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Domingo, 25 de abril de 2004
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SAN JUAN Aventuras en el departamento Iglesia

Vientos de aventura

A 180 kilómetros de la ciudad de San Juan, en el extremo noroeste de la provincia, la Cuesta del Viento encierra uno de los paisajes más extraños y desconocidos de nuestro país, donde la naturaleza y la mano del hombre combinaron la aridez de las montañas con la transparencia color turquesa de las aguas de un dique. Excursiones a caballo, en bicicleta, a pie o en un gomón de rafting por el río Jáchal. El mejor lugar del país para la práctica del windsurf.

Por Julián Varsavsky
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1. Las montañas talladas por los fuertes vientos rodean las aguas turquesas del dique.

2. Uno de los lugares preferidos por los amantes del windsurf.
Al llegar a la Cuesta del Viento desde San Juan por la Ruta 150 aparece de repente la inmensidad radiante de un extraño valle que combina la aridez de un paisaje lunar con la transparencia caribeña de las aguas. Dentro del lago, rodeado por montañas de hasta 6250 metros con un suave color violeta en sus laderas, sobresalen islotes solitarios cuyos rectos paredones tienen algo de fortaleza sumergida. Algunos presentan extrañas formas helicoidales, y otros tienen a un costado los evidentes restos de un gran derrumbe ocasionado por la fuerza del viento y del agua. A lo lejos, es posible imaginar que una verdadera Atlántida en ruinas se esconde debajo de aquellas aguas de deshielo que bajan desde las cumbres montañosas. Pero se trata en verdad de un lago artificial que se formó hace diez años por la construcción de un dique. Por un azar de la intervención humana, la obra originó uno de los paisajes más sorprendentes y desconocidos de nuestro país.

A toda aventura La Cuesta del Viento es el largo camino que rodea casi todo el dique. La forma ideal de conocerla es con auto propio e ir parando en los lugares más atractivos para saltar la valla junto a la ruta y lanzarse a explorar los recovecos sedimentarios que va tallando el viento. De esa forma se descubren recodos del lago que forman pequeñas bahías cristalinas donde retozan centenares de patos negros, que huyen volando despavoridos a ras del agua ante la presencia de extraños.
La orilla es un lugar para explorar a pie subiendo a los pequeños cerros sedimentarios de color rosado que proliferan por doquier. Del otro lado de estos cerros aparece una pequeña península que se extiende como un brazo pedregoso sobre el lago.
Cuando la carretera que bordea el dique traspasa la zona de las compuertas se convierte en un camino de ripio en buen estado, con numerosas subidas y bajadas bastante empinadas que atraviesan un paisaje similar al Valle de la Luna, pero con montañas mucho más altas. Si la excursión se hace en una camioneta, es posible salir del camino y avanzar por el arenoso lecho seco de un arroyo para llegar a la costa donde hay playitas solitarias que en lugar de arena tienen millares de fragmentos de piedritas de colores lisas similares a la cerámica. Si el paseo se hace a pie se descubren acantilados que parecen haberse derrumbado la noche anterior, arbustos resecos en medio de la aridez –doblados y endurecidos hacia donde sopla el viento–, y suelos resquebrajados como infinitas telarañas.
Cerca de un cartel a la vera de la ruta que dice Templos del Viento, nace una quebrada agreste que lleva a unas cuevas naturales con dos kilómetros de profundidad. No es recomendable meterse en La Cueva del Indio sin un guía conocedor de la zona, porque rápidamente las paredes se angostan y se achican al punto de que hay que atravesar algunos sectores tirados cuerpo a tierra.

Rafting y kayak A cinco kilómetros del dique está el pueblo llamado Rodeo, que es el centro de servicios turísticos de la zona. Allí hay una buena variedad de hosterías, complejos de cabañas y campings que, además de alojamiento, ofrecen diferentes alternativas de turismo de aventura como ser mountain bike, cabalgatas, paseos en 4x4, salidas de pesca, trekkings y bajadas de rafting por el río Jáchal.
Las bajadas de rafting parten cerca de las compuertas del dique. El estrecho cañón de 6 metros de ancho con paredones de 25 metros de altura forma uno de los contextos más hermosos del país para realizar este deporte. Antes de comenzar una bajada y de escuchar las instrucciones del guía y conductor del gomón, hay que colocarse un traje completo de neoprén, botas de goma, casco y un chaleco salvavidas.
El Jáchal es un río ciclotímico que por momentos explota de furia en concéntricos remolinos, y al instante se apacigua en felices remansos.¿Qué pasa si el gomón se da vuelta?; la posibilidad siempre existe, aunque en verdad depende de los viajeros. El guía suele preguntar de antemano, y si todos están de acuerdo entonces provocará el vuelco. Pero si esto ocurriese no hay nada que temer. El río no es profundo ni el caudal incontrolable. La orilla está a pocos metros y el casco y el chaleco protegen de las rocas.
El río es considerado nivel “tres” y “tres más” de complejidad, o sea que es apto para inexpertos. El trecho del vertiginoso paseo mide doce kilómetros que se recorren en poco más de una hora. No hay límite de edad para una bajada de rafting, y ni siquiera hace falta saber nadar. La mayor velocidad que se alcanza es de 30 o 40 kilómetros por hora.
Una placentera alternativa de navegación por el lago del Dique Cuesta del Viento es en kayak. Esta actividad se practica solamente hasta las 14 horas; más tarde el viento se vuelve peligroso. La excursión es interesantísima, porque uno va explorando a su gusto las solitarias bahías, islotes y pequeñas penínsulas que se forman en el perímetro del lago, siempre acompañado por un kayak de seguridad provisto por la empresa de alquiler de las embarcaciones.

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