Parte de ese espíritu aventurero pudimos vivirlo haciendo una excursión por el río, una de las actividades más buscadas por la gente que visita la ciudad. A bordo de la lancha Doña María, que abordamos en la Costanera Baja del Puerto Nuevo, el capitán Omar Montenegro nos fue mostrando y describiendo los puntos de interés: el Club Náutico, el Puerto Nuevo y el islote Curupí, declarado Área Natural Protegida; el imponente barco fantasma, así llamado por estar semisumergido y completamente cubierto por vegetación; las playas colmadas de gente, como la Thompson, y la costanera con sus modernos edificios que recortan el paisaje en un relato tan ameno como punzante, no exento de crítica social… Lo cierto es que Paraná, con sus lomas, barrancas, subidas y bajadas, tiene una intensa relación con el río que se extiende desde la noche de los tiempos y va más allá de mitos y leyendas locales: allí se practican deportes náuticos como windsurf, canotaje, esquí acuático, wakeboard y motonáutica, sin olvidar la pesca deportiva. Quizá el circuito más popular sea el que se extiende hacia el norte entre Paraná y La Paz, unos 150 kilómetros aptos para pescar bagres, bogas, dorados, pejerreyes, manduvas y sábalos. También es posible pescar desde la costa en Bajada Grande, Puerto Nuevo, Costanera y el camping Toma Vieja.

Además del río, también vale visitar las colonias alemanas del Volga, asentadas a principios del siglo XX, o bien desplazarse a las cercanas Villa Urquiza, Hernandarias y Piedras Blancas, donde se realizan diversas actividades: trekking, cabalgatas, mountain bike, regatas y agroturismo.

VERDE QUE TE QUIERO VERDE Paraná fue la cuna de una de las figuras históricas entrerrianas más destacadas, el General Justo José de Urquiza. En su honor se llama así el vistoso Parque Urquiza que visitamos al día siguiente, con 44 hectáreas de esplendente verde divididas en tres niveles (Costanera Alta, Media y Baja), unidos por escalinatas y surcados por senderos; allí hay un espectacular panorama de la ciudad y el río, ideal para fotografiar todo lo que la inspiración nos dicte y la cámara permita. Además de ser un escenario inmejorable para un picnic o para una tarde apacible en contacto con la naturaleza, allí pueden practicarse deportes varios y apreciarse no sólo estatuas y monumentos sino cascadas y vertientes naturales, fuentes, un anfiteatro y parques infantiles. Se destaca el del Patito Sirirí, desde 1975 un símbolo de la ciudad y actualmente un espacio dedicado a los chicos, que se divierten al sol en sus originales juegos.

El parque fue originalmente un terreno que el General cedió en su testamento a su esposa, Dolores Costa, quien a su vez eventualmente lo donó para que fuera convertido en espacio verde, tal su destino en la actualidad. Fue proyectado y parquizado primero por Charles Thays y luego por Julio Kumagae y Francisco Bertozzi: las flores de ceibo, jacarandá y otros árboles y plantas locales dan un color único y un aroma cautivante al aire.

Otros espacios similares para visitar y solazarse son el Parque Humberto Varisco –originalmente Parque Nuevo-, declarado Área Natural Protegida en 2007; cien hectáreas que aún se están desarrollando y que albergan al Mástil de la Bandera, visible desde todo el parque gracias a su altura. También están el Parque Gazzano, pleno de verde y con un hermoso lago, y el Jardín Botánico.

PARANÁ AL CENTRO El ritmo urbano no falta, aunque por fortuna carece del vértigo y el estrés porteños. La concurrida Plaza 1º De Mayo, con sus agradables fuentes y monumentos, es el punto clave de la movida céntrica paranaense. A su alrededor, los edificios del casco histórico asoman señoriales. Por un lado está la Catedral, en la calle Monte Caseros, ocupando el mismo sitio donde se erigiera la primera capilla con muros de adobe en 1730, de la cual conserva aún la imagen original de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la ciudad. El edificio actual, de claro estilo neoclásico, empezó a levantarse en 1882 y hoy domina el panorama con su cúpula azul; cuenta además con un museo histórico que vale la pena conocer. No muy lejos se ubican otras notorias joyas de la corona, como el edificio de Correos y Telecomunicaciones (que fuera la residencia de Urquiza) y la torre con reloj que pertenece al Palacio Municipal; si se toma la Peatonal en dirección a la Plaza Alvear y el Centro Cívico, allí aguarda la Casa de Gobierno, construida en 1884, y dos edificios del siglo XX: los Palacios de Educación (1971) y de Justicia (1969). Todos estos edificios son destacados integrantes del Patrimonio Cultural de Paraná, al igual que sus museos y el Teatro 3 de Febrero.

Por la noche hay opciones varias: probar suerte en el casino, degustar los típicos pescados de río (la boga, el dorado y el surubí son estrellas indiscutidas), ir al teatro, al cine o simplemente salir a caminar… En Paraná, como dice el poema, todo está como era entonces: las casas, las calles, el río. Pero los atractivos no son sólo del pasado sino del presente: descubrirlos es una aventura que tenemos al alcance de la mano.

El carácter histórico de Paraná se afirma en los edificios de su plaza principal.

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