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Domingo, 25 de septiembre de 2005
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CORDOBA > Fiesta en Villa General Belgrano

VGB, la sigla de la cerveza

Villa General Belgrano recibe, en el corazón de las sierras cordobesas, la llegada de la primavera. Y se prepara para la gran fiesta del año, el Oktoberfest, cuando la cerveza corre en todas las formas y colores por las calles de esta villa alpina del Valle de Calamuchita.

Por Graciela Cutuli
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El espiche, momento culminante de la ya tradicional fiesta cordobesa de origen centroeuropeo.

De un lado, las Sierras Grandes. Del otro, las Sierras Chicas. El paisaje de Villa General Belgrano está rodeado de relieves que orientaron a sus primeros habitantes –entre ellos, muchos colonos de origen suizo y alemán– hacia la construcción de una ciudad de aire innegablemente alpino. En algunos negocios todavía se ven las viejas postales de cuando la Villa era un pueblito pequeño con casas de techos a dos aguas, a veces nevada en invierno, e increíblemente verde en verano: hoy las cosas no han cambiado mucho en cuanto a tamaño, pero sin duda hay muchas más casas, la Villa amplió notablemente su oferta turística y, conservando el corazón montañés, programó una serie de fiestas de inspiración centroeuropea que tienen su clímax en el Oktoberfest, la Fiesta de la Cerveza.

DE 6 MIL A 150 MIL Durante la Fiesta de la Cerveza, Villa General Belgrano se desborda. Sus 6 mil habitantes permanentes se multiplican hasta sumar unos 150 mil, que en los fines de semana más concurridos no dejan un espacio libre por ninguna parte: hasta en la ruta de las afueras hay autos estacionados sobre las banquinas, con turistas que no han encontrado alojamiento y no pueden volver a sus hoteles –a veces tan distantes como en Alta Gracia– hasta que no se pase el efecto de una noche de fiesta cervecera.

Sin duda ha corrido mucha agua por el arroyo desde fines del siglo XIX, cuando se registran los primeros asentamientos en la actual Villa, reforzados alrededor de 1930 por la inmigración de 12 familias suizas. Y más aún todavía desde los tiempos en que el Valle de Calamuchita era el territorio libre de los comechingones, que todos los años migraban por la Quebrada de Yatán para pasar el invierno en Merlo (San Luis), donde se soportaba mejor el clima.

Para conocer bien los orígenes de la Fiesta de la Cerveza y la historia de Villa General Belgrano, nada mejor que realizar la visita guiada a la torre de la Dirección de Turismo, el monumento más emblemático del pequeño centro local. Allí se cuenta que la provisión de agua fue desde siempre uno de los principales problemas de la ciudad, cuya parte más alta está hacia el norte, donde se juntan los arroyos El Sauce y Los Molles: por eso, en los años ‘30, los colonos europeos hicieron una acequia en la calle principal, en lo que había sido el paso tradicional de los comechingones. Villa General Belgrano aún se llamaba Pedanía Los Reartes, por el nombre con que se conoce la distancia que una persona puede recorrer a pie en todo un día. Todos los años, en octubre, después de la caída de las hojas durante el otoño e invierno, la acequia debía ser limpiada y despejada: un día antes del feriado de ese mes, las familias se reunían para esa tarea, y allí en la acequia refrescaban las bebidas. Del trabajo se pasaba a la celebración, y así el 11 de octubre empezó a conocerse como la Fiesta de la Primavera: fue la semilla del Oktoberfest, en coincidencia con el Oktoberfest de Munich. La fiesta contribuyó enormemente al desarrollo del pueblo, y dio un respiro a una población que había vivido tiempos difíciles, sujeta sobre todo a las vicisitudes del comercio, ya que en Villa General Belgrano no había ni agricultura ni ganadería que sirviera de sustento.

A TOMAR UNA CERVEZA En cualquier época del año, pero tal vez más aún cuando la primavera empieza a adueñarse de las cumbres cercanas, dominadas por el Champaquí, Villa General Belgrano es un lugar encantador. Para caminar y recorrer en calma, gozando el aire puro de las sierras, para practicar deportes náuticos en el lago Los Molinos o para descubrir el sendero boscoso que lleva hasta el Pozo Verde, remontando el curso de un arroyo. También para subir al Pico Alemán y al Cerro de la Virgen, que domina toda la vista sobre las Sierras Grandes; para recorrer el río Los Reartes o llegarse hasta La Cumbrecita, el cercano pueblo de inspiración centroeuropea que guarda celosamente su intimidad. No puede faltar algún toque bizarro, como la visita al Museo del OVNI, con una curiosa colección explicada en detalle por la responsable del lugar, o el paseo por el Bosque Encantado de Don Otto, que desafía con su casita de piso inclinado la ley de gravedad.

Y así como en otros lugares es común invitarse a tomar un café, en Villa General Belgrano la gente se invita a tomar una cerveza. La referencia está por todas partes, en los incontables patios cerveceros, e incluso en la gigantesca botella de madera que adorna uno de los bares de la calle principal, realizada por los artesanos que ponen su sello distintivo en los carteles de todos los comercios de la ciudad. Por lo tanto, más aún si se trata del Oktoberfest, hay que visitar las fábricas artesanales de cerveza para conocer en detalle cómo surge la bebida que atrae cada año a decenas de miles de personas a esta villa alpina cordobesa.

Sobre la calle principal, dejando atrás el edificio de techo a dos aguas donde funciona la Municipalidad, se encuentra la Cervecería Artesanal Munich, donde se pueden ver los elementos que sirven para la elaboración de la cerveza. Y, por supuesto, degustarla. En distintos cuencos se muestra la cebada malteada con que se elabora la cerveza rubia, la cebada tostada que da origen a la cerveza negra, y el caramelo que da color a la cerveza roja. Todo con lúpulo procedente de El Bolsón, que le da a la cerveza su característico sabor amargo. En una primera olla se mezclan el agua y la cebada, se revuelve durante cuatro horas y más tarde se hace circular, hirviendo durante dos horas. Es el momento de agregar el lúpulo: la cerveza se introduce en la serpentina, se le baja la temperatura y se introduce en un tanque. Luego se agrega la levadura. La bebida fermenta entonces durante siete u ocho días en tanques de 500 litros, para pasar luego a otro tanque de maduración donde permanecerá entre 29 y 30 días más. Lo que sigue, como paso final, es el proceso de filtrado y el embotellado (o llenado de las chopperas). A las cervezas tradicionales se les suman además otras variantes: cerveza ahumada, de trigo, de frambuesa (con agregado del jugo de esa fruta) y negra doble, más fuerte y con más alcohol que la común. Cualquiera sea la variedad elegida, en la sombra reparadora de los patios cerveceros todo es disfrute, y si es durante el Oktoberfest más todavía, gracias a la música y los desfiles que durante dos semanas se adueñan de Villa General Belgrano, con todos los colores y las tradiciones del centro de Europa.

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