El proceso artesanal de elaboración de espadas es sumamente laborioso. En primer lugar, el forjador corta una barra de acero de seis o siete milÃmetros de espesor, que luego será la hoja. Esta se calienta, se estira y se le da forma con un martillo. El paso más complicado y delicado es templarla, es decir, darle a la futura espada el punto exacto de dureza para que no se rompa al golpear. Para ello es fundamental observar con atención al color que toma el acero, ya que cuando adquiere un intenso tono amarillo se lo debe sumergir inmediatamente en aceite para que se enfrÃe y, de ese modo, se cristalice y se temple. Sin embargo, el secreto de estos sables está en la arena que se encuentra en las orillas del Tajo. Antiguamente se la utilizaba para formar una pelÃcula sobre la hoja, que le proporcionaba una dureza excepcional al ser templada. Una vez finalizado este proceso la hoja ya está lista para que se le coloque la empuñadura, cuya fabricación también es totalmente artesanal. En la actualidad quedan muy pocos artesanos espaderos.
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